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La crítica de Deleuze al psicoanálisis: el proyecto ... - e-spacio UNED

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e<strong>al</strong>izada. Por eso, la tradición filosófica, <strong>de</strong>fine habitu<strong>al</strong>mente <strong>el</strong> trabajo como actividad<br />

productiva humana libre, consciente y voluntaria. Sin embargo, capturar la actividad humana y<br />

convertirla en un objeto cu<strong>al</strong>ificable y cuantificable no ha sido, teóricamente, <strong>al</strong>go <strong>de</strong>l todo<br />

factible. D<strong>el</strong> mismo modo, este intento <strong>de</strong> racion<strong>al</strong>izar la actividad humana no ha impedido que<br />

aqu<strong>el</strong>lo que hemos asumido como trabajo resulte a menudo inconsciente, involuntario e<br />

irreconocible, o sea, <strong>al</strong>ienado. Y esto no solo se <strong>de</strong>be a las condiciones capit<strong>al</strong>istas sino también a<br />

la propia resistencia <strong>de</strong>l potenci<strong>al</strong> productivo humano a ser objetivizado, medible,<br />

instrument<strong>al</strong>izado y controlado. Y es que la explotación no es solo un <strong>de</strong>sajuste <strong>de</strong> s<strong>al</strong>arios, sino<br />

que, <strong>de</strong> por sí, la conversión <strong>de</strong> la actividad <strong>al</strong> trabajo es ya la explotación <strong>de</strong> la actividad. Si<br />

a<strong>de</strong>más no se reconoce <strong>el</strong> carácter explotado <strong>de</strong> una actividad, es <strong>de</strong>cir, si no se la reconoce como<br />

trabajo, la explotación se duplica. Dado que la supuesta esencia <strong>de</strong>l trabajo (libre, consciente y<br />

voluntario) no se cumple nunca; dado que t<strong>al</strong> concepto <strong>de</strong> trabajo es un concepto metafísico,<br />

llegamos a la conclusión <strong>de</strong> que <strong>el</strong> concepto <strong>de</strong> trabajo funciona como representación, como<br />

etiqueta que permite discriminar activida<strong>de</strong>s visibilizando o invisibilizando, v<strong>al</strong>orizando o<br />

<strong>de</strong>spreciando. Por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> lo que conocemos como trabajo explotado, se encuentran las<br />

activida<strong>de</strong>s productivas que ni siquiera son reconocidas como trabajo. Es aquí don<strong>de</strong> la filosofía<br />

feminista muestra lo que ninguna otra filosofia había mostrado o lo que ningún otro discurso había<br />

logrado expresar tan vívidamente. Lo que t<strong>al</strong> vez no sabían las primeras feministas es hasta dón<strong>de</strong><br />

llegaba <strong>el</strong> potenci<strong>al</strong> <strong>de</strong> su análisis. <strong>La</strong> filosofía feminista <strong>de</strong>nunciaba la hiperexplotación <strong>de</strong> la<br />

mujer, an<strong>al</strong>izando las condiciones económicas en las que ésta producía: condiciones <strong>de</strong> economía<br />

sumergida. Lo que no acababa <strong>de</strong> anunciarse es que la necesidad que tiene <strong>el</strong> capit<strong>al</strong> <strong>de</strong> <strong>el</strong>evar<br />

progresivamente la tasa <strong>de</strong> explotación iba a favorecer la feminización gener<strong>al</strong> <strong>de</strong> las condiciones<br />

<strong>de</strong> producción; que <strong>el</strong> capit<strong>al</strong> no podría contentarse ya con <strong>el</strong> disimulo <strong>de</strong> la explotación que sufre<br />

<strong>el</strong> trabajador as<strong>al</strong>ariado, sino que tendría, cada vez más, que disimular <strong>el</strong> carácter productivo <strong>de</strong> la<br />

mayor parte <strong>de</strong> las activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> las que se nutre y con las que sobrevive.<br />

Una <strong>de</strong> las estrategias discursivas más conocidas para la legitimación o disimulo <strong>de</strong> esta<br />

hiperexplotación fue <strong>el</strong> establecimiento <strong>de</strong>l du<strong>al</strong>ismo metafísico producción-reproducción, que<br />

antes mencionábamos. Este par está, a su vez, montado sobre otro, <strong>el</strong> par natur<strong>al</strong>eza-cultura. <strong>La</strong><br />

producción se vinculó a la construcción cultur<strong>al</strong>, a la transformación y dominación <strong>de</strong> la natur<strong>al</strong>eza<br />

por <strong>el</strong> hombre, y la reproducción parecía r<strong>el</strong>acionarse más con lo biológico o, en <strong>el</strong> mejor <strong>de</strong> los<br />

casos, con una <strong>de</strong>uda inexcusable para con la sociedad. <strong>La</strong>s activida<strong>de</strong>s señ<strong>al</strong>adas como<br />

reproductivas se entendían como cultur<strong>al</strong>mente inertes. Serían activida<strong>de</strong>s que, en sentido estricto,<br />

no producen nada nuevo, no crean v<strong>al</strong>or, no son propiamente humanas sino activida<strong>de</strong>s que <strong>el</strong><br />

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