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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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212<br />

2–26. LOS ISRAELITAS BATIDOS EN HAI. 2. Josué envió hombres desde Jericó a Hai—Después del saqueo de<br />

Jericó, el próximo paso era penetrar en las colinas más arriba. Entonces fueron enviados espías a ver el país. El sitio<br />

preciso de Ai o Hai, se indica con suficiente claridad (Génesis 12:8; 13:3), y hace poco fué descubierto en un “tell”<br />

(colina) aislado, llamado por los naturales Tell‐el‐hajar, “monte de piedras”, a 3 kilómetros al sudeste de Bethel. (Van<br />

de Velde). Bethaven—“(casa de vanidad)”—nombre dado más tarde como mofa (Oseas 4:15; 5:8; 10:5), a causa de su<br />

idolatría, a Bethel, “casa de Dios”, pero aquí se refiere a otro lugar, a unos nueve Kilómetros y medio al este de Bethel,<br />

cuatro y medio al norte de Hai. 3. No suba todo el pueblo … porque son pocos—Como la población de Hai llegaba a<br />

12.000 (cap. 8:25), era una ciudad considerable; aunque en el rápido y distante reconocimiento hecho por los espías,<br />

probablemente parecía pequeña en comparación con Jericó, y esto puede haber sido la causa por la cual ellos pidieron<br />

tan pequeño destacamento para conquistarla. 4, 5. huyeron delante de los de Hai—Una resistencia inesperada y la<br />

pérdida de treinta y seis de sus hombres, produjeron un pánico, que terminó en una vergonzosa derrota. siguiéronlos<br />

desde la puerta hasta Sebarim—es decir, hasta los “rompimientos” o “hendiduras” en la apertura de los pasos, y los<br />

rompieron en la bajada—i. e., la pendiente del profundo wady contiguo. por lo que se disolvió el corazón del<br />

pueblo, y vino a ser como agua—Es evidente que las tropas ocupadas eran una banda tumultuaria y sin disciplina, no<br />

preparada en asuntos militares más que los beduínos árabes, quienes se desalientan y huyen al perder diez o quince<br />

hombres. Pero la consternación de los israelitas vino por otra causa: el evidente desagrado de Dios, quien retuvo<br />

aquella ayuda con la cual ellos habían contado. 6–9. Josué rompió sus vestidos, y postróse en tierra sobre su rostro<br />

delante del arca,… él y los ancianos—Es evidente por estas señales de humillación y pesar, que un solemne ayuno se<br />

guardó en esta ocasión. El lenguaje de la oración de Josué es considerado por muchos, como expresión de debilidad<br />

humana y carente de aquella reverencia y sumisión que él debía a Dios. Pero, aunque aparentemente manifestaba un<br />

espíritu de atrevida reconvención y quejas, fué en realidad la expresión de una mente profundamente humillada y<br />

afligida, que expresaba la creencia de que, después de haber traído tan milagrosamente a su pueblo a través del<br />

Jordán a la tierra prometida, Dios no podía pensar destruirlo, exponerlo a los insultos de sus enemigos triunfantes, y<br />

traer reproche sobre su propio nombre por inconstancia o falta de amor para su pueblo, o incapacidad para resistir a<br />

sus enemigos. Incapaz de entender la presente calamidad, reconoció la mano de Dios. 10–15. Jehová dijo a Josué:<br />

Levántate—La contestación del oráculo divino fué: La crisis no se debe a infidelidad de parte mía, sino al pecado del<br />

pueblo. Se han violado las condiciones del pacto por la reservación de los despojos de la ciudad condenada; maldad,<br />

claramente llamada insensatez, se ha cometido en Israel (Salmo 14:1), y disimulo, con otros agravantes de crimen,<br />

sigue practicándose. El pueblo se expone a la destrucción junto con las naciones condenadas de Canaán<br />

(Deuteronomio 7:26). Habrá que hallarse los medios de descubrir y castigar al transgresor, para que Israel sea librado<br />

de esta culpa, y las cosas sean restauradas a su anterior estado de prosperidad. 16–18. Josué, pues, levantándose de<br />

mañana, hizo allegar a Israel por sus tribus—i. e., ante el tabernáculo. Apelando a la suerte (Proverbios 16:33), él<br />

procedió a averiguar desde los jefes de tribus hasta los jefes de familias, desde los jefes de familias hasta las familias<br />

en particular, y a cada persona de cada familia, hasta que se halló que el criminal era Acán, quien, por consejo de<br />

Josué, confesó haber escondido para su uso personal, bajo el piso de su carpa, despojos tanto de ropas como de dinero.<br />

¡Cuán terribles serían los sentimientos de ese hombre, al ver el proceso lento pero seguro de descubrimiento!<br />

(Números 32:23). 19. Josué dijo a Achán: Hijo mío, da gloria … a Dios—una forma de [PAG. 188] conjuro a decir la<br />

verdad. 21. un manto babilónico muy bueno—lit., manto de Shinar. La llanura de Shinar en aquellos tiempos era<br />

célebre por sus mantos magníficos, de colores brillantes y variados que formaban figuras probablemente semejantes a<br />

las alfombras turcas de hoy, cuyos colores eran tejidos en el telar o bordados con aguja. doscientos siclos de plata—<br />

equivalente a 22 libras, 10 chelines, según la ley mosaica del siclo, o la mitad de ese valor, calculando el siclo común.<br />

un changote de oro—lit., un tejo o barra en forma de lengua. 22, 23. Josué entonces envió mensajeros los cuales<br />

fueron corriendo a la tienda con ansia no sólo de probar la veracidad del asunto sino de librar a Israel de la<br />

imputación de culpa. Habiendo descubierto los artículos robados, los pusieron delante de Jehová, “como señal de que<br />

a él le pertenecían”, por causa del bando. 24–26. Josué, y todo Israel con él, tomó a Achán—él con sus hijos y todo lo<br />

que tenía, fueron llevados a una de las anchas quebradas que conducen a Ghor, y después de ser muertos a pedradas<br />

(Números 15:30–35), su cuerpo, con todo lo que le pertenecía, fué reducido a cenizas. “Todo Israel” estaba presente,<br />

no sólo como espectador sino como agente activo, hasta donde era posible, en aplicar el castigo, tipificando así que<br />

detestaban el sacrilegio, y su gran solicitud por reconquistar el favor divino. Como la ley divina expresamente prohibe<br />

que los hijos sean muertos por los pecados de sus padres (Deuteronomio 24:16), posiblemente los “hijos e hijas” de<br />

Acán fueron llevados al lugar de la ejecución como espectadores, para que la suerte de su padre les sirviera de<br />

advertencia: o, si participaron del castigo. (cap. 22:20), probablemente habían sido cómplices de su crimen, puesto que<br />

en realidad, él difícilmente habría podido cavar un hueco dentro de su carpa sin que su familia participara en ello. 26.<br />

Levantaron sobre él un gran montón de piedras—En Oriente es costumbre levantar cairns, montones de piedras,<br />

sobre los sepulcros de los criminales o de las personas infames. por esto fué llamado aquel lugar el Valle de Achor

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