La crítica de Deleuze al psicoanálisis: el proyecto ... - e-spacio UNED

prefigurado de antemano y no abierto a la experimentación sino delimitado intelectualmente por el
modelo. Desde la crítica a la politización del Bien ontológico y a la consiguiente apolitización de la
historia humana, encontramos en Freud un devenir monoteísta. A pesar de la crítica de Freud al
monoteísmo como neurosis colectiva y dique frente al progreso, éste recaería en algo
esencialmente religioso: la moralización de las leyes de la naturaleza. La religión monoteísta se ha
dedicado, como mostraría Spinoza a convertir en preceptos morales lo que no son sino leyes
naturales y así, a pensar lo divino a la imagen de un padre. Si el primer principio ontológico tiene
carácter moral y/o político, lo estamos convirtiendo en un Dios personal como el del cristianismo.
El Falo lacaniano como significante primordial, como símbolo de poder al que todos aspiran
competitivamente, como lugar del Padre cumple ese papel de Dios. Todo ello se debe, como
decimos, a la moralización del primer principio ontológico o a la conversión de este en símbolo
político de poder al que se aspira.
Otro problema del psicoanálisis es el de pensar la familia como núcleo originario de la
sociedad en lugar de ver a la familia, más bien como reproductora de las relaciones de dominio
social, como habría hecho Nietzsche (o así, al menos, lo explica Vattimo en El sujeto y la
máscara). Nosotros hemos llegado a la conclusión de que solo aquellos que respetan la pureza
ontológica de los primeros principios, no confundiéndolos con preceptos morales o políticos, son
capaces, precisamente, de sacarnos del inmovilismo político. Es por eso que el Deleuze guattariano
no será, como algunos lacanianos (Žižek entre ellos) pretenden, un Deleuze menos riguroso, no
será un Deleuze ontológicamente perdido sino un Deleuze preocupado por las consecuencias a
nivel de pensamiento político, del psicoanálisis. El Deleuze guattariano es el Deleuze capaz de
articular un lugar para la ontología política. La ontología política no es teoría política, no es un
conjunto de manuales de estrategia y táctica. Quizás la ontología política es más ontología que
política pero en todo caso nos brinda la posibilidad de salir del presentismo y de la idea de que nos
hallamos al final de la historia. La ontología política sería la reflexión política fundada en la
diferencia ontológica, recordando nuevamente que ni el conjunto total de todo lo ente actual agota
la infinita virtualidad del Ser y que por tanto la historia no ha acabado ni el pasado es mero pasado
sino que podemos retornar a él para pensar lo no pensado en lo pensado.
Ciertamente, Freud ya apunta a cierta concepción ontológica del Inconsciente en cuanto que
entiende que salta por encima de individuos y personas. Sin embargo, su postulado de un alma
colectiva ideada a imagen del alma individual erraría el propósito que creemos advertir en Deleuze
de recuperar el logos de Heráclito. Freud plantea un alma colectiva en la que se van inscribiendo
los símbolos. Los acontecimientos de la historia humana, como el acontecimiento fundacional
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