La crítica de Deleuze al psicoanálisis: el proyecto ... - e-spacio UNED

funcionar como organismo bajo una representación determinada, bajo un orden construido e
impuesto. En cuanto a Parménides, nos parece extraña esta lectura por cuanto es el filósofo del
“Ser es y el no-ser no es”. Así, nos resulta rara esta interpretación en la que Parménides piensa el
deseo como atravesado por la carencia de lo ente.
Instalados en este horizonte, el asunto de la comunicación de los inconscientes debe ser
bien comprendido. Para ello, tenemos que pensar la comunicación al margen del intercambio de
signos lingüísticos y de funciones significantes. La comunicación de los inconscientes es una
comunicación en sentido de canales comunicantes. Se estaría hablando del empalme entre más de
un inconsciente psicológico gracias a lo que tienen de Inconsciente Ontológico. Sería algo parecido
a comunicar dos cables por los que pasa la corriente, dándose así un devenir-el-mismo de ambos,
gracias a la energía que les es común. La corriente que pasa a su través sería el Inconsciente
Ontológico y los dos cables, dos inconscientes psicológicos que comunican. Así, como indicaría
Bataille, el erotismo humano es una disposición para este tipo de comunicación en el que las
grietas de las superficies permitirían comunicar una profundidad con otra, circulando los fluidos
por un nuevo cuerpo compuesto. El Inconsciente acontece, así, entre los cuerpos. Lo que el
Inconsciente Ontológico opera es deseo puro o como lo denomina Lyotard, deseo-pulsión o
energía plástica y transformable, previa a todo dispositivo que la canalice. Su libre fluir acontece
en la comunicación de los inconscientes. Este deseo-pulsión habitaría en cierta medida el fantasma
(o figura en términos lyotardianos) en cuanto que invita a la disolución del sujeto yóico en un baile
de mascaradas, pero el fantasma también tiene algo de deseo-voto o deseo ligado ya que esta
mascarada está posibilitada por un juego consciente de representación, por un teatro repetitivo. El
fantasma sería el modo de capturar esa energía inconsciente no ligada.
***
En los capítulos centrales de nuestra tesis nos hemos puesto en marcha con la tarea
deleuzeana de pervertir el platonismo, en esta ocasión, en el seno del psicoanálisis. En lo que se
refiere a la terapia psicoanalítica, se nos antoja caprichoso el corte que en los juegos de libre
111. En esta misma página del capítulo titulado precisamente “Finito, infinito, transfinito”, la pensadora ofrece una
visión, correspondientemente negativa de lo infinito. De esta manera encontraríamos un decir presocrático que
hablaría de lo apeiron como imperfecto por ilimitado, incompleto e indeterminado. Más allá de las comprensiones
positivas del apeiron, por ejemplo en Nietzsche, podríamos postular una cierta ambivalencia de los griegos ante la
positividad o negatividad de lo infinito.
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