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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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813<br />

caballos del rey para refrescarlos en el arroyo de Cedrón (2 Reyes 11:16; Nehemías 3:28). para siempre—La ciudad no<br />

sólo será espaciosa, sino santa al Señor, esto es, libre de toda contaminación, y eterna (Joel 3:17, 20; Apocalipsis 21:2, 10,<br />

27).<br />

CAPITULO 32<br />

Vers. 1–14. PREN<strong>DE</strong>N A JEREMIAS A CAUSA <strong>DE</strong> SU PROFECIA CONTRA JERUSALEN. COMPRA UNA<br />

PROPIEDAD PATRIMONIAL (A SU PARIENTE HANAMEEL), A FIN <strong>DE</strong> DARLES SEGURIDA<strong>DE</strong>S A LOS JUDIOS<br />

<strong>DE</strong> SU FUTURO REGRESO <strong>DE</strong> BABILONIA. 1. el año décimo—El sitio de Jerusalén ya había comenzado en el<br />

décimo mes del año noveno de Sedequías (cap. 39:1; 2 Reyes 25:1). 2. en el patio de la cárcel—esto es, en el espacio<br />

abierto ocupado por la guardia, de donde no se le permitía salir, pero donde cualquiera de sus amigos podía visitarlo<br />

(v. 12; cap. 38:13, 28). Sorprendente obstinación la suya, pues en momentes cuando experimentaban la verdad de las<br />

palabras de Jeremias, en el riguroso asedio que padecían, aun persistían en mantener al profeta encarcelado [Calvino].<br />

Las circunstancias narradas en los vv. 3–5, ocurrieron al principio del sitio, cuando Jeremías predijo la toma de la<br />

ciudad (v. 1; cap. 34:1–7; 39:1). Por ese entonces gozaba de cierta libertad en el patio de la cárcel. Al leventarse el sitio<br />

por Faraónhofra, Jeremías se disponía a partir para la tierra de Benjamín, cuando fué detenido y puesto en “el<br />

calabozo”; pero se le permitió transladarse al patio de la cárcel (cap. 37:12–21). Cuando exhortaba a los judíos, en el<br />

segundo avance de los caldeos para reanudar el sitio, a que se salvasen rindiéndose a Nabucodonosor (cap. 38:2, 3);<br />

como consecuencia de esto, el rey, a instigación de los príncipes, lo echó en la mazmorra (cap. 38:4–6): luego fué<br />

trasladado al patio de la cárcel, por haber intercedido en su favor uno de los cortesanos (vv. 7–13); allí permaneció<br />

hasta la tomo de la ciudad (v. 28), cuando fué puesto en libertad (cap. 39:11, etc.; 40:1, etc.) 4. sus ojos verán sus ojos—<br />

esto es, únicamente antes de llegar a Babilonia, a la que no había de ver. El cap. 39:6, 7 armoniza esta profecía (cap. 32:4)<br />

con la aparentemente contraria profecía de Ezequiel 12:13: “no la verá”. 5. le visite—en buen sentido (cap. 27:22);<br />

referente a las honras fúnebres rendidas a Sedequías en ocasión de su fallecimiento y sepultura (véase cap. 34:4, 5).<br />

Puede asimismo que antes de su muerte fuese tratado por Nabucodonosor con alguna benevolencia. si peleareis …<br />

no os sucederá bien—(Cap. 21:4). 6. y dijo Jeremías—reanuda el hilo del v. 1, que había interrumpido por el<br />

paréntesis (vv. 2–5). 7. hijo de Sallum tu tío—y por consiguiente, primo hermano de Jeremías. mi heredad … en<br />

Anathoth—una ciudad sacerdotal, y por lo mismo tenía un ejido de mil codos de campo suburbano fuera del muro<br />

que la rodeaba (Números 35:4, 5). La prohibición de vender estos terrenos suburbanos (Levítico 25:34) se refiere a la<br />

enajenación de ellos por los levitas a otra tribu; de suerte que este capítulo no contraviene esa prohibición. Fuera de<br />

que lo que aquí se da a entender es que la adquisición era para el uso del campo [PAG. 706] hasta el año del jubileo.<br />

En caso de quiebra del dueño, el pariente más cercano tenía el derecho de redimirlo (Levítico 25:25, etc.; Rut 4:3–6). 8.<br />

Entonces conocí—No que Jeremías hubiese dudado jamás de la realidad de la comunicación divina, pero los efectos<br />

siguientes y el conocimiento experimental del profeta confirmaron su fe, lo cual fué como el sello de la visión. El<br />

historidor romano Floro (2:6), refiere un ejemplo semejante: Durante el sitio de Roma por Aníbal, el propio campo<br />

donde éste estaba acampado fué puesto a la venta en Roma, hallándose quién lo comprara, lo que indicaba que el<br />

pueblao romano alentaba tranquilla confianza en el éxito final. 9. diecisiete siclos de plata—como el siclo sólo valía<br />

unos cincuenta centavos oro, el todo valdría unos diez pesos oro, suma más bien pequeña, aun teniendo en cuenta el<br />

hecho de la ocupación del país por los caldeos y la incertidumbre en cuanto a cuándo podría tomar posesión de la<br />

finca de Jeremías o sus herederos. Los “siete siclos” que en hebreo (véase el margen de la V. I.) los distingue de las<br />

“diez piezas de plata”, tal vez fuesen de oro [Maurer] 10. Y escribí—escribí la escritura “la carta de compra” (v. 12).<br />

balanza—no se usaba moneda acuñada en aquellos primitivos tiempos; de ahí que el dinero se pesaba (Génesis 23:16).<br />

11. la carta … sellada, y el traslado abierto—Las dos escrituras redactadas como contrato de venta; una era el<br />

original, y autenticada y sellada con el sello público; no así la otra, sino abierta, y por lo mismo de menos autoridad,<br />

por ser una mera copia. Gataker cree que el comprador sellaba una de las dos con su sello; la otra la mostraba a los<br />

testigos para que escribieran sus nombres en el dorso de la misma y se enterasen del contenido; y que algunos<br />

detalles, v. g., las condiciones y el tiempo de la redención, estaban en la copia sellada, la cual las partes podían decidir<br />

no hacérselas conocer a los testigos, pues no figuraban en la abierta. La sellada, cuando se abriese después de los<br />

setenta años de cautividad, confirmaría la fe de los que en ese tiempo viviesen. Por la “ley de la constumbre” es<br />

probable que no se refiera meramente al sellado de las condiciones y detalles de la compra, sino también a la ley de<br />

redención, de acuerdo con la cual, al regresar a Judea, la escritura probaría que Jeremías había comprado el campo en<br />

virtud de su derecho de pariente más cercano (Levítico 25:13–16) [Ludovico de Dios]. 12. Baruch—Amanuense y<br />

agente de Jeremías (cap. 36:4, etc.). delante de todos—en las ventas se evitaba toda acción clandestina; se exigía la<br />

publicidad. Así ocurre aquí en el patio de la cárcel, donde se encuentra Jeremías encerrado, en el que había soldados y<br />

otras personas presentes que tenían acceso a él (cap. 38:1). 14. vaso de barro—para que los documentos no sufriesen

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