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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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naves griegas (véase Nota, Jeremías 2:10). Quittim, porpiamente Ciprias, así llamadas por una colonia fenicia en<br />

Chipre; luego las islas y costas del Mediterráneo en general. se contristará—humillado y desanimado por temor de los<br />

romanos. enojaráse contra el pacto santo—indignado de que el culto a Dios hubiese sido restaurado en Jerusalén, da<br />

salida a su ira contra los judíos, al verse estorbado por Roma. [PAG. 851] pensará en los que habrán desamparado el<br />

santo pacto—es decir, en los apóstatas de la nación (1 Macabeos 1:11–15). Menelao y otros judíos instigaron al rey<br />

contra la religión y el país de ellos, habiendo aprendido de los filósofos griegos que todas las religiones son bastante<br />

buenas para tener al populacho en sujeción. Ellos rechazaron la circuncisión y la religión de Jehová por las costumbres<br />

griegas. Antíoco, en camino a casa, envió a Apolonio (año 167 a. de J. C.) con 20.000 hombres, a destruir a Jerusalén,<br />

dos años después de tomarla él mismo. Apolonio mató a multitudes del pueblo, desmanteló y saqueó la ciudad.<br />

Entonces, desde una fortaleza que habían construído, que dominaba el templo, acometieron y mataron a los<br />

adoradores, de suerte que el culto del templo fué suspendido. Además, decretó Antíoco que todos, bajo pena de<br />

muerte, se conformaran con la religión griega, y el templo mismo fué consagrado a Júpiter Olímpico. Identificándose<br />

él con aquel dios, con altivez fanática, quiso hacer universal el culto a sí mismo (1 Macabeos 1:41; 2 Macabeos 6:7).<br />

Este fué el peligro más grave que jamás antes había amenazado a la religión revelada, al pueblo santo y la teocracia en<br />

la tierra, porque ninguno de los gobernantes mundiales anteriores se había opuesto al culto religioso del pueblo del<br />

pacto, cuando estuvo sujeto a ellos (cap. 4:31–34; 6:27, 28; Esdras 1:2, 4; 7:12; Nehemías 2:18). De aquí surgió la<br />

necesidad de tal advertencia del pueblo escogido en cuanto a él, advertencia exacta que Porfirio, adversario de la<br />

revelación, vió que fué inútil negar su correspondencia con la historia, sino que argumentó por la misma exactitud de<br />

ella, que necesariamente habrá sido escrita en tiempo subsiguiente al acontecimiento. Pero tal como los acontecimientos<br />

mesiánicos son predichos en Daniel, los judíos, adversarios de Jesús, nunca habrían forjado las profecías que<br />

confirman las pretensiones de él. El capítulo nueve fué escrito para consolar a los judíos fieles, en medio de las<br />

“abominaciones” contra “el pacto”, con la perspectiva del Mesías Quien “confirmaría el pacto”. El mostraría, trayendo<br />

salvación, mas aboliendo los sacrificios, que los servicios del templo, por los cuales ellos lamentaban tanto, no eran<br />

absolutamente necesarias; así la correspondencia de la fraseología sugeriría consuelo (véase el cap. 9:27, con 11:30, 31).<br />

31. brazos—es decir, del cuerpo humano; no armas, sino fuerzas humanas. quitarán—las huestes de Antíoco<br />

confederadas con los israelitas apóstatas; éstos llegan al colmo de culpabilidad. cuando no sólo, como antes,<br />

“desamparan el santo pacto” (v. 30), sino que obran malamente contra él (v. 32). volviéndose puros paganos. Aquí las<br />

actuaciones de Antíoco son descritas en un lenguaje que va más allá de él, el tipo, al Anticristo en antitipo [Jerónimo]<br />

(así como en el Salmo 72, se dicen muchas cosas de Salomón el tipo, que sólo son aplicables a Cristo el antitipo);<br />

incluyendo tal vez a Roma, Mahoma y el Anticristo personal final. Sir Isaac Newton refiere lo demás de este capítulo a<br />

los romanos, traduciendo, “después de él brazos (es decir, los romanos) se levantarán”; en el mismo tiempo que Antíoco<br />

dejó Egipto, los romanos conquistaron Macedonia, terminando así el reinado de la tercera bestia de Daniel; de modo<br />

que aquí el profeta naturalmente prosigue a la cuarta bestia. La opinión de Jerónimo es más sencilla, porque el relato<br />

parece continuar la historia de Antíoco, aunque con rasgos sólo en tipo aplicables a él, mas plenamente al Anticristo.<br />

santuario de fortaleza—no sólo naturalmente un lugar de fortaleza, por lo cual pudo resistir hasta lo último contra los<br />

sitiadores, sino principalmente la fortaleza espiritual del pueblo del pacto (Salmo 48:1–3, 12–14). Apolonio lo “profanó”<br />

con altares a ídolos y sacrificios de carne de cerdos, después de haber “quitado el sacrificio diario” (Véase Nota, cap.<br />

8:11). pondrán la abominación espantosa—es decir, abominación que contamina el templo (cap. 8:12, 13). Más bien,<br />

“la abominación del desolador”, Antíoco Epífanes (1 Macabeos 1:29, 37–49). Véase el cap. 9:27, donde la abominación<br />

desoladora antitipica de Roma (el estandarte del águila, el ave de Júpiter, adorada con sacrificios por los soldados de<br />

Tito dentro del lugar sagrado, en la destrucción de Jerusalén), de Mahoma y del Anticristo final, es predicho. 1<br />

Macabeos 1:54 usa la misma frase: “el día quince del mes Casleu, en el año 145, colocaron la abominación de desolación<br />

sobre el altar”; es decir, un altar de ídolos y la imagen de Júpiter Olímpico, eregidos sobre el altar de holocaustos de<br />

Jehová. “Abominación” es el nombre común por ídolo en el Antiguo Testamento. La erección de un templo a Júpiter<br />

Capitolino por el emperador Adriano, donde había estado el templo de Dios, año 132 d. de J. C., también la erección<br />

de la mezquita mahometana de Omar en el mismo lugar (es notable que el mahometismo empezó a prevalecer en 610,<br />

sólo tres años del tiempo cuando el papismo asumió el poder temporal); y la idolatría de la Iglesia de Roma en el<br />

templo espiritual, y la blasfemia final del Anticristo personal en el templo literal (2 Tesalonicenses cap. 2)—a todos<br />

éstos puede referirse antitípicamente aquí bajo Antíoco el tipo, y el Anticristo del Antiguo Testamento. 32.—(1<br />

Macabeos 1:52). hará pecar—seducirá a la apostasía. con lisonjas—promesas de favores. el pueblo que conoce a su<br />

Dios—los macabeos y sus seguidores (1 Macabeos 1:62, 63). 33. los sabios—que conocen y guardan la verdad de Dios<br />

(Isaías 11:2). darán sabiduría a muchos—en su deber a Dios y la ley, a que no apostaten. y caerán—como Eleazar (2<br />

Macabeos 6:18, etc.). Serán terriblemente perseguidos, aun a muerte (Hebreos 11:35 36, 37; 2 Macabeos, caps. 6 y 7).<br />

Sus enemigos se valieron del sábado para matarlos en ese día, cuando no peleaban. Tregelles piensa, mediante<br />

comparación con el v. 35, que es el pueblo que “cae”, y no los de entendimiento. Pero el v. 35 dice que éstos “caerán”, y no

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