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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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recomienda como producto de una autoridad superior a la de los escritos apócrifos, tales como la Sabiduría, o<br />

Eclesiástico. Salomón vivió 500 años antes de los “siete sabios” de Grecia, y 700 años antes de la edad de Sócrates,<br />

Platón y Aristóteles. Es bien patente pues, sea cual fuere la teoría de los origenes de su conocimiento que se adopte,<br />

que él nada sacó de ninguno de los escritos paganos de que nosotros tenemos conocimiento. Es muchísimo más<br />

probable que por las varias migraciones, cautividades, y dispersiones de los judíos, los filósofos gentílicos recibiesen<br />

de esta fuente de inspiración muchas de las corrientes que continúan refrescando a la humanidad en medio de los, al<br />

contrario, áridos y estériles desiertos de la literatura profana.<br />

Pero como los Salmos como un todo se atribuyen a David, por ser él el autor principal, del mismo modo, el<br />

atribuir este libro a Salomón es completamente consecuente con los títulos de los capítulos 30 y 31, los que atribuyen<br />

dichos capítulos a Agur y Lemuel respectivamente. De estas personas nada sabemos. No cabe aquí discutir las varias<br />

especulaciones respecto a ellos. Por un sencillo cambio de lectura algunos proponen traducir el capítulo 30:1:<br />

“Palabras de Agur, hijo de la que fué obedecida (a saber, la reina de) Massa:” y el cap. 31:1: “Palabras de Lemuel, rey<br />

de Massa;” pero está en contradicción con todas las primeras versiones; y nada menos que la más rigurosa necesidad<br />

exegética debiera permitir la justificación del abandono de una lectura y traducción bien establecidas cuando no se<br />

gana nada útil para nuestro conocimiento. Mejor es reconocer la ignorancia que tolerar conjeturas inútiles.<br />

Es probable que de los “tres mil proverbios” (1 Reyes 4:32) que Salomón pronunció, seleccionara y editara en vida<br />

los caps. 1–24. Los caps. 25–29, son también de su composición, copiados en los días de Hezequías por sus “hombres,”<br />

acaso, los profetas Isaías, Oseas, y Miqueas. Tal obra estuvo evidentemente en el espíritu de este piadoso monarca,<br />

quien puso todo su corazón en el propósito de reformar el culto de Dios. Hombres eruditos han procurado establecer<br />

la teoría de que Salomón mismo no fué sino un coleccionista, o de que las otras partes del libro, del mismo modo que<br />

estos capítulos, son también selecciones hechas por otras manos; pero las razones aducidas para defender estas<br />

premisas nunca han sido tan satisfactorias como para hacer cambiar las opiniones comunes sobre el asunto, las que<br />

tienen la sanción de las autoridades más antiguas y de más confianza.<br />

III. <strong>LA</strong>S DIVISIONES <strong>DE</strong>L LIBRO—Una obra como ésta, por supuesto, no se presta para un análisis lógico<br />

alguno. Sin embargo hay ciertas indicaciones bien definidas para una división, de modo que el libro por lo general se<br />

divide en cinco o seis partes.<br />

[PAG. 497] 1. La primera contiene nueve capítulos, en los que se discuten y se refuerzan ilustrando, amonestando,<br />

y animando, los principios y las bendiciones de la sabiduría, y las estratagemas y prácticas perniciosas de los<br />

pecaminosos. Estos capítulos son preliminares. Representan muy pocos especímenes del verdadero proverbio, pero se<br />

distinguen por la concisión y la elegancia que lo caracterizan. La dicción sigue estrictamente la forma del paralelismo,<br />

y son generalmente de la clase de los sinónimos, habiendo solamente cuarenta de los sintéticos y tan sólo cuatro (cap.<br />

3:32–35) de los antitéticos. El estilo es adornado, las figuras más bien audaces y amplias, y las ilustraciones llamativas<br />

y extensas.<br />

2. Los paralelismos antitético y sintético a exclusión del sinónimo distinguen los capítulos 10:1 a 22:16; y los versos<br />

corren sin enlace entre sí, cada uno formando en sí mismo un sentido completo.<br />

3. En los capítulos 22:17 a 24:34 se presenta una serie de amonestaciones dirigidas como si fuera a un estudiante; y<br />

generalmente el tema ocupa dos o más versos.<br />

4. Los capítulos 25–29 lógicamente pueden ser considerados como porción distinta, por las razones arriba dichas<br />

respecto a su origen. Su estilo es muy mixto; acerca de sus peculiaridades, véanse la 2a. y 3a. partes.<br />

5. El cap. 30 es peculiar, no sólo con respecto a su autor, sino también como un ejemplo de la clase de proverbios<br />

que se han descrito como “dichos obscuros” o enigmas.<br />

6. Además de unas amonestaciones abundantes y concisas, propias para un rey, el cap. 31 nos da un retrato<br />

inimitable de la mujer. En la división 5a. como en la 6a., la particularidad distintiva del estilo proverbial original da<br />

lugar a las modificaciones que como ya notamos, señalan la composición posterior; pero tanto aquél como ésta<br />

conservan el método conciso y vigoroso de exponer la verdad, de igual valor ambos para su honda impresión y la<br />

permanente retención en la memoria.

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