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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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842<br />

de Dios serán alcanzados por ella, pues la habrán merecido. por muchos días—si bien estáis desterrados lejos de la<br />

tierra en donde solíais adorar a Dios. acordaos de Jerusalem—mientras os halláis en el destierro, acordaos de vuestro<br />

templo y ciudad hasta el punto de preferirlos a todo el resto del mundo en que pudiereis hallaros (Isaías 62:6). 51. El<br />

profeta se anticipa a responder a la confesión de los judíos: Yo sé que vosotros, en vuestra desesperación, diréis: “Nos<br />

hallamos confundidos, etc.” “Por lo mismo (Dios os ha dicho) he aquí … que Yo, etc.,” v. 52 [Calvino]. Yo prefiero<br />

tomar el v. 51 como la oración que los judíos se proponen [PAG. 732] elevar en el destierro (v. 50), “acordaos de<br />

Jerusalén” (y decid a Dios en oración): “Estamos avergonzados”. Esta interpretación la confirman los pasajes: Salmo<br />

44:15, 16; 79:4; 102:17–20; Isaías 62:6, 7. porque … extranjeros—El “reproche” que de modo especial nos ha dolido fué<br />

cuando nos dijeron con escarnio que ellos habían quemado el templo, nuestra mayor gloria, como si nuestra religión<br />

fuese cosa de nada. 52. Por tanto—A causa de estos suspiros de los judíos dirigidos a Dios (v. 21). yo visitaré sus<br />

esculturas—en oposición al vilipendio de Babilonia de que la religión de los judíos era cosa de nada, desde que ellos<br />

habían quemado el templo (v. 51); les mostraré que aunque he visitado en esa forma el desdén de los judíos para<br />

conmigo, con todo los dioses de Babilonia no podrán salvarse a sí mismos, y mucho menos a sus devotos, quienes<br />

yacerán tendidos por toda su tierra, heridos y “profiriendo gemidos”. 53. Véase Abdías 4. Referente a Edom, (Amós<br />

9:2). Si subiese … de mí—No hemos de medir el poder de Dios por lo que les parezca probable a nuestras<br />

percepciones. 55. el mucho estruendo—allí donde en otro tiempo se oía el ruido de una gran ciudad, reinará el<br />

silencio de la muerte [Vatablo]. O la “gran voz” de los licenciosos (vv. 38, 39; Isaías 22:2). O la voz de poderosa jactancia<br />

[Calvino], (véase v. 53). sus ondas—“cuando” sus calamidades la obliguen a gritar con prolongada y distinta “voz” tal<br />

como la que causa el embate de las olas al arrojarse contra la costa (v. 42). [Grocio]. O bien, si se conecta “cuando” así:<br />

“la gran voz dentro de ella cuando sus ondas”, etc. (véase v. 13). Calvino traduce, “sus ondas”, esto es, los medos se<br />

arrojan sobre ella cual impetuosas olas; así el v. 42. Mas el paralelo “una gran voz”, pertenece también a ella; por<br />

consiguiente, la “onda”, como “el rugido de la voz de ellos” debe pertenecer también a ella (véase v. 54). La “gran<br />

voz” del confuso vocerío comercial, que se jacta y se divierte, es sofocada; pero en su lugar está la onda semejante al<br />

rugido de la voz de ella en su “destrucción” (v. 54). 56. fueron presos—cuando menos lo esperaban y en una forma tal<br />

que la resistencia era imposible. 57. (v. 39; Daniel 5:1, etc). 58. El muro ancho—Estos tenían 25 metros de ancho<br />

[Rosenmuller]; o cincuenta codos [Grocio]. Un carro tirado por cuatro caballos de frente podía pasar junto a otro sin<br />

rozarse. Los muros tenían doscientos codos de alto, y cuatrocientos ochenta y cinco estadios de extensión, es decir,<br />

cien kilómetros. puertas—el número de éstas era de ciento, todas de bronce; veinticinco en cada uno de los cuatro<br />

lados, pues la ciudad era cuadrada. Entre puerta y puerta había doscientas cincuenta torres. Beroso dice que la ciudad<br />

exterior estaba cercada por triple muro, y lo mismo la interior. Ciro ordenó que los muros exteriores se demoliesen. Si<br />

se estima su extensión en trescientos sesenta y cinco estadios, según afirma Diodoro, doscientos mil hombres<br />

completaban la demolición de un estadio cada día, de suerte que todo quedó derribado en el espacio de un año. en<br />

vano … el fuego—El acontecimiento demostrará que los constructores “trabajaron” tan sólo para el “fuego” en el que<br />

serán consumidos. “En el fuego” responde al paralelo “quemadas a fuego”. Tradúzcase: “Habrán trabajado en vano”,<br />

etc. Véase Job 3:14, “edificar para sí los lugares desolados”, esto es, grandes lugares que pronto se convertirán en<br />

desoladas ruinas. Jeremías tiene aquí en vista a Habacuc 2:13. 59–64. Una copia especial de esta profecía, preparada<br />

por Jeremías, fué entregada a Seraías, para consolar a los judíos en su destierro babilónico. Si bien tenía que arrojarla<br />

en el Eufrates, como símbolo de la suerte que le esperaba a Babilonia, es indudable que él retuvo la sustancia en la<br />

memoria, de suerte que le fué posible comunicarla verbalmente a sus connacionales. iba con Sedechías—Más bien,<br />

“de parte de Sedequías”, enviado por Sedequías para aplacar la ira de Nabucodonosor en su rebelión [Calvino].<br />

cuarto año—de suerte que la predicción de Jeremías sobre la caída de Babilonia fué así solemnemente escrita y sellada<br />

como un acto simbólico, seis años completos antes de la toma de Jerusalén por los caldeos. el principal camarero<br />

(Valera) un príncipe pacífico (Versión Inglesa)—Véase 1 Crónicas 22:9, “varón de reposo”. Seraías no era de los<br />

cortesanos hostiles al profeta de Dios, sino “pacífico” y dócil; dispuesto a ejecutar el cometido de Jeremías, no obstante<br />

el riesgo a que se exponía. Glassio traduce: “príncipes de Menucah” (véase 1 Crónicas 2:52, margen de la Versión<br />

Inglesa). Maurer lo vierte así: “Comandante de la caravana”, a quien incumbía el señalar el lugar donde habían de<br />

pasar la noche. La Versión Inglesa concuerda mejor con el contexto. 61. leyeres—no en público, pues los caldeos no<br />

habrían entendido el hebreo, sino en privado, como se infiere del hecho de que se dirige enteramente a Dios (v. 62).<br />

[Calvino]. Oh Jehová—Como el autor de esta profecía no es sólo Jeremías o algún otro hombre, yo aquí en tu<br />

presencia, admito como cierto todo lo que leo. 63. le atarás una piedra—(Apocalipsis 18:21). Así los focenses, al dejar<br />

su país, cuando partieron para fundar a Marsella, arrojaron plomo al mar, obligándose a sí mismos a no regresar<br />

mientras el plomo no flotase. 64. y serán rendidos—los babilonios se consumirán hasta el punto de no poder recobrar<br />

sus fuerzas. Hasta aquí … Jeremías—De aquí hay que inferir que el último capítulo no está incluído en los escritos de<br />

Jeremías, sino que fué añadido por algún hombre inspirado; esto se infiere principalmente del pasaje de 2 Reyes 24:18<br />

al cap. 25, que explica y confirma lo que precede [Calvino].

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