La crítica de Deleuze al psicoanálisis: el proyecto ... - e-spacio UNED

mecánicos infantiles, que, al moverse, permitía encontrar diferentes dibujos. De ahí la idea
deleuzeana de que el Inconsciente no es un teatro en el que se repitan representaciones muertas
sino una fábrica en la que se encuentra todo el material para nuevas construcciones de sentidos. Al
Inconsciente solo se llega, como advertiría Lyotard mediante una máquina deconstructiva, ya que,
como observaría Derrida, el Inconsciente es la total alteridad, lo que excede la alternativa de la
presencia-ausencia, lo que se sustrae a toda representación.
Hemos llegado a la clara conclusión de que, en el constructo conceptual deleuziano, la co-
pertenencia ontológica es la que se da entre cuerpo sin órganos, que sería el Ser de Heidegger, y el
Inconsciente, que sería el Pensar de Heidegger. El cuerpo sin óganos sería, más bien, el cuerpo
desorganizado de la Naturaleza, previo a cualquier orden superpuesto o a cualquier esquema o
representación de la misma. El cuerpo sin órganos vendría a ser la deconstrucción del cuerpo, ya
sea el del mundo entero ya sea la de un individuo. En el otro lado de la diferencia ontológica, como
entidades, tendríamos a las máquinas deseantes, puntos de flujo y corte. Estas máquinas deseantes
fueron pensadas por Deleuze ya en Lógica del sentido, como órganos parciales. Žižek acusa una
contradicción entre este cuerpo sin órganos y esta especie de órganos sin cuerpo, donde tan solo
hay una diferencia ontológica: puesto que el cuerpo sin órganos es el cuerpo sin organización no
podrían habitarlo sino órganos sin cuerpo, órganos no centralizados por ningún orden, órganos que
percibirían el mundo cada uno desde sí, mónadas. Las máquinas deseantes manifiestas a la par que
ocultan el cuerpo sin órganos. Aquí situaríamos el terreno de la forclusión: de lo que se retiene
antes de haberse presentado nunca a la conciencia. El estatuto del objeto parcial no es carencial: el
estatuto modal no implica en Deleuze, como tampoco en Spinoza ni en Leibniz, carencia sino
perspectiva. Algunos lacanianos, como Jorge Alemán, pretenden que Lacan es el verdadero
heredero de Heidegger, puesto que habría visto en cada sujeto la angustia de la falta del Ser. Sería
también heredero del Parménides comprendido por cierta tradición, incluso por Jean Frère, del que
nos hemos servido para ilustrar la cuestión del deseo en la Grecia antigua. Sin embargo, esta
recepción no nos parece del todo consistente, puesto que los entes no carecen de Ser sino todo lo
contrario: son manifestaciones diversas del Ser y cada una de ellas lo expresa desde un punto de
vista. La finitud, como entendería Foucault, no implica falta sino que es un marco de posibilidades
o, diciéndolo con T. Oñate: determinación de lo definido 1432 . Un cuerpo cualquiera se pondrá a
certificables en la sociedad de referencia: “No sabemos siquiera formular correctamente la pregunta fundamental
qué sea una vivencia. Porque las definiciones de vivencia son disculpas/respuestas para garantizar un equilibrio,
un orden racional. Nos escondemos, por eso, en el espacio de la domesticación de lo privado...” (R. Reyes: “Más
allá de la modernidad 1. Ni diferencia ni repetición: La identidad negada” en Nómadas. Revista crítica de Ciencias
Sociales y Jurídicas de la Universidad Complutense de Madrid, 0, 1999. ISSN 1578-6730.).
1432 T. Oñate: Materiales de ontología estética y hermeneútica. Los hijos de Nietzsche en la postmodernidad I. op.cit. p.
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