La crítica de Deleuze al psicoanálisis: el proyecto ... - e-spacio UNED

evitar a los que no están de acuerdo consigo mismos, a los que encienden así el germen de la
neurosis. Aristóteles, en la misma línea, entiende que los malos poca amistad pueden ofrecer
puesto que no son amigos de sí mismos: “... en efecto, están en discordia condigo mismos al
desear unas cosas y querer otras, lo mismo que los incontinentes, pues éstos eligen lo que les
place, que es dañino, en vez de aquello que les parece bueno...” 986 . Los malos no se aman a sí
mismos puesto que no encuentran nada digno de amor y están llenos de mala conciencia 987 . No
pueden ser ni firmes ni generosos 988 . Aristóteles denomina concordia al tipo de amistad que se da
entre conciudadanos. La concordia se da, del mismo modo, entre hombres buenos, que desean las
cosas justas y convenientes y aspiran a ellas en común 989 . Entre los malos no puede haber
concordia ni amistad sino miedo: “... porque aspiran a tener más en los asuntos de provecho y, en
cambio, quedan rezagados en el esfuerzo y en las prestaciones públicas. Y, como cada uno desea
para sí mismo, escudriña al vecino y se lo impide, porque, si no vigilan, el bien común se echa a
perder. Consecuentemente hay discordia entre ellos porque se obligan recíprocamente, pero ellos
mismos no desean obrar con justicia” 990 . Aristóteles define y apuesta de esta manera por las
políticas del amor, propias de hombres buenos, frente a las políticas del miedo, propias de hombres
malos.
Martha Nussbaum entiende, no obstante que, tanto en Platón como en Aristóteles se
pretende una sublimación, y con ella un bloqueo, de la pasión erótica: “Afirmo que el amor erótico
no puede ser por un esquema aristotélico de la acción equilibrada y
armoniosa para la vida completa, sino que tiene que ser siempre potencialmente subversivo al
objeto aristotélico, debido a esta relación del amor con la ira y el deseo de hacer daño. Al amar
en sentido erótico, no sólo se arriesga la pérdida sino también el mal” 991 . Tal vez el amor del que
habla Deleuze incorpore, también, para bien o para mal, esta sentimentalidad desequilibrada y
violenta, asumiendo así todas las aventuras del deseo y todos los proyectos políticos como tales,
como maquinaciones del Inconsciente. En todo caso, gracias a la amistad que nos une,
descubrimos que hay algo que coliga a nivel ontológico respetando aun así, las diferencias y el
986 Aristóteles: Ética a Nicómaco. op.cit. p. 269.
987 Ibidem.
988 Ibid. p. 276.
989 Ibid. p. 272.
990 Ibidem.
991 M. Nussbaum: El conocimiento del amor. op.cit. p. 110.
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