La crítica de Deleuze al psicoanálisis: el proyecto ... - e-spacio UNED

Por recapitular cuál ha sido nuestra trayectoria, comenzamos recordando que nuestro
interés primario estaba dirigido hacia la obra de Freud, sobre todo hacia aquellas zonas que
resultaban de mayor interés para la filosofía y en concreto para la reflexión ontológica. El Freud
más destacable en este aspecto y el Freud que hemos seguido hasta el final es el Freud de Más allá
del principio del placer, el Freud que inspira Diferencia y repetición, asentando una concepción
preindividual del deseo como pulsión de muerte. La pulsión de muerte que habita en todo ser vivo
expresaría un cierto deseo ontológico, deseo del Ser, deseo de experienciar la continuidad del Ser.
Este deseo será, en la obra de Bataille, el que anima el erotismo humano. Se estaría pensando la
íntima relación entre sexualidad y muerte por presentar ambas modelos de despersonalización, de
pérdida de la individuación. Relacionar sexo y muerte es, al mismo tiempo, relacionar vida y
muerte en su mutuo darse. Como explicaría Bataille, hay en la reproducción algo de muerte. En los
unicelulares la producción de la vida nueva coincide con la muerte de la antigua. En los
pluricelulares, el tiempo desde la reproducción de los progenitores hasta la muerte sería una
prórroga. A nivel molecular, a nivel celular ocurriría lo mismo que en los unicelulares: la vida
surgiría directamente de la muerte. El permanente concurso de la muerte sería el eterno retornar de
la Diferencia, como causa inmanente de la diversidad. Como explicaría Freud, hay en la
consumación de la pulsión sexual algo de muerte: una especie de nivelación de las tensiones. En el
límite, esta nivelación supondría la muerte. Tanto Freud como Bataille estarían reescribiendo a
Anaximandro, ya que la pulsión de muerte y la pulsión sexual en su co-pertenencia valdrían como
experiencia de deconstrucción, de disolución en el apeiron, de sensación de la continuidad del Ser
más acá de las configuraciones individuales. Esta línea es la que Deleuze sigue en sus reflexiones.
Hasta aquí, por tanto, Freud (así como Bataille) habría sido una fuente de inspiración para el
postestructuralista francés.
En el estudio de Freud, encontramos resonancias con el pensamiento nietzscheano: por un
lado la voluntad de poder y el deseo parecían tener algo que ver; por otro lado, la formulación
freudiana del inconsciente podría heredar el propio concepto de Nietzsche, incluyendo un cierto
biologicismo anómalo. El mundo nietzscheano de las pulsiones, de los instintos, de las fuerzas
inconscientes y de la voluntad de poder constituye un plano biologicista a condición de entender lo
biológico como lo vital y a condición de extender esa vitalidad también, aunque
problemáticamente, a la realidad inorgánica. Diríamos que hay vitalidad allí donde hay deseo,
perseverancia en el ser y todo ente persevera de alguna manera en el ser, opone un cierto grado de
resistencia a su destrucción. Tanto en Nietzsche como en Freud habría una crítica a la concepción
de la subjetividad moderna: en ambos pensadores encontraríamos una operación de
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