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it-eso-stephen-king

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al tizón del infierno, mátalo, mátalo, "mátalo"!Mike giró hacia Henry, espantosamenteenterado de que había caído en una trampa. Sepreguntó, vagamente, qué cabeza vería Henry en elextremo de ese r<strong>eso</strong>rte. ¿La de Stan, la de VictorCriss, la de su padre, tal vez?Con un chillido, Henry se arrojó contra él,moviendo la navaja arriba y abajo, cómo si fuera laaguja de una máquina de coser.—¡"Gaaaah, negro"! –gr<strong>it</strong>aba–. ¡"Gaaaah,negro"!Mike retrocedió. La pierna que Henry habíaapuñalado le flaqueó, arrojándolo al suelo. Apenasla sentía. Estaba fría y lejana. Al mirar abajo, vioque los pantalones claros estaban completamenterojos.Mike empujó su abrecartas "Jesús redime" enel momento en que Henry se volvía para otroataque. El enajenado se ensartó en él como insectoen un alfiler. Su sangre caliente bañó la mano deMike. Se oyó un ruido seco. Cuando el bibliotecarioretiró la mano, sólo tenía en ella el mango delabrecartas. El resto estaba clavado en el estómagode Henry.—¡"Gaaah, negro"! –vociferó Henry, cogiendocon una mano el extremo de la hoja. La sangre leescurría entre los dedos. La miró con ojosdilatados, incrédulos.1597

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