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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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Vers. 1, 2. REINADO BUENO <strong>DE</strong> JOSIAS. 1. De ocho años era Josías—(Véase 2 Reyes 22:1, 2). El testimonio dado<br />

de la firmeza sin flucturar y de su adherencia a la causa de la verdadera religión, coloca su carácter y reinado en<br />

honorable contraste con los de muchos de sus antecesores reales.<br />

3–7. <strong>DE</strong>STRUYE <strong>LA</strong> IDO<strong>LA</strong>TRIA. 3. A los ocho años de su reinado—Este era el año décimo sexto de su edad, y,<br />

como los reyes de Judá eran considerados menores mientras no cumplian los trece años, fué tres años después que<br />

llegó a su mayoría. Muy temprano había él manifestado la piedad y excelentes disposiciones de su carácter. En el año<br />

duodécimo de su reinado, pero el vigésimo de su edad, empezó a tomar un interés vivo en purificar su reino de todos<br />

los monumentos de idolatría que, en el corto reinado de su padre, habían sido edificados; y en un período posterior,<br />

su creciente celo por asegurar la pureza del culto divino, lo llevó a vigilar la obra de demolición en varias partes de<br />

sus dominios. El curso de la narración en este pasaje es algo diferente de aquel seguido en el libro de Reyes. Porque el<br />

historiador, habiendo hecho alusión a las tempranas manifestaciones del celo de Josías, continúa con un detalle<br />

completo de las medidas que este buen rey adoptó para la extirpación de la idolatría, mientras que el autor del libro<br />

de Reyes empieza con la limpieza del templo, inmediatamente antes de la celebración de la pascua, y aprovecha esa<br />

ocasión para dar una descripción general de la política de Josías en librar la tierra de la contaminación idolátrica. El<br />

orden cronológico exacto no se sigue ni en Reyes ni en Crónicas; pero en ambos se recuerda claramente que la<br />

abolición de la idolatría empezó en el año duodécimo y fué completada en el año décimo octavo del reinado de Josías.<br />

A pesar de la evidente sinceridad y celo de Josías, y de la aparente obediencia del pueblo a los edictos del rey, él no<br />

pudo extinguir el afecto que tenían profundamente arraigado a las idolatrías introducidas en la primera parte del<br />

reinado de Manasés. Esta preferencia latente aparece claramente desarrollada en los reinados siguientes, y el decreto<br />

divino de la remoción de Judá, tanto como de Israel, al cautiverlo, fué decretado irrevocablemente. 4. los sepulcros de<br />

los que las habían sacrificado—Trató a las sepulturas como culpables de los crímenes de aquellos que yacían en ellas.<br />

(Bertheau.) 5. Quemó además los huesos de los sacerdotes sobre sus altares—Una infamia mayor no habría sido<br />

posible imponer a los sacerdotes idólatras que la exhumación de sus huesos, y mayor profanación no habría podido<br />

hacerse a los altares de idolatría que el quemar sobre ellos los huesos de los que allí habían oficiado en su vida. 6. con<br />

sus lugares asolados—o, “en sus desiertos”.—de modo que este versículo quiere decir: “Lo mismo hizo (romper los<br />

altares y quemar los huesos de los sacerdotes) en las ciudades de Manasés. Efraim, Simeón, hasta en Neftalí, en sus<br />

suburbios despoblados.” El lector tal vez se sorprende al notar que Josías, cuyas posesiones hereditarias eran<br />

limitadas al reino de Judá, ejercía tanta autoridad entre las tribus de Efraim, Manasés, Simeón y otras hasta Neftalí,<br />

como en sus propios dominios; y, por lo tanto, es necesario recordar que después de la destrucción de Samaria por<br />

Salmanasar, los remanentes que quedaron en las montañas de Israel, mantenían un trato íntimo con Judá, y<br />

consideraban a los soberanos de aquel reino como sus protectores naturales. Los reyes de Judá adquirieron grande<br />

influencia entre ellos, la cual ejerció Josías quitando todo vestigio de idolatría de la tierra. El no habría podido hacerlo<br />

sin la conformidad del pueblo en lo propio de este proceder, conscientes ellos de que esto estaba de acuerdo con sus<br />

antiguas leyes e instituciones. Los reyes asirios, que eran ahora los señores del país, deben haber estado descontentos<br />

con las libertades que se tomaba Josías más allá de sus territorios, pero ellos, o no eran informados acerca de sus<br />

hazañas, o no se molestaban acerca de su proceder religioso, relacionado, como creerían ellos, con el dios de la tierra,<br />

especialmente como él no trató de tomar alguna ciudad, o de perturbar la lealtad del pueblo. (Calmet).<br />

8–18. REPARA EL TEMPLO. 8. A los dieciocho años de su reinado … envió a Saphán—(véase 2 Reyes 22:3–9).<br />

19–33. HACIENDO LEER <strong>LA</strong> LEY, RENUEVA EL PACTO ENTRE DIOS Y EL PUEBLO. 19. luego que el rey oyó<br />

las palabras de la ley, etc.—(véase 2 Reyes 22:11–20; 23:1–3).<br />

CAPITULO 35<br />

Vers. 1–19. JOSIAS CELEBRA UNA SOLEMNE PASCUA. 1. Y Josías hizo pascua a Jehová—(véase 2 Reyes<br />

23:21–23). Los primeros nueve versículos dan cuenta de los preparativos [PAG. 359] hechos para la celebración de la<br />

solemne fiesta. El día señalado por la ley fué guardado en esta ocasisón (cf. cap. 30:2, 13). Los sacerdotes estaban<br />

dispuestos en sus órdenes, y fueron exhortados a estar listos para cumplir sus obligaciones en la manera que la pureza<br />

legal exigía (cf. cap. 29:5). Los levitas, ministros o instructores del pueblo entodos los asuntos pertenecientes al culto<br />

divino, fueron ordenados (v. 3): “Poned el arca del santuario en la casa que edificó Salomón”. Su deber era el de<br />

transportar el arca de lugar a lugar según las circunstancias. Algunos creen que el arca había sido sacada<br />

ignominiosamente del santuario por orden de algún rey idólatra, probablemente por Manasés, quien colocó una<br />

imagen tallada en la casa de Dios (cap. 33:7), o Amón; mientras que otros son de opinión de que había sido

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