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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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441<br />

olvidar. 32. la tercera parte de un siclo, para la obra de la casa de nuestro Dios—La ley exigía que cada individuo de<br />

veinte años de edad para arriba pagara medio siclo al santuario. Pero como consecuencia de la pobreza general,<br />

ocasionada por la guerra y el cautiverio, este tributo fué reducido a la tercera parte de un siclo. 34. Echamos también<br />

las suertes,… acerca de la ofrenda de la leña—El de llevar la leña antes había sido el trabajo de los nethineos. Pero<br />

como pocos de ellos habían regresado, este deber fué señalado como se dice en el texto. La práctica más tarde llegó a<br />

grande importancia, y Josefo habla (Las Guerras Judías, 2. 17) de la “xyloforía”, o ciertos tiempos fijos y solemnes<br />

cuando el pueblo traía la leña al templo. 38. estaría el sacerdote hijo de Aarón con los levitas, cuando los levitas<br />

recibirían el diezmo—Este fué un arreglo prudencial. La presencia de un sacerdote serio aseguraría la entrega pacífia<br />

de los diezmos; por lo menos la superintendencia e influencia del sacerdote tendería a evitar la perpetración de algún<br />

fraude en la transacción, sea que el pueblo engañase a los levitas, o los levitas engañasen a los sacerdotes. el diezmo<br />

del diezmo—es decir, habiendo recibido los levitas la décima parte de todos los productos de la tierra, eran obligados<br />

ellos a dar la décima parte de esto a los sacerdotes. Los levitas estaban encargados también con la obligación adicional<br />

de llevar los diezmos recibidos, y depositarlos en las dispensas del templo, para uso de los sacerdotes. 39. no<br />

abandonaremos la casa de nuestro Dios—Esta solemne promesa fué repetida al final del pacto como una expresión<br />

del intenso celo por el cual el pueblo en este entonces era animado para la gloria y el culto de Dios. Bajo los<br />

sentimientos punzantes de pesar y arrepentimiento por sus pecados nacionales, de los cuales la apostasía del servicio<br />

del verdadero Dios fué el principal, y bajo el recuerdo fresco y doloroso de su cautiverio prolongado, ellos juraron. y,<br />

sintiendo el impulso de una devoción ardiente como también de gratitud por su restauración ellos se lisonjeaban de<br />

que nunca se olvidarían de su voto, de ser del Señor.<br />

CAPITULO 11<br />

Vers. 1, 2. LOS GOBERNANTES, HOMBRES VOLUNTARIOS, Y UN HOMBRE <strong>DE</strong> CADA DIEZ ELEGIDO POR<br />

SUERTE, RESI<strong>DE</strong>N EN JERUSALEM. 1. Y habitaron los príncipes del pueblo en Jerusalem—Como la ciudad era la<br />

metrópoli del país, era justo y propio que la sede del gobierno estuviese allí. Pero la exigencia de los tiempos requería<br />

que se tomasen medidas especiales para asegurar allí la residencia de una población adecuada para la custodia de los<br />

edificios y la defensa de la ciudad. Por las molestias de los enemigos inquietos y maliciosos, quienes probaron todos<br />

los medios para destruir las fortificaciones que se levantaban, había algún peligro inherente en un establecimiento en<br />

Jerusalem, y por esto la mayor parte de los regresados, a fin de ganar como también asegurar las recompensas de su<br />

deber, prefirieron permanecer en el campo o en las aldeas provinciales. Para remediar este estado de cosas, se resolvió<br />

elegir por suerte a cada décimo hombre de las tribus de Judá y Benjamín, para que fueran residentes de la capital. La<br />

necesidad de tal medida hizo que recibiera la aprobación general. El pueblo se sometió fácilmente puesto que en todos<br />

los momentos críticos de la historia judía, se recurría a la suerte, la cual era considerada por el pueblo como una<br />

decisión divina (Proverbios 18:18). Esta emergencia despertó fuertemente el espíritu nacional; los voluntarios patriotas<br />

se presentaron para responder a los deseos de las autoridades, servicio que exigía gran sacrificio y valor, y bajo estas<br />

circunstancias se consideraba de tanta importancia que quienes lo prestaban se hacían acreedores a la gratitud<br />

pública. No es de sorprender que la conducta de estos voluntarios despertara el tributo de la admiración pública;<br />

porque ellos sacrificaron su seguridad y comodidad personales por los intereses de la comunidad. Siendo Jerusalem<br />

en aquel entonces un lugar contra el cual los enemigos de los judíos estaban dirigiendo miles de conspiraciones; y, por<br />

lo tanto, la residencia en ella en tal ocasión era atendida por gastos y molestias diversos de los cuales la vida rural<br />

estaba enteramente libre.<br />

3–36. LOS NOMBRES <strong>DE</strong> AQUELLOS VOLUNTARIOS. 3. los principales de la provincia—es decir, de la Judea.<br />

Nehemías habla de ella, tal como era entonces, una pertenencia pequeña del Imperio Persa. en las ciudades de Judá<br />

habitaron cada uno en su posesión en sus ciudades—Los regresados del cautiverio, que vinieron de Babilonia,<br />

fueron en su mayoría, y por impulso natural, a las tierras y ciudades de todo el país, las cuales habían sido<br />

antiguamente asignadas. Israel—Este nombre general, que identificaba a los descendientes de Jacob antes de la infeliz<br />

división del reino bajo el reinado de Roboam, fué restaurado después de la cautividad puesto que los israelitas se<br />

unieron entonces con los judíos, y toda huella de su separación anterior quedó borrada. Aunque la mayoría de los<br />

regresados del cautiverio pertenecían a las tribus de Judá y Benjamín, en esta parte se refiere a ellos como Israel;<br />

porque un gran número de entre todas las tribus ahora estaban entremezlados, y éstos eran pricipalmente los<br />

ocupantes de las aldeas rurales, mientras que no residían en Jerusalem sino los de Judá y Benjamín. levitas—estos se<br />

posesionaron de las ciudades a ellos designadas, según tenían oportunidad. nethineos—cierto orden de hombres, o<br />

gabaonitas o personas unidas con ellos, quienes se dedicaban al servicio de Dios. 4. En Jerusalem pues habitaron de<br />

los hijos de Judá—La diferencia que aparece entre esta lista y la lista dada en 1 Crónicas 9:1–9, resultó no sólo de la

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