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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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192<br />

derrota. 9. Entonces los capitanes de los ejércitos mandarán delante del pueblo.—i. e., cuando los eximidos se<br />

hubieran retirado, los combatientes se pondrían en orden de batalla. 10–20. Cuando te acercares a una ciudad para<br />

combatirla, le intimarás la paz—Un principio importante aquí se introduce en la ley de guerra respecto a los pueblos<br />

contra los cuales lucharan y las ciudades que [PAG. 171] sitiasen. Con “las ciudades de estos pueblos que Jehová tu<br />

Dios te da” en Canaán, había de ser guerra de exterminio (vv. 17, 18). Pero cuando en una ocasión justa, marcharan<br />

contra otras naciones, ellos habían de hacerles oferta de paz, y si ésta era seguida por una rendición, el pueblo vendría<br />

a ser dependiente, y en la relación de tributarias, las naciones conquistadas, recibirían las más grandes bendiciones en<br />

una alianza con el pueblo escogido; llegarían al conocimiento del Dios de Israel y al culto de Israel, como también a<br />

una participación en los privilegias de Israel. Pero si la ciudad sitiada se negaba a rendirse, se había de hacer una<br />

masacre universal entre los varones, mientras que las mujeres y los niños serían salvados y tratados bondadosamente<br />

(vv. 13, 14). Por estos medios se hacia una provisión para que fuese hecha una relación útil entre los apresores y los<br />

cautivos; e Israel, aun por sus conquistas, vendría a ser una bendición a las naciones. 19. no destruyas su arboleda<br />

metiendo en ella hacha—En un sitio prolongado, se necesitaría madera para varios fines, tanto para obras militares<br />

como para leña. Pero los árboles frutales habían de ser conservados; y, en efecto, en países cálidos como la India,<br />

donde el pueblo se alimenta de fruta mucho más que nosotros, la destrucción de un frutal se considera como un<br />

sacrilegio. 20. construye baluarte contra la ciudad que pelea contigo—Es evidente que alguna clase de máquinas<br />

militares eran indicadas; y en efecto sabemos que en Egipto, donde los israelitas aprendieron sus tácticas militares, el<br />

método de dirigir un sitio era el de levantar diques y hacer avances con torres movibles, o con el testudo. (Wilkinson).<br />

CAPITULO 21<br />

Vers. 1–9. EXPIACION <strong>DE</strong>L ASESINATO INCIERTO. 1. Cuando fuere hallado … muerto echado en el campo, y<br />

no se supiere quién lo hirió—Las ceremonias aquí ordenadas para observarse en el descubrimiento de un cuerpo<br />

asesinado, muestran las ideas de santidad que la ley mosaica, trataba de asociar con la sangre humana, el horror que<br />

inspiraba el asesinato, como también los temores que se sentían de que Dios se vengase de ella en él país entero, y la<br />

contaminación que se suponía contraía tierra por el derramamiento de sangre inocente, no castigado. Según escritores<br />

judíos, tomando el Sanedrín cargo de tal causa, enviaba una diputación a revisar las cercanías, y, habiéndose<br />

informado cuál era la ciudad más cercana al lugar donde había sido hallado el cadáver, una orden era expedida por la<br />

autoridad suprema a las ancianos o magistrados de aquella ciudad, para que proveyeran una becerra a expensas del<br />

fisco, y cumpliesen la ceremonia establecida. La ocupación de las autoridades públicas en la obra de expiación, la<br />

compra de la víctima, la conducción de la misma al “valle áspero”, que podía estar a distancia considerable, y el cual,<br />

como indica el original, sería un wady, corriente perenne, en las aguas del cual, la sangre contaminadora sería secada<br />

de la tierra, y un desierto por otra parte, incapaz de ser cultivado; el lavamiento de las manos, el cual era un acto<br />

antiguo simbólico de la inocencia: toda la ceremonia estaba destinada a hacer una impresión profunda en la mente<br />

judía, y en la mente oriental en general; para estimular la actividad de los magistrados en el cumplimiento de sus<br />

deberes oficiales; conducentes al descubrimiento del criminal y la represión del crimen.<br />

10–23. EL TRATAMIENTO <strong>DE</strong> UNA CAUTIVA TOMADA POR ESPOSA. 10–14. Cuando salieres a la guerra … y<br />

vieres entre los cautivos alguna mujer hermosa, y la codiciares, y la tomares para ti por mujer—Según las<br />

costumbres de guerra de todas las naciones antiguas, una cautiva venía a ser la esclava del vencedor, que tenía<br />

derecho único e indisputable sobre ella. Moisés mejoró esta costumbre existente con reglamentos especiales sobre el<br />

asunto. Decretó que, en caso de que su amo fuese cautivado por su hermosura, y pensara casarse con ella, se dejara<br />

pasar un mes, durante el cual los sentimientos perturbados de ella podrían calmarse, su mente se resignaría a su<br />

nueva condición, y que ella podría llorar la pérdida de sus padres, ahora como muertos para ella. Un mes era el<br />

período usual de luto entre los judíos, y las circunstancias aquí mencionadas eran señales de luto: la raedura de la<br />

cabeza, el acto de dejarse crecer las uñas, el desnudarse de su vestido espléndido, con el cual se ataviaban las mujeres<br />

en vísperas de ser tomadas cautivas para ser más atrayentes a sus captores. La demora era prueba de humanidad y<br />

bondad para la esclava, como también una medida prudente para probar la fuerza del cariño del amo. Si después su<br />

amor se enfriaba y era él indiferente a su persona, él no debería, tratarla despóticamente, ni venderla en el mercado de<br />

esclavos, ni retenerla en condición, subordinada en su casa; sino que ella estaría libre para ir a donde sus inclinaciones<br />

la condujesen. 15–17. Cuando un hombre tuviere dos mujeres, la una amada y la otra aborrecida—Moisés no está<br />

legislando aquí para el caso de un hombre que tuviera dos mujeres al mismo tiempo, sino para el de un hombre que<br />

se hubiera casado dos veces en sucesión, con la segunda después de la muerte de la primera: y no había necesidad de<br />

legislar en estas circunstancias: porque la primera esposa, la aborrecida, estaba muerta, y la segunda, la amada, vivía;<br />

y con los sentimientos de madrastra, ella insistiría en que el esposo hiciera, heredero al hijo de ella. Este caso no tiene

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