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La crítica de Deleuze al psicoanálisis: el proyecto ... - e-spacio UNED

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vida soci<strong>al</strong> no está, en t<strong>al</strong> caso, tan separada <strong>de</strong> su vida sexu<strong>al</strong>. Ha tenido que vivir siempre en<br />

cierto erotismo y en cierta violencia caótica. Por <strong>el</strong>lo, la presencia <strong>de</strong> la muerte le es más próxima,<br />

como más próxima le es la experiencia <strong>de</strong> la reproducción. Su cuerpo se ha conformado más a una<br />

especie <strong>de</strong> ser-para-la-invasión: lo siente más a menudo como habitado y <strong>de</strong>scompuesto por<br />

materia extraña, como <strong>de</strong>scubierto y “ensuciado” por fluidos ajenos. Así, <strong>el</strong> <strong>de</strong>venir-mujer<br />

<strong>de</strong>leuzeano, como aflojamiento <strong>de</strong> la sujeción, cobra todo su sentido. Según <strong>el</strong> grado <strong>de</strong> liberación<br />

sexu<strong>al</strong>, se situará la transgresión en <strong>el</strong> consentimiento, o, si éste ha sido norm<strong>al</strong>izado, irá más <strong>al</strong>lá<br />

para po<strong>de</strong>r sentir la transgresión, fantaseando entonces con cosas como la violación: “Si llega a<br />

f<strong>al</strong>tar la posibilidad <strong>de</strong> la transgresión, surge entonces la profanación. <strong>La</strong> vía <strong>de</strong> la <strong>de</strong>gradación,<br />

en la que <strong>el</strong> erotismo es arrojado <strong>al</strong> verte<strong>de</strong>ro, es preferible a la neutr<strong>al</strong>idad que tendría una<br />

actividad sexu<strong>al</strong> conforme a la razón, que ya no <strong>de</strong>sgarrase nada” 541 . Sobre <strong>el</strong>la recae la violencia<br />

erótica. El hombre, sin embargo, <strong>al</strong> haberse constituido como sujeto, necesita un camino indirecto<br />

hacia <strong>el</strong> erotismo, un ro<strong>de</strong>o, una mayor transgresión respecto <strong>de</strong> la cotidianidad, dado que “... un<br />

hombre no pue<strong>de</strong> tener la sensación <strong>de</strong> que la ley se viola en él; por eso espera, aun teatr<strong>al</strong>izada,<br />

la confusión <strong>de</strong> la mujer, sin la cu<strong>al</strong> no tendría conciencia <strong>de</strong> estar ejecutando una violación” 542 .<br />

Por otro lado, aunque <strong>el</strong> hombre necesite una mediación, en él, ya <strong>el</strong> paso <strong>de</strong> la norm<strong>al</strong>idad<br />

(sujección) a la sexu<strong>al</strong>idad (apertura), supone un enorme cambio <strong>de</strong> intensidad. No es tan intenso<br />

en la mujer, que a veces, necesita una vu<strong>el</strong>ta <strong>de</strong> tuerca más, una mayor violencia, re<strong>al</strong> o imaginada,<br />

una mayor perversión que fort<strong>al</strong>ezca <strong>el</strong> paso intensivo: “...sin la evi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> la transgresión, ya<br />

no experimentamos ese sentimiento <strong>de</strong> libertad que exige la plenitud <strong>de</strong>l goce sexu<strong>al</strong>. De t<strong>al</strong><br />

manera que, a veces, <strong>al</strong> espíritu hastiado le es necesaria una situación escabrosa para acce<strong>de</strong>r <strong>al</strong><br />

reflejo <strong>de</strong>l goce fin<strong>al</strong> (o, si no la situación misma, su representación buscada durante la cópula,<br />

como soñando <strong>de</strong>spierto). Esta situación no siempre es terrorífica: muchas mujeres no pue<strong>de</strong>n<br />

gozar sin contarse una historia en la que son violadas” 543 . Encontramos, así, <strong>el</strong> fundamento <strong>de</strong>l<br />

gusto por los juegos <strong>de</strong> dominación, que acompañan la escena <strong>de</strong> la sexu<strong>al</strong>idad humana. <strong>La</strong><br />

mod<strong>al</strong>idad edípica no es sino un <strong>de</strong>terminado agenciamiento: una teatr<strong>al</strong>ización soci<strong>al</strong>mente<br />

adaptada <strong>de</strong> esta violencia erótica. Es solo un ropaje di<strong>al</strong>éctico, una mediación, que hace que la<br />

experiencia <strong>de</strong> la disolución sea más soportable, más int<strong>el</strong>igible. El agenciamiento edípico <strong>de</strong> la<br />

violencia erótica no es más que una <strong>de</strong>sviación que amortigua <strong>el</strong> momento trágico <strong>de</strong> la presencia<br />

<strong>de</strong> la muerte. No solo ocurre en <strong>el</strong> terreno <strong>de</strong> la sexu<strong>al</strong>idad sino que es <strong>de</strong> lo más habitu<strong>al</strong> que, ante<br />

541 Ibid. p. 146.<br />

542 Ibid. p. 140.<br />

543 Ibid. p. 113.<br />

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