11.07.2015 Views

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—¿Fue su amigo? –preguntó él, por fin.—Prefiero no hablar de <strong>eso</strong>.—Ajá. –Siguió fumando y mirándola.—¿Su madre no le enseñó que no es cortésmirar fijamente a una persona?Había querido decirlo con sequedad pero sonóa súplica: "Por favor, no me mire, sé qué aspectotengo." A esa idea siguió otra; sospechaba que suamiga Beverly la había tenido más de una vez: quelo peor de la paliza iba por dentro, donde unapodía sufrir algo que cabía llamar hemorragiaespir<strong>it</strong>ual. Sabía cuál era su aspecto, sí. Peor aún,sabía lo que estaba sintiendo. Se sentía cobarde. Y<strong>eso</strong> era horrible.—Voy a decirle algo una sola vez –pronuncioGeffin, en voz baja y agradable–. Cuando trabajoen la sala de urgencias veo unas veinticincomujeres maltratadas por semana. Los internosatienden a otras tantas. Así que... mire, allí, en elescr<strong>it</strong>orio, tiene un teléfono. Llame a la comisaríaen la calle Seis, dé su nombre y su dirección.Dígales qué pasó y quién lo hizo. Después, cuandocuelgue, saque la botella de whisky que tengo enese mueble de archivo, estrictamente conpropós<strong>it</strong>os medicinales, por supuesto, y los dosbrindaremos. Porque, en mi opinión, la únicaforma de vida inferior al hombre capaz demaltratar a una mujer es una rata sifilítica.Kay sonrió débilmente.1074

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!