La crítica de Deleuze al psicoanálisis: el proyecto ... - e-spacio UNED

conciencia surgiría como subproducto del lenguaje. Lo que forma parte de la conciencia es lo que,
al mismo tiempo, es comunicable, es decir, socializable. Lo comunicable y lo socialmente
instituido guardan una estrecha relación. Existen dispositivos de poder sobre las lenguas y las
lenguas, asimismo orientan la percepción de una determinada manera configurando así los modos
de entender la vida y el mundo. Si la conciencia y las lenguas guardan tan estrecha relación, ¿cuál
es la que liga el Inconsciente y el lenguaje? Para hablar con propiedad habría que decir que el
Inconsciente no está estructurado ni mucho menos como un lenguaje. Sin embargo, también existe
una estrecha relación entre Inconsciente y lenguaje en la medida en que entendemos que el
Inconsciente se situaría como condición de posibilidad del lenguaje. Expresado en términos
heideggerianos, el Inconsciente sería algo así como el hablar del habla que posibilita y se efectúa
en lo hablado 1430 . El Inconsciente es el sinsentido o el principio indemostrable que, como cualquier
formulación del arché, posibilita el sentido, posibilita el pensamiento constructor y deconstructor
de sentidos. En cualquier caso, lo decible en cada lengua constituye tan solo una pequeña parte de
toda una virtualidad del pensar, lo cual hace que el Inconsciente sea irrepresentable en signos de
comunicación. Esta irrepresentabilidad del Inconsciente choca con la empresa clínica freudiana de
traducirlo y de hacer pasar los contenidos del inconsciente a la conciencia. Tal vez algo así sería
posible respecto de un inconsciente psicológico formado como resto de operaciones represivas
sobre deseos previamente conscientes, pero no respecto del Inconsciente como logos, como
aquello que se retira antes incluso de haberse hecho consciente, como el Ser de la diferencia
ontológica. La empresa psicoanalítica responde al intento desesperado del hombre demasiado
humano de dar un significado, es decir, origen, sentido y finalidad, a todo, para sentirse seguro y
tranquilo. El conocimiento, para el freudismo, sería sinónimo de toma de conciencia en esa línea
de especificar origen, sentido y finalidad. El conocimiento, para Nietzsche, según podemos
advertir mediante Deleuze, tiene relación, más bien, con la experimentación en el juego de
perspectivas, es decir, con convocar al Inconsciente que nos permite pasar de un sentido a otro. El
conocimiento sería experimentación y juego de deconstrucción, construcción. De ahí que se
reconsidere el conocimiento desde la experiencia del esquizo que sería, por descentrada, la más
cercana al ser real de la materia 1431 . El Inconsciente sería como esa casilla vacía de los puzzles
1430 Cfr. También Merleau-Ponty observa esta relación del lenguaje con sus condiciones de posibilidad, diferenciando
la “palabra hablada” o modos del lenguaje ya instituidos, para referirse a lo sedimentado del lenguaje, y “palabra
hablante” o realidad constituyente del lenguaje, que sería rpimera y reactivaría, a cada momento la palabra hablada
(Mª. C. López: “De la expresividad al habla. Un modelo diacrítico de interculturalidad” en Paradojas de la
interculturalidad. op.cit. p. 49).
1431 Cfr. Debemos diferenciar “experiencia” de “vivencia” alejando a la primera de las connotaciones psicológicas de la
segunta, ya que de no ser así entraríamos en un terreno extraño. Nos referimos a la experiencia esquizo y no a la
vivencia esquizo, es decir, no al estado psicológico o a los avatares vivenciales del esquizo clínico. Además tal vez
sea erróneo atribuir al verdadero esquizo, al punto de vista esquizo, vivencias o, al menos, no vivencias
620