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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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Levítico 8:30), no fué derramado sobre la cabeza de éstos. Esta distinción fué reservada para el sumo sacerdote (cap.<br />

29:7; Levítico 8:12; Salmo 133:2). 16. Moisés hizo conforme a todo lo que Jehová le mandó—Por su parte, mostró la<br />

misma fidelidad escrupulosa en conformarse al “modelo” en la disposición de los muebles, que había sido<br />

manifestada por los obreros al erigir el edificio. 33. Así acabó Moisés la obra—Aunque no está expresamente relatado<br />

en este pasaje, por lo que tuvo lugar en ocasiones similares, hay razón para creer que el día de la inauguración el<br />

pueblo fué llamado de sus tiendas; se formó una vasta asamblea, pero en disposición tranquila y ordenada al rededor<br />

del recién construído tabernáculo. 34. una nube—literalmente, “<strong>LA</strong> nube” ‐la nube mística del bien conocido símbolo<br />

de la presencia divina. Después de estar a gran distancia de ellos sobre la cumbre de la montaña, parecía estar en<br />

movimiento; y si muchos de ellos sentían temor secreto acerca de las consecuencias, ¡cómo reviviría el corazón<br />

desfallecido; crecería intensamente el interés del momento, y rebosaría el gozo, cuando se vió que aquella nube<br />

simbólica estaba lenta y majestuosamente descendiendo hacia abajo a la llanura, y cubriendo el tabernáculo! La<br />

ocultación completa y total del tabernáculo dentro de los pliegues de una nube impenetrable, no carecía de un<br />

significado profundo e instructivo: era protección al edificio sagrado del calor ardiente del clima arábigo; era una<br />

prueba de la presencia divina; y era también un emblema de la dispensación mosaica, la cual, aunque era una<br />

revelación del cielo, sin embargo, dejó muchas cosas escondidas en la obscuridad; porque era una nube obscura en<br />

comparación con la brillante nube que señaló los descubrimientos más claros y más completos del carácter y la gloria<br />

divinos, en el evangelio (Mateo 17:5). la gloria de Jehová hinchió el tabernáculo—o sea, la luz y el fuego, un<br />

esplendor creado, que era el símbolo peculiar de Dios (1 Juan 1:5). Sea que esta luz fuera inherente a la nube o no, en<br />

esta ocasión emanaba de ella, y al hacer su entrada, no con la velocidad de un relámpago, sino con esplendor<br />

majestuoso, pasó por el atrio exterior al interior del lugar santísimo (1 Reyes 8:10; Juan 1:14). Su carácter milagroso es<br />

mostrado por el acto de que, aunque “llenó el tabernáculo”, ni una cortina ni una pieza del moblaje fué chamuscado.<br />

35. no podía Moisés entrar en el tabernáculo del testimonio—¡Cómo demuestra esta circunstancia la incapacidad del<br />

hombre, en su estado actual, de mirar a cara descubierta las perfecciones de la Divinidad! Moisés no pudo soportar el<br />

claro fulgor ni tampoco pudieron los más sublimes de los profetas (Isaías 6:5). Pero lo que ni Moisés ni los más<br />

eminentes de los mensajeros de Dios a la antigua iglesia por la debilidad de la naturaleza pudieron soportar, nosotros<br />

todos podemos hacerlo ahora por el ejercicio de la fe; mirando a Jesús, quien refleja con resplandor depurado la<br />

claridad de la gloria del Padre; y, quien, habiendo entrado como Precursor para nosotros dentro del velo, nos ha<br />

invitado a acercarnos con valor al propiciatorio. Mientras que Moisés era obligado, por la influencia de un temor<br />

abrumador, a estar a la distancia, y no pudo entrar al tabernáculo, Cristo entró al lugar santísimo no hecho por manos;<br />

en efecto, él mismo es el verdadero tabernáculo, lleno de la gloria de Dios, siempre con gracia y verdad, que triplicaba<br />

la “Shekinah”. ¡Qué motivo tenemos para dar gracias a Dios por Jesucristo, quien, siendo el resplandor de la gloria del<br />

Padre, sin embargo, exhibía aquella [PAG. 94] gloria de una manera tan suave y atrayente, como para animarnos a<br />

acercarnos con confianza y amor a la presencia divina! 36. cuando la nube se alzaba del tabernáculo—Viajando por<br />

los desiertos arenosos, sin rastros, del Oriente, se ha recurrido, desde tiempos inmemoriales, al uso de antorchas, que<br />

emitían nubes de humo de día y de fuego en la noche. Los ejércitos de Darío y Alejandro fueron conducidos de esta<br />

manera. (Faber.) Las caravanas árabes de hoy siguen la misma costumbre; y materiales para estas antorchas son<br />

acumuladas entre otros preparativos para un viaje. Fuego vivo, levantado en vasos en el extremo de largos palos, y<br />

siendo visto a larga distancia, sirve, por el humo en el día y la luz en la noche, como señal para la marcha, mejor que<br />

la trompeta, que no se oye en los extremos de un campamento grande. (Laborde.) Esta usanza y el milagro relatado<br />

por Moisés se ilustran mutuamente. La usanza nos lleva a pensar que el milagro era necesario, y digno de ser obrado<br />

por Dios; y por la otra parte, el milagro de la columna de nube, que producía el doble beneficio de sombra de día y luz<br />

por la noche, da a entender no sólo que la usanza no era desconocida por los hebreos, sino que suplía todas las<br />

necesidades que ellos sentían al igual que otros viajeros al través de aquellas regiones fatigantes. (Faber, Hess,<br />

Grandpierre.) Pero su apariencia peculiar, su carácter uniforme y movimientos regulares la distinguían de todos los<br />

fenómenos atmosféricos comunes. Era una bendición inapreciable a los israelitas, y siendo reconocida por todas las<br />

clases como el símbolo de la presencia divina, guiaba sus viajes y regulaba sus campamentos (comp. Salmos 29, 105).<br />

38. la nube de Jehová estaba de día sobre el tabernáculo, etc.—Mientras que hasta ahora la nube aparecía algunas<br />

veces en un lugar, algunas veces en otro, ahora se hallaba sobre el tabernáculo solamente; de modo que desde el<br />

momento que el santuario fué erigido, y la gloria de Jehová había llenado el edificio sagrado, miraban los israelitas<br />

hacia el lugar que Dios había escogido para poner allí su nombre, para que pudiesen gozar de los beneficios de su<br />

Guía celestial (Números 9:15–23). De igual manera, la iglesia tenía la revelación divina como su guía desde el<br />

principio, mucho antes de que la palabra de Dios existiera en forma escrita; pero siempre desde el establecimiento de<br />

aquel canon sagrado, ella está descansando sobre la palabra revelada como su tabernáculo, y únicamente allí ha de<br />

hallarse la dirección divina. Nos acompaña dondequiera que vayamos, así como la nube indicaba el camino de los<br />

israelitas. Es siempre accesible; podrá ser llevada en nuestro bolsillo cuando andamos a pie; podrá ser grabada sobre

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