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it-eso-stephen-king

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House, encontrar a Bill. No importaba queestuviese en la cama con diez mujeres; si quería,podía formar un harén. Pero ella lo encontraríapara que la sacara del horror que había en esaciudad.Huyó por el sendero hacia el aparcamientobuscando su coche con la mirada. Por un momentosu mente se inmovilizó; ni siquiera recordaba enqué había llegado. Luego se acordó: un Datsun decolor tabaco. Lo vio hundido hasta los ejes en laniebla inmóvil y corrió hacia él.No podía encontrar las llaves en el bolso.Revolvió con pánico creciente, entre pañuelos depapel, cosméticos, monedas, gafas de sol y chiclesformando un enredo incomprensible. No reparó enel maltratado LTD estacionado junto a su coche, nien él hombre sentado al volante. Tampoco se diocuenta cuando se abrió la puerta del LTD y aquelhombre bajó. Súb<strong>it</strong>amente temió haber dejado lasllaves en la hab<strong>it</strong>ación.Por fin, sus dedos tocaron un metal serradobajo una caja de caramelos de menta. Lo cogió conun gr<strong>it</strong><strong>it</strong>o de triunfo. Por un momento terriblepensó que podía ser la llave del Rover, que en esemomento descansaba en el aparcamiento delferrocarril inglés a cuatro mil quinientoskilómetros de distancia. Pero entonces palpó laetiqueta plástica de la agencia. Metió la llave en lacerradura respirando en breves jadeos y la hizo1720

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