La crítica de Deleuze al psicoanálisis: el proyecto ... - e-spacio UNED

que es el de tomar una estrategia económica y vital determinada, de la que ya gozaban las parejas
heterosexuales. Sin embargo, tal vez el movimiento LGTB tuvo un potencial que amenazaba esta
institución social que es el matrimonio, poniendo en cuestión la individualización de los cuidados y
los privilegios de los que gozan unas comunidades afectivas sobre otras que no se ajustan a los
patrones del derecho vigente. El reconocimiento de unos siempre perpetúa la marginalidad de
otros. El reconocimiento estatal, como el propio Estado, opera siempre generando, como señalaba
Deleuze, una interioridad y una exterioridad. El reconocimiento, además, significa también una
sujeción. En esta misma línea se debate también en los foros feministas acerca del reconocimiento
y visibilización de la mujer. Son muchas las que creen que, en determinado número de aspectos,
los períodos históricos más “obscuratistas” invisibilizaban de tal modo a la mujer, que ésta podía
disfrutar de una mayor libertad, mientras que los tiempos del reconocimiento de la mujer la habrían
acabado sometiendo a encasillamientos y moldes estéticos, conductuales, etc. más rígidos que
nunca. Con todo ello, queremos hacer notar que además de las políticas dialécticas e identitarias
del reconocimiento, existen políticas de liberación que aprovechan el carácter a-identitario,
inacabado y prerostrificado, es decir, de simulacro, en el que ciertas colectividades viven, para
poner en cuestión las propias identidades sancionadas, y las estructuras e instituciones en las que se
consolidan. Una política tal sería una política verdaderamente constituyente puesto que tendería a
elaborar su propio discurso y a construir otros derechos, derechos diferenciales, en lugar de
extender los ya existentes, capturando en ellos subjetividades que podrían haber sido alternativas:
“Toda marginalidad, apostando por sí misma, es pues portadora de potencial de las necesidades y
de los deseos de la inmensa mayoría. (…) Quizá fue el movimiento de las mujeres, con su
extraordinaria potencia de desarrollo, el que a partir de 1968 hizo avanzar más la nueva síntesis
del concepto de producción y de liberación social” 1285 . En este sentido práctico podemos hablar de
crítica de la representación en el ámbito político puesto que los derechos establecidos (que a
menudo funcionan perversamente como obligaciones) también funcionan como puntos de
subjetivación y el deseo de reconocimiento exige pasar por el aro de las representaciones
dominantes capturándonos, en ocasiones, en personajes míticos. Se hace necesaria una
“...redefinición de los “Derechos del Hombre” que garantice y estimule las construcciones
comunitarias (…) renovación de los mecanismos constitucionales y de su capacidad de registrar
los conflictos y los cambios sociales” 1286 .
Negri reconoce la paradoja en la que se mueve el capitalismo actual. Por un lado, debe
1285 A. Negri y F. Guattari: Las verdades nómadas y General Intellect. op.cit. p. 35.
1286 Ibid. p. 65.
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