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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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Jehová—por la misma prueba de [PAG. 803] mi divinidad que daré en hacer revivir a Israel. 7. un ruido—de los<br />

huesos como se juntaban en sus relaciones mutuas. Tal vez se refiere al decreto de Ciro o al ruido de la demostración<br />

de los judíos como motivo de su liberación y regreso. los huesos se llegaron—lit., “vosotros huesos os juntasteis” como<br />

en Jeremías 49:11 (en hebreo), “vosotras las viudas en mí se confiarán”. La segunda persona coloca la escena<br />

vívidamente ante la vista, porque toda la escena de la resurrección es una profecía en actividad para comunicar más<br />

palpablemente la profecía en palabra (v. 21). 8. Hasta aquí se estaban uniendo sólo como esqueletos feos. El próximo<br />

paso, el de cubrirlos, con éxito, de tendones, piel y carne, les da hermosura; pero todavía no había en ellos “espíritu”,<br />

aliento, de vida. Esto puede dar a entender que Israel más tarde, como fué el caso en la restauración de los cautivos de<br />

Babilonia, volverá a Judea inconverso en el principio (Zacarías 13:8, 9). Un hombre puede asumir todas las apariencias<br />

de vida espiritual, y sin embargo no tenerla, y así estar todavía muerto delante de Dios. 9. al espíritu—o, “viento” que<br />

es la misma palabra en hebreo. Pero evidentemente aquí se habla de “el Espíritu de vida”, porque es distinto de los<br />

“cuatro vientos” desde donde lo llama. de los cuatro vientos—indicando que Israel ha de ser juntado desde los cuatro<br />

cabos de la tierra (Isaías 43:5, 6; Jeremías 31:8), así como fueron “esparcidos a todos los vientos” (cap. 5:10; 12:14; 17:21;<br />

véase Apocalipsis 7:1, 4). 10. ¡Si semejante honor Dios concede a la palabra divina, aun en boca de un hombre, cuánto<br />

más cuando está en la boca del Hijo de Dios! (Juan 5:25–29). Aunque este capítulo no prueba directamente la verdad de<br />

la resurrección de los muertos, la prueba en efecto indirectamente; porque presupone el hecho futuro como hecho<br />

reconocido por los judíos creyentes, y así fué hecha el símbolo de su restauración nacional (así Isaías 25:8; 26:19;<br />

Daniel 12:2; Oseas 6:2; 13:14; véase Nota, v. 12). 11. Nuestros huesos se secaron—(Salmo 141:7), explicado por<br />

“nuestra esperanza está perdida” (Isaías 49:14); nuestro estado nacional está tan lejos de poder resucitar, como lo es<br />

para los huesos sin meollo el reanimarse. somos del todo talados—es decir, en cuanto nos toque a nosotros. No hay<br />

en nosotros nada que dé esperanza, como rama seca “talada” del árbol, o como un miembro cortado del cuerpo. 12.<br />

pueblo mío—en antítesis a “del todo talados” (v. 11). La esperanza que está del todo desvanecida, si se consideran a sí<br />

mismos, es para ellos segura en Dios, porque él los mira como pueblo suyo. Su relación pactada con Dios garantiza que<br />

él no permitirá que la muerte reine en ellos permanentemente. Cristo hace que el mismo principio sea la base sobre la<br />

cual descansa la resurrección literal. Dios había dicho: “Yo soy el Dios de Abraham”, etc.; Dios, tomando como suyos<br />

los patriarcas, se obliga a hacer para ellos todo cuanto puede hacer su omnipotencia: siendo él el Dios siempre<br />

viviente, es necesariamente el Dios, no de los muertos, sino de personas vivientes, es decir, de aquellos cuyos cuerpos,<br />

su amor pactado le constriñe a resucitar nuevamente. El puede, y porque puede, lo hará, tendrá que hacerlo.<br />

[Fairbairn.] Los llama “mi pueblo” al recibirlos en su favor; pero “tu pueblo”, al dirigirse a su siervo, como si quisiera<br />

alejarlos de sí (cap. 13:17; 33:2; Exodo 32:7). de vuestras sepulturas—en primer lugar, de entre vuestro estado<br />

políticamente muerto en Babilonia, finalmente de todos los países (véase cap. 6:8; Oseas 13:14). Los judíos<br />

consideraban las tierras de su cautiverio y dispersión como sus “sepulturas”; su restauración había de ser como “vida<br />

de entre los muertos” (Romanos 11:15). Antes, los huesos estaban en la llanura abierto (vv. 1, 2); ahora, en las<br />

sepulturas, es decir, algunos judíos estaban en las sepulturas del verdadero cautiverio, otros libres pero dispersos.<br />

Ambos igualmente estaban muertos nacionalmente. 16. un palo—aludiendo a Números 17:2, la vara de tribu. La<br />

unión de los dos palos fué una profecía objetiva de la unión fraternal que ha de unir las diez tribus y Judá. Así como<br />

su separación bajo Jeroboam fué cargada del mal más grande para el pueblo del pacto, así el primer resultado de<br />

hallarse unidos por el espíritu de Dios es que estén unidos unos con otros bajo el Rey del pacto, el Mesías hijo de<br />

David. A Judá y a los hijos de Israel sus compañeros—es decir, Judá, y además de Benjamín y Leví, aquellos que se<br />

habían unido a él de Efraín, Manasés, Simeón, Aser, Zabulón, Issacar, como teniendo el templo y el sacerdocio<br />

legítimo dentro de sus términos (2 Crónicas 11:12, 13, 16; 15:9; 30:11, 18). Estos se identificaron con Judá después del<br />

traslado de las diez tribus, y volvieron con Judá desde Babilonia, y así serán asociados con esa tribu en la restauración<br />

futura. A José, palo de Ephraim—los descendientes de Efraín tuvieron la primacía, no sólo sobre los demás<br />

descendientes de José (véase v. 19), sino sobre las diez tribus de Israel del norte. Por 400 años, durante el período de<br />

los jueces, junto con Mannasés y Benjamín, sus tribus dependientes, Efraín antes habían tenido la primacía: Silo fué su<br />

capital religiosa; Siquem su capital civil. Dios había transferido la primogenitura de Rubén, porque éste había<br />

deshonrado el lecho de su padre, a José, cuyo representante fué hecho Efraín, aunque el menor (Génesis 48:19; 1<br />

Crónicas 5:1). Por la importancia de Efraín, se le agrega Israel como “sus compañeros”. El “toda” en este caso—“toda<br />

la casa de Israel”—y no en el caso de Judá, que sólo tiene agregados como “compañeros” “los hijos de Israel” (es decir,<br />

algunos de ellos, aquellos que siguieron las fortunas de Judá), da a entender que el grueso de las diez tribus no<br />

volvieron en la restauración desde Babilonia, mas es distinto de Judá, hasta la futura unión en la gran restauración. 18.<br />

Dios no explica la profecía simbólica, mientras los judíos no fuesen despertados, por el tipo, para consultar al profeta.<br />

19. La unión efectuada en la restauración desde Babilonia incluyó comparativamente pocos de las diez tribus de Israel;<br />

un cumplimiento completo en lo futuro habrá que buscarse. el palo de José … en la mano de Ephraim—Efraín, de los<br />

descendientes de José, había ejercido el gobierno entre las diez tribus: aquel gobierno, simbolizado por el “palo”,

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