La crítica de Deleuze al psicoanálisis: el proyecto ... - e-spacio UNED

“cuidado de sí” de la antigüedad clásica, sino que el deseo y la sexualidad estarán cargados por “lo
social” pero no como superestructura, sino como elemento mismo de la producción en un juego de
descodificación y recodificación, propio del operar capitalista. Foucault afirma rotundamente que
la multiplicación de los análisis, las conversaciones, las imágenes, etc. sobre el sexo, es decir, la
“pornografización” del ambiente social, revelan una tecnología de poder basada en el intento de
convertir todo el deseo en discurso 1331 . Dentro de esta estrategia, la represión no es más que una
táctica de refinamiento de la incitación a la confesión sexual constante y de potenciación del placer
en torno a este parloteo. La sexualización no puede confundirse con suerte alguna de liberación
sexual, sino que constituye, por el contrario, un trabajo de significación sexual y, por ello, de
desensualización del sexo, de narcistización del mismo. Es en este sentido que la sexualidad es una
invención moderna, una administración del sexo, una regulación que lo rentabiliza y lo convierte
en productor de identidad. Y es también en este sentido que las perversiones que, en un tiempo se
sistematizaron, clasificaron y racionalizaron en discursos científico-médico-psiquiátricos, fueron
más inventadas que perseguidas. Cuando decimos que fueron inventadas nos referimos a que, en
todo caso, se trataba de placeres periféricos y gratuitos, que fueron sexualmente tipificados, es
decir, reabsorbidos en la sexualidad, en el discurso genitalizado del sexo. Así, leemos en Freud una
benevolencia para con las perversiones en la medida en que pierden su carácter extraviado para
convertirse en preámbulos o incitaciones dirigidas a la teleología sexo-genital. Foucault insiste en
desmontar la idea habitual que consiste en ver en la explosión y proceso de saturación de la
discursiva y del imaginario sexual, sobre todo en torno a la sexualidad irregular, exterior a la pareja
monógama heterosexual (que parece tener más derecho a la discreción), a partir del siglo XVIII, un
síntoma de libertad, progreso y respeto a la diversidad. Nos invita a preguntarnos por qué nos
sentimos más libres, o sexualmente más libres, al ser sometidos a un interrogatorio constante.
¿Cómo es que la confesión nos “libera”? No nos libera sino que nos da permisividad a cambio de
control y vigilancia, a cambio de reinstalarnos en el esquema sujeto-objeto. Comprendemos así,
una vez más, que la preciada subjetivación no es más que la aceptación e interiorización de una
objetivación. El poder ya no actúa, principalmente, mediante la negatividad 1332 , porque la
prohibición conlleva la exclusión y ésta, la aparición de espacios huidizos, descategorizados, al
margen del orden simbólico. Estos espacios constituyen potencialidades, un afuera del Poder, de
recorrido y extensividad imprevisibles. El poder actúa más bien por inclusión, por integración,
1331 M. Foucault: Historia de la sexualidad 1: La voluntad de saber. op.cit. p. 21.
1332 M. Foucault: Historia de la sexualidad 1: La voluntad de saber. op.cit. p. 77: “... la represión no es fundamental
ni triunfante (...), hay que partir de esos mecanismos positivos, productores de saber, multiplicadores de
discursos, inductores de placer y generadores de poder”.
559