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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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414<br />

Manasés y Zabulón, los mensajeros de Ezequías recibiesen insultos [PAG. 355] y malos tratos. Muchos, sin embargo,<br />

en estos mismos distritos, como también por todo el reino de las diez tribus, generalmente aceptaron la invitación;<br />

mientras que, en el reino de Judá, había una sensación unánime de alta expectación y piadoso deleite. La concurrencia<br />

que acudió a Jerusalem en esa ocasión fué muy grande, y la ocasión siempre era considerada como una de las pascuas<br />

más grandes que jamás se habían celebrado.<br />

13–27. <strong>LA</strong> ASAMBLEA <strong>DE</strong>STRUYE LOS ALTARES <strong>DE</strong> IDO<strong>LA</strong>TRIA. 14. levantándose, quitaron los altares que<br />

había en Jerusalem—Como una necesaria preparación para la correcta observancia de la cercana solemnidad, se<br />

resolvió quitar los altares los cuales Acaz había levantado en la ciudad (cap. 28:24); porque siendo el pueblo de Dios,<br />

los hebreos estaban obligados a extirpar todos los vestigios de idolatría; y fué señal feliz, y prueba de la influencia del<br />

Espíritu que penetraba en las mentes del pueblo, cuando voluntariamente se encargaron de esta importante obra<br />

preliminar. 15. los sacerdotes y los Levitas se santificaron con vergüenza—Aunque los levitas se mencionan en este<br />

dicho, se refería especialmente a los sacerdotes; a aquellos que habían sido tardíos y negligentes en santificarse (cap.<br />

29:34) pasaron vergüenza, y fueron estimulados a cumplir su deber por el mayor ardor y celo del pueblo. 16–18. los<br />

sacerdotes esparcían la sangre que recibían de manos de los Levitas—Esta fué una desviación de las reglas y<br />

prácticas establecidas en la presentación de ofrendas en el templo; el motivo fué que muchos presentes en esta ocasión<br />

no se habían santificado, y los levitas carneaban las víctimas pascuales (véase cap. 35:5) para todos los que estaban sin<br />

purificar; mientras que en otras ocasiones los padres de las familias mataban los corderos ellos mismos, y los<br />

sacerdotes recibían de su mano la sangre y la presentaban en el altar. Multitudes de los israelitas, especialmente los<br />

venidos de ciertas tribus (v. 18), estaban en este estado no santificado, y sin embargo ellos comieron la pascua, rasgo<br />

excepcional y contrario a la ley (Números 9:6); pero esta excepción fué permitida en respuesta a la oración de Ezequías<br />

(vers. 18–20). 20. Jehová … sanó al pueblo—Nos imaginamos que todo el asunto debe haber sido así: a causa de su<br />

transgresión, ellos tenían causa para temer enfermedad y aún la muerte (Levítico 15:31). Ezequías oro por la nación, la<br />

cual estaba a punto de enfermar, y por lo tanto podría considerarse enferma ya. (Bertheau). 21. celebraron los hijos de<br />

Israel … la solemnidad—El tiempo señalado por la ley para la continuación de la fiesta era siete días; pero como por<br />

tan largo tiempo había caído en desuso, ellos duplicaron el período de la celebración, y la guardaron catorce días con<br />

gozo y satisfacción no disminuídos siendo suplidos por el rey y los príncipes los materiales para las comidas<br />

sacrifíciales adicionales. 24. muchos sacerdotes se santificaron—De modo que hubiese número suficiente de personal<br />

para los servicios adicionales.<br />

CAPITULO 31<br />

Vers. 1–10. EL PUEBLO ACTIVO EN <strong>DE</strong>STRUIR <strong>LA</strong> IDO<strong>LA</strong>TRIA. 1. todos los de Israel … salieron por las<br />

ciudades de Judá—Las solemnidades de este período pascual dejaron una impresión profunda y saludable en la<br />

mente de los adoradorehs reunidos; el afecto por las antiguas instituciones de su patria fué extensamente avivado; el<br />

ardor en el servicio de Dios animaba cada corazón; y bajo el impulso de los sentimientos devotos inspirados por la<br />

ocasión, tomaron medidas al final de la pascua para extirpar las estatuas y altares idolátricos de todas las ciudades,<br />

como al principio de la fiesta habían hecho en Jerusalem. Judá y Benjamín—indican el reino del sur. Efraim y<br />

Manasés se refieren al reino del norte. Esta demolición sin límites de los monumentos de la idolatría recibió todo<br />

apoyo del rey y las autoridades públicas del reino del sur; y a la fuerza de la opinión pública fué suficiente para lograr<br />

los mismos resultados entre las tribus de Israel, a pesar de cualquier oposición que hubieran hecho el poder de Oseas<br />

y las invectivas de algunos hermanos profanos. Así, estando completamente derribado el reinado de la idolatría y<br />

restablecido el culto puro de Dios por toda la tierra, el pueblo regresó cada uno a su hogar, con la segura esperanza de<br />

que, por la bendición divina, gozarían de la paz y prosperidad nacionales. 2. arregló Ezechías los repartimientos de<br />

los sacerdotes, etc.—El rey ahora dirigió su atención a hacer provisión para el metódico cumplimiento del culto del<br />

templo, arreglando los turnos de los sacerdotes y levitas, dando a cada uno su lugar y funciones propios y dando<br />

edictos para el pago regular de aquellos impuestos de los cuales se hacían los gastos del santuario. Para dar el debido<br />

ejemplo a sus súbditos, se anunció en primera instancia la contribución del rey, porque al rey le correspondía, de su<br />

peculio, costear el altar, tanto para los sacrificios regulares como ocasionales (Números 28:3, 4, 9, 11, 19); y al hacer<br />

esta contribución de su peculio, Ezequías seguía el curso que habían tomado antes de él David y Salomón (véase cap.<br />

8:14; 1 Reyes 9:25). Después señaló los tributos del pueblo al templo; y como era necesario emitir un mandato real en<br />

referencia a estos asuntos, parece que el tributo sagrado, o se había descuidado totalmente, o, como se sabía que los<br />

príncipes idólatras se lo apropiaban, el pueblo en muchos casos rehusaba o evadía el deber. Pero en el estado<br />

mejorado del sentimiento público el mandato de Ezequías fué obedecido prontamente, y las contribuciones de las<br />

primicias y los diezmos entraban con gran líberalidad desde todas partes de Judá, como también desde Israel. Las

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