La crítica de Deleuze al psicoanálisis: el proyecto ... - e-spacio UNED

creación que afirma la singularidad de todo le que hay que reafirma la diferencia 862 .
Podemos entender el Edipo primordial de Tótem y tabú como mito del origen. Pero también
podemos tomar a Edipo como fantasma: acontecimiento puro. La cuestión no estaría en si Edipo es
imaginario o real sino que lo que debemos distinguir es el acontecimiento Edipo y el estado de
cosas en el que se efectúa. Freud estaría acertado cuando afirma cierto estatuto de realidad para la
formación de fantasmas, ya que rebasan la propia realidad: en tanto que efectos incorpóreos deben
remitirse a unas causas efectivas, llevadas a cabo. El fantasma representa un acontecimiento que se
distingue de los estados de cosas pero también de la vivencia psicológica. Pertenece a una
superficie ideal que inspira una espera de lo que va a ocurrir, de lo que está ocurriendo y no acaba
de ocurrir. El acontecimiento Edipo no hay que buscarlo para encontrar su sentido porque es el
sentido mismo. El acontecimiento reside por completo allí donde la efectuación no se puede
consumar, es decir, donde se convierte en contra-efectuación. El fantasma carece de subjetivación
puesto que el yo puede resultar colocado en la escena pero no se deja fijar en ningún lugar. En el
fantasma se liberan las singularidades impersonales, dice el Deleuze de Lógica del sentido. El
fantasma halla su origen en el yo del narcisismo secundario con la herida narcisista, que nos lleva
además a la formación del super-yo, concepto central, en Freud, del mundo moral 863 . El fantasma
es un efecto de superficie distinto del ídolo, que designa al objeto de las alturas. Pertenece a una
862 Cfr. Ver M. Eliade: El mito del Eterno Retorno. Arquetipos y repetición. Ed. Planeta Agostini. Barcelona, 1984.
863 Cfr. En Introducción al narcisismo, Freud presenta la segunda teoría de las pulsiones, en la cual, ya no se enfrentan
las del yo (o conservación) a las sexuales, porque aquéllas también están cargadas de libido. La nueva oposición se
establecería entre libido del yo y libido objetual. El narcisismo se entiende como la gran reserva libidinal que puede
dirigirse a los objetos pero que siempre puede retornar de nuevo a sí mismo. Puede verse como el complemento
libidinoso del egoísmo del instinto de conservación. Éste sería el narcisismo secundario, relacionado con la
“omnipotencia de las ideas y basado en un primero encubierto relacionado con la “sensación oceánica”. Los
caracteres infantiles por los que se podría deducir un narcisismo en el adulto están muy mitigados en el adulto
normal pero las representaciones culturales y éticas del individuo y su autoestima forjan un ideal que actúa como
condición de la represión, reteniendo imaginariamente la percepción narcisista que todos habríamos creído detentar
en la niñez. La idealización sería el proceso por el cual el amor ególatra del que en la niñez era objeto el yo
verdadero, se consagra en la vida adulta al yo ideal (vía narcisista de formación del super-yo). La sublimación
cambia el fin sexual primitivo por otro no sexual pero psíquicamente afín al primero, poniendo a disposición de la
labor cultural grandes magnitudes de energía. En palabras de Deleuze, “Nous appelions sublimation l'opération
par laquelle le tracé de la castration devient ligne de la pensée, donc aussi l'opération pour laquelle la surface
sexuelle et le reste se projettent à la surface de la pensée. Nous appelions symbolisation l'opération par laquelle la
pensée réinvestit de sa propre énergie tout ce qui arrive et se projette sur sa surface” (“llamamos sublimación a la
operación por la que el trazado de la castración se convierte en línea de pensamiento, y, por ello, también a la
operación por la que la superficie sexual y el resto se proyectan en la superficie del pensamiento. Llamamos
sublimación a la operación por la que el pensamiento vuelve a cargar con su propia energía todo lo que ocurre y
se proyecta en su superficie”). La sublimación representa un medio para cumplir las exigencias del yo sin recurrir a
la represión. La sublimación se distingue de la idealización, que puede afectar a objetos que no son el yo pero con
los que se identifica produciendo una tensión entre yo actual e ideal, por cuyo nunca cumplido ajustamiento vela la
conciencia moral. La identificación es el proceso por el que el sujeto asimila un aspecto de otro y se transforma
sobre el modelo de éste. La personalidad se constituye y diferencia por una serie de identificaciones con diversas
figuras entre las que las de los padres son modelos últimos de referencia.
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