La crítica de Deleuze al psicoanálisis: el proyecto ... - e-spacio UNED

pensar más libre pero incardinado o, lo que es lo mismo, materialmente situado y políticamente
responsable. Para nuestra empresa, necesitaríamos un espacio libre de represión o, lo que es lo
mismo, un espacio libre de recuerdos, en el que poder deshacerse de los fantasmas que paralizan al
Inconsciente, impidiéndole, estéticamente, fabricar enunciados e impidiéndole, políticamente, crear
nuevos valores. El agente colectivo de enunciación es la condición de posibilidad para una política
del acontecimiento, es decir, para una política del devenir, en la que no se avanza por caminos
pretrazados sino por experimentación. Sabemos que hablar de una ontología política implica
proponer una política estética, es decir, una política que asuma el deseo o voluntad de poder como
el lugar imperceptible desde el cual se hace posible una percepción y, por ello, entiende que la
lucha revolucionaria comienza en el nivel de la sensibilidad transcendental 1446 . Esta asunción
supone la visibilidad de lo que, en principio, era invisible. Hacer ontología política, es decir,
diferenciar entre poder constituyente y poder constituido, prometiendo para el primero un virtual
sin fondo a partir del cual reinventar el lazo comunitario implica, en los tiempos de Deleuze y en
nuestros tiempos, contribuir con la crítica del capitalismo. En nuestro caso, vamos a tratar, para
ello, de reforzar no la conciencia, de la cual, tal vez por desventura no podamos huir demasiado,
sino el Inconsciente, ese Pensar sin sujeto, ese sinsentido que nos permite deshacer los sentidos
vigentes y crear otros nuevos, ese logos que es el punto cero de la ley. Los tiempos en los que
vivimos parecen ser ya los de la subsunción real de la vida en el Capital, de tal manera que tal tarea
no es precisamente fácil 1447 . El sistema ha aprendido a mercantilizar no solo nuestro tiempo de
trabajo sino nuestro tiempo libre, nuestra capacidad afectiva, nuestro deseo, nuestro amor, nuestras
diversiones e incluso nuestros deshechos. Pocas tareas escapan a la rentabilidad mercantil. Quizás
la única que con seguridad puede alzarse con la aristocracia de la “inutilidad” siga siendo la
filosofía, siempre y cuando no sea falsa filosofía, es decir, ideología del sistema. Y tal vez, en el
ámbito de la filosofía, sea la filosofía primera la que exhiba esta característica de “gratuidad” en
mayor grado. Aspirar al Ser, señalarlo, asomarse a lo más abismático del pensamiento, indicar eso
mismo que vuelve en el Eterno Retorno, hacerse cargo de las condiciones de posibilidad de todo lo
existente, es decir, atender a lo transcendental en la filosofía, constituye el punto básico de una
1446 Cfr. En El arte como racionalidad liberadora. op.cit., Mª C. López presenta a Marcuse como uno de los filósofos
volcados en la tarea de pensar una revolución perceptual, dado que propone la liberación de la sensibilidad como
nueva forma de transformación. Además, considera que una de las metas principales de un verdadero socialismo es
la revalorización de la sensibilidad, insistiendo con ello, en la importancia de la dimensión estética de la realidad y
en el proyecto de una sociedad construida como obra de arte.Así, un verdadero proyecto político pasaría por la
elaboración de una nueva sensibilidad (pp. 23-25). En este sentido, el arte es de por sí revolucionario precisamente
por estar libre de los requerimientos de una praxis política determinada (p. 36) y por su capacidad para definir lo
que es real (p. 38). También Merleau-Ponty advertiría que el arte nos enseña a mirar de otro modo (p. 51).
1447 J. M. Aragües: Líneas de figa. op.cit. p. 21.
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