La crítica de Deleuze al psicoanálisis: el proyecto ... - e-spacio UNED

azones también valederas, nuestras propias costumbres deben aparecer bajo la misma luz a
aquellos que las observan desde fuera” 509 .
En los términos que venimos señalando, Lévi-Strauss se interesa por la infancia atendiendo
al nacer del deseo, deseo que no se vincula a la carencia más que indirectamente: a lo que otro ya
tiene. Convencido de la importancia, pues, de los estudios de psicología infantil como material
para orientar la perspectiva del etnólogo, hace uso del trabajo de Susan Isaacs, que muestra la
fuerza y compulsividad del deseo infantil de poseer en exclusividad todo objeto que centre
actualmente su interés. Este impulso solo se disciplina por el miedo a las invasiones del otro y por
la esperanza de que el otro no intente tener más. Solo así se evoluciona hacia el arbitraje. Esto se
debe a que la posesión (si excluímos el alimento y pocas cosas más) no es un instinto ni se talla a
partir de una relación sujeto-objeto, sino que el valor del objeto lo proporciona la relación con el
otro. Con palabras muy lacanianas lo expresa Lévi-strauss: “Algo se desea deseperadamente
porque alguien lo posee. Un objeto indiferente se vuelve esencial por el interés que otro le
concede; el deseo de poseer es, pues, en primer lugar y ante todo, una respuesta social. Y esta
respuesta debe comprenderse entérminos de poder, o más bien de impotencia: quiero poseer
porque, si no poseo, no podré tal vez obtener el objeto si llego a necesitarlo; “el otro” lo
guardará para siempre. Por lo tanto no hay contradicción entre propiedad y comunidad, entre
monopolio y reparto, entre arbitrario y arbitraje; todos estos términos designan las diversas
modalidades de una tendencia, o de una única necesidad primitiva: la necesidad de seguridad” 510 .
El sentimiento progresivo de reciprocidad, que es el que proporciona la aptitud para compartir, se
gana con la experiencia colectiva y los mecanismos de identificación con el otro. Deleuze añadiría
que la experiencia colectiva hay que fabricarla y, para ello, tal vez haya que jugarse la seguridad
pero eso sí, para ligarse, para vincularse a un proyecto, ya que no se trata de liberarse-de sino de
liberar-para, como bien indicaba Heidegger. Lo que Lévi-Strauss quiere asentar no es la idea
liberal de un egoísmo primigenio sino la idea de que en el Inconsciente rige el principio de
reciprocidad. El Inconsciente se da a la presencia en las donaciones recíprocas. De aquí extraemos
la conclusión de que el Inconsciente es relacional: está entretejido como medio de las relaciones.
Allí donde hay relaciones hay Diferencia (diferencial) y allí donde hay donaciones hay un exceso
que nunca se equilibra definitivamente (Bataille llamaría a este exceso “parte maldita” y en
Nietzsche el don es signo de sobreabundancia y nutre la voluntad de poder): “..una de las bases
más comunes y más ingenuas de la amistad entre niños es la gratitud por los regalos recibidos.
509 Ibid. p. 137.
510 Ibid. p. 127.
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