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it-eso-stephen-king

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—Fin de las confesiones. Pero me vendría bienotra cerveza. Hablar da sed.Mike llamó a la camarera.Los seis terminaron pidiendo otra ronda yhablaron de asuntos intrascendentes hasta quellegaron las bebidas. Bill contempló su cerveza,observando las burbujas que trepaban por elvidrio. Le divertía y horrorizaba, a un tiempo,darse cuenta de que esperaba con ansias que otrocomenzara a hablar de los años transcurridos: queBeverly les hablara de su maravilloso marido(aunque fuera aburrido, como lo son todos loshombres maravillosos), o que Richie Tozierrememorara incidentes divertidos en la emisora, oque Eddie Kaspbrack les contara cómo era, enverdad, Edward Kennedy, y cuánta propina dejabaRobert Redford... o tal vez ofreciera alguna teoríaprofunda sobre por qué Ben había podidoadelgazar y él seguía prendido de su inhalador."El hecho –pensó Bill –es que Mike empezará ahablar en cualquier momento y no estoy seguro dequerer saber lo que va a decirnos. El hecho es quemi corazón está latiéndome demasiado rápido yque siento las manos demasiado frías. El hecho esque tengo veinticinco años más de lo que deberíatener para que este miedo pudiese justificarse. Y lomismo puede decirse de todos. Entonces... quealguien diga algo. Hablemos de nuestras carreras,de nuestros cónyuges, de lo que se siente al mirar a852

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