La crítica de Deleuze al psicoanálisis: el proyecto ... - e-spacio UNED

descentramiento del sujeto: la conciencia y el yo ya no serían realidades originarias sino puntos de
llegada, construcciones sociales. Lo que no parece quedar claro, en ninguno de los dos, es el
estatuto de individuo: el cuerpo individual no aparecerá claramente deconstruido hasta el
agenciamiento spinozista de Deleuze. En cualquier caso nos interesa mostrar lo que Nietzsche y
Freud tuvieran que decir en relación a la deconstrucción postmoderna del sujeto que nosotros
queremos tomar como tarea para poder mostrar, inversamente, un pensamiento sin sujeto que nos
devuelva a los inicios del pensamiento occidental, al arché presocrático, concretamente al logos de
Heráclito. Heráclito no habría necesitado nombrar al Inconsciente con un privativo puesto que lo
trataría con la naturalidad previa a la instauración moderna del imperialismo de la conciencia y de
la subjetividad, previa a la instauración del humanismo. En la misma línea encontraríamos al
Pensar del Ser de Parménides, al nous de Anaxágoras o al nous poietikos de Aristóteles. Las
palabras Unbewusstsein y bewusstlos, que prácticamente igual que hoy en día, hacen referencia al
inconsciente, a lo que hay al otro lado de la consciencia, fueron usadas por primera vez por E.
Platner en 1776 y popularizados entre 1780 y 1820 por Goethe, Schiller y Schelling entre 1780 y
1820. Con este término se trataba de resistir, aunque solo fuera parcialmente, la imposición
humanista de la conciencia como centro del sujeto humano y al sujeto humano como centro del
universo. Dependiendo de la profundidad con la que quisiéramos criticar estos fundamentos
ilustrados, acabamos desembocando en la proposición de un inconsciente psicológico o de un
Inconsciente Ontológico que muestra, no solo lo otro del sujeto sino también lo otro fuera del
sujeto.
Comencemos recapitulando las resonancias de Nietzsche y Freud en un primer nivel de
profundización. Deconstruir al sujeto o descentrarlo, sería, de algún modo, dar cuenta de la génesis
de la conciencia. Nos parece que tanto en Freud como en Nietzsche, la conciencia no es más que
un efecto de superficie tardío, procesado socialmente, y fabricado a partir de una gran masa
inconsciente. En ambos pensadores parece que la conciencia tiene siempre un origen moral, es
decir, que la conciencia nace siempre como conciencia moral. La conciencia es un subproducto del
lenguaje, que se instala en el individuo humano, inicialmente, en forma de imperativos,
prohibiciones y permisos. Es así, como código de conducta y de espectativas como el lenguaje
interpela al niño, se instala en él y genera entre otras, la idea autorreflexiva de yo, de un yo que
empieza, entonces a diferenciarse del entorno. Es así como el lenguaje acaba con la sensación
oceánica del niño, sensación bajo la cual no habría contornos fijos ni diferenciación entre el
interior y el exterior del individuo. A veces el psicoanálisis tilda a esta etapa de egocéntrica. Sin
embargo, nos parece un apelativo desacertado. Ciertamente, al no haber separación entre el mundo
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