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it-eso-stephen-king

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ase de la bala de mortero.—¿Tienes el embudo? –preguntó a Bill.—Ten.Bill le entregó un embudo que Ben habíafabricado poco antes. El diminuto agujero de labase se ajustaba casi exactamente al de los moldes,y Ben lo había hecho sin tomar precauciones. Billestaba asombrado, casi atón<strong>it</strong>o, pero no sabíacómo expresarlo sin incomodar a su amigo.Absorto en lo que estaba haciendo, Ben podíadirigirse a Beverly... y lo hizo con la precisión delcirujano que da órdenes a su enfermera.—Bev, tú tienes el mejor pulso. Clava elembudo en el agujero. Usa uno de <strong>eso</strong>s guantespara no quemarte.Bill le entregó un guante de trabajo y Beverlypuso el diminuto embudo en el molde. Nadiehablaba. El siseo del soldador parecía muy potente.Todos lo observaban entornando los ojos.–E–e–espera –dijo Bill súb<strong>it</strong>amente.Corrió a la casa y volvió un minuto después conun par de gafas oscuras envolventes, de pocoprecio, que llevaban más de un año languideciendoen un cajón de la cocina.—Será me–mejor q–q–que te pon–que tepongas esto, Ben.Ben las tomó con una gran sonrisa y se laspuso.1465

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