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it-eso-stephen-king

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Ben quedó en silencio, mirando a Eddie. Eddie,después de aplicarse otra sibilante bocanada de suinhalador, narró nuevamente la historia delleproso, hablando con tanta celeridad como Ben lohabía hecho con lent<strong>it</strong>ud; sus palabras tropezabanentre sí en su urgencia por acabar de una vez.Terminó con un pequeño sollozo, pero esa vez nolloró.—¿Y tú? –preguntó ella, mirando a Stan Uris.—Yo...Hubo un súb<strong>it</strong>o silencio que los sobresaltó atodos, tal como había podido hacerlo una súb<strong>it</strong>aexplosión.—Los trapos están lavados –dijo Stan.Lo vieron levantarse y abrir el lavarropas. Sacólos estropajos que estaban apelotonados en unmanojo y los examinó.—Queda una manch<strong>it</strong>a –dijo–, pero no se notademasiado. Podría pasar por zumo de uva.Todos asintieron gravemente, como antedocumentos importantes. Beverly sintió un aliviosimilar al que había experimentado al ver el bañootra vez limpio. Así como podría soportar lamancha desteñida en el raído empapelado,también podría soportar la leve mancha rojiza enlos trapos de su madre. Había hecho algo parasolucionarlo y <strong>eso</strong> parecía lo más importante.Aunque no hubiera resultado del todo, bastaba714

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