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it-eso-stephen-king

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garganta demasiado seca.—No estás bien. Has tenido un accidente grave,muy grave. Pero te pondrás bien, te lo prometo,Eddie, te pondrás bien aunque tenga que traer atodos los especialistas del país. Oh, Eddie...Eddie... tu brazo, pobrec<strong>it</strong>o...Rompió en sonoros sollozos. Eddie vio que laenfermera, la que le había lavado la cara, la mirabasin mucha simpatía.Mientras se desarrollaba el aria, el doctorHandor no hacía más que suplicar:—Sonia... Sonia, por favor... ¿Sonia...?Era un hombrec<strong>it</strong>o flaco, laxo, cuyo bigot<strong>it</strong>o nocrecía muy recto y, además, estaba mal recortado,más largo a la izquierda que a la derecha. Parecíanervioso. Eddie recordó lo que el señor Keene lehabía dicho esa mañana y sintió cierta compasiónpor el médico.Por fin, Russ Handor reunió fuerzas para decir:—Si no puede dominarse, Sonia, tendrá quesalir de la hab<strong>it</strong>ación.Ella giró en redondo haciéndolo retroceder.—¡Ni hablar! ¡No se atreva a sugerírmelo! ¡Elque yace aquí, agonizando, es "mi hijo"! ¡"Mipropio hijo yace aquí, en su lecho de dolor"!Eddie recobró la voz y los dejó atón<strong>it</strong>os:—Quiero que te vayas, mamá. Si me van a hacer1358

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