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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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169<br />

Vers. 1–29. <strong>LA</strong>S FRONTERAS <strong>DE</strong> CANAAN. 2. la tierra de Canaán según sus términos—Los detalles dados en<br />

este capítulo señalan los límites generales de la herencia de Israel al oeste del Jordán. Los israelitas nunca poseyeron<br />

realmente todo el territorio comprendido dentro de estas fronteras, aun cuando sus dominios eran lo más extendidos<br />

por las conquistas de David y Salomón. 3–5. Tendréis el lado del mediodía—La línea de demarcación en el sur es la<br />

más difícil de trazar. Según los mejores geógrafos bíblicos, los puntos principales aquí definidos son como siguen: El<br />

ángulo sudeste de la frontera sur debería estar donde el desierto detera sur debería estar donte el desierto de Zin toca<br />

los términos de Edom, de modo que esta frontera sur debería extenderse hacia el este hasta la extremidad del Mar<br />

Muerto, rodear la escarpada cadena de Acrabbim (escorpiones), que se cree es el paso alto y difícil de Safeh, que cruza<br />

el río que fluye del sur al Jordán—i. e., el gran valle de Araba, que se extiende desde el Mar Muerto hasta el Mar<br />

Bermejo. el torrente de Egipto—el antiguo arroyo Sihor, el Rinocolura de los griegos, un poco al sur de El‐Arish,<br />

donde este wady desciende gradualmente hacia el Mediterráneo (Josué 13:3). 6. el término occidental—No hay<br />

incertidumbre respecto a esta frontera, como universalmente se reconoce como el Mar Mediterráneo, que se llama “la<br />

gran mar” en contraste con los pequeños mares o lagos de tierra adentro conocidos a los hebreos. 7–9. el término del<br />

norte—La dificultad principal en entender la descripción aquí, proviene de lo que nuestros traductores han llamado<br />

“el monte de Hor”. Las palabras hebreas, sin embargo, Hor‐ha‐Hor, quieren decir “la montaña de la montaña”—“la<br />

montaña doble alta”, lo que por la ubicación no puede significar sino la montaña Amana (Cantares 4:8), un pico de las<br />

montañas del Líbano (Josué 13:5), entrada de Hamath—La llanura septentrional entre aquellas cadenas de montañas,<br />

hoy el valle de Balbeck (véase cap. 13:21–24). Sedad—identificada como la actual Sudud (Ezequiel 17:15). Zifrón (cólor<br />

suave); Hasarenán( aldea de fuentes); pero los lugares son desconocidos. “Una línea imaginaria desde el Monte<br />

Cassio, en la costa a lo largo de la base septentrional del Líbano hasta la entrada al Bakaa (valle del Líbano) a la<br />

Kamosa Hermel”, tiene que considerarse como la frontera indicada. (Van der Velde). 10–12. término al oriente—Este<br />

se define claramente. Sefam y Ribla, que estaban en el valle de Líbano, se mencionan como la línea fronteriza, que<br />

empezaba poco más arriba de las fuentes del Jordán. Se supone que Ain sea el origen de aquel río; y desde allí la<br />

[PAG. 152] frontera se extendía a lo largo del Jordán, el lago de cinnereth (Largo de Tiberias o de Galilea), el Jordán, y<br />

terminaba en el Mar Muerto. Como la línea se trazaba al este del río y estos mares, incluía a estas aguas dentro del<br />

territorio de las tribus occidentales. 13–15. Dos tribus y media tomaron su heredad de esta parte del Jordán—Los<br />

territorios conquistados de Sihón y Og, ubicados entre el Arnón y Monte Hermón, les fueron designados: el de Rubén<br />

en la parte más meridional, el de Gad al norte de éste, y el de la mitad de Manasés en la proción más septentrional.<br />

16–19. nombres de los varones que os aposesionarán la tierra—Este nombramiento por Jehová antes del cruce del<br />

Jordán, tendía no sólo a animar la fe de los israelitas en la certeza de la conquista, sino a evitar toda disputa y<br />

descontento posteriores, los que habrían sido peligrosos en presencia de los habitantes naturales. Los nombrados eran<br />

diez príncipes para las nueve tribus y media, uno de ellos elegido de la mitad occidental de Manasés, y todos<br />

subordinados a los grandes jefes militares y eclesiásticos, Josué y Eleazar. Los nombres se mencionan en el orden<br />

exacto en que las tribus obtuvieron posesión de la tierra, y según sus conexiones hermanables.<br />

CAPITULO 35<br />

Vers. 1–5. CUARENTA Y OCHO CIUDA<strong>DE</strong>S DADAS A LOS LEVITAS. 2. den a los levitas de la posesión de su<br />

heredad ciudades en que habiten—Como los levitas no habían de tener ningún dominio territoriala ellos designado<br />

como las otras tribus al conquistarse Canaán, ellos habían de ser repartidos por el país en ciertas ciudades apropiadas<br />

para su uso; y estas ciudades habían de estar rodeadas con ejidos extenson. Hay una discrepancia aparente entre los<br />

vv. 4 y 5, acerca de la extensión de estos ejidos; pero las declaraciones en los dos versículos se refieren a cosas<br />

totalmente diferentes: el uno a la extensión del suburbio desde el muro de la ciudad, y el otro al espacio de 2.000<br />

codos desde el límite de los suburbios. De hecho, había una extensión de terreno, de 3.000 codos, medida desde el<br />

muro de la ciudad. Mil codos eran ocupados probablemente por casas dependientes para acomodar a los pastores y<br />

otros sirvientes, con jardines, viñas y olivares. Y éstas eran proporcionadas a diferentes familias (1 Crónicas 6:60), y<br />

podían venderse por un levita a otro, pero no a ningún individuo de otra tribu (Jeremías 32:7). Los otros dos mil codos<br />

quedaban como campo común para pasturaje del ganado (Levítico 25:34), y, considerándose el número de ellos, aquel<br />

espacio sería totalmente necesitado.<br />

6–8. CIUDA<strong>DE</strong>S <strong>DE</strong> REFUGIO. seis ciudades serán de acogimiento, las cuales daréis para que el homicida se<br />

acoja allá—El establecimiento de estos santuarios privilegiados entre las ciudades de los levitas es porbablemente<br />

debido a la idea de que ellos serían los jueces más aptos e imparciales; que supresencia y consejo podrían calmar o<br />

refrenar las pasiones turbulentas del vengador de sangre, que, por estar investidos de carácter sagrado, podrían ser<br />

tipos de Cristo, en quien el pecador halla un refugio del destructor (véase Deuteronomio 4:43; Josué 20:8). 8. las

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