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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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930<br />

Vv. 1–24. CONTINUACION <strong>DE</strong> <strong>LA</strong>S OR<strong>DE</strong>NANZAS PARA EL PRINCIPE Y PARA EL PUEBLO EN SU CULTO.<br />

2. El príncipe ha de pasar por la puerta oriental exterior (abierta sólo en día de sábado, para señalar su peculiar<br />

santidad) hasta la entrada de la puerta del atrio interior; él no debe avanzar más, sino “estará al umbral de la puerta”<br />

(véase 1 Reyes 8:14, 22, donde Salomón está junto al altar de Jehová en presencia de la congregación; también 2 Reyes<br />

11:14; 23:3, “junto a la columna”, el lugar acostumbrado), como el atrio interior pertenecía exclusivamente a los<br />

sacerdotes. Allí, como representante del pueblo, en una relación peculiarmente cercana a Dios, él debe presentar sus<br />

ofrendas a Jehová, mientras a una distancia mayor, el pueblo estará adorando junto a la puerta exterior de la misma<br />

entrada. Las ofrendas de los sábados son más grandes que las de la ley mosaica, dándose a entender que el culto a<br />

Dios ha de ser dirigido por el príncipe y el pueblo en un espíritu más munífico de liberalidad de sacrificio que<br />

anteriormente. 9. Los adoradores en las grandes fiestas habían de pasar de un lado al otro, por los atrios del templo,<br />

para que, a pesar del gentío que asistía a los festejos, la entrada como la salida quedasen libres de modo que los que<br />

salían no estorbaran a los que entraban. 10. el príncipe … en medio de ellos—no aislado como en otras ocasiones,<br />

sino unido con el gran gentío de adoradores, a su cabeza, según el ejemplo de David (Salmo 42:4, “iré con ellos hasta<br />

la casa de Dios, con voz de alegría y de alabanza, haciendo fiesta la multitud”): el de rango más alto animando las<br />

devociones de los demás por su presencia y ejemplo. 12–15. No sólo debe él cumplir los actos oficiales de culto en días<br />

santos y fiestas, sino que con ofrendas “voluntarias” diariamente, ha de mostrar su celo individual haciendo que<br />

sobrepujen a las de todo el pueblo en liberalidad, dándoles así un ejemplo noble. 16–18. Las posesiones del príncipe<br />

serán inajenables, y cualquier porción dada a un siervo tiene que entregarse a los hijos en el año de jubileo, para que<br />

no tenga la tentación de despojar a su pueblo de su heredad, como anteriormente (véase Acab y Naboth, 1 Reyes 21).<br />

La mención del año de jubileo da a entender que hay algo literal indicado, además del sentido espiritual. El año de<br />

jubileo fué restablecido después de la cautividad. [Josefo, Antigüedades, 14:10, 6; 1 Macabeos 6:49]. Tal vez será<br />

restablecido en el reino futuro del Mesías. Véase Isaías 61:2, 3, donde “el año aceptable del Señor” se une<br />

estrechamente con la consolación de los que lamentan en Sión, y “el día de venganza” sobre los enemigos de Sión. La<br />

mención de los hijos del príncipe es un argumento más en contra de que sea indicado el Mesías por “el príncipe”. 19–<br />

24. La debida consideración habrá de prestarse a la santidad de los alimentos de los sacerdotes oficiantes, por medio<br />

de atrios de cocinas provistos cerca de sus cámaras. Un número de departamentos para cocinar debían estar en los<br />

ángulos del atrio interior, reservado para la carne de las ofrendas por el pecado, comida sólo por los sacerdotes como<br />

requisito previo (Levítico 6:25; 7:7), antes que salieran a unirse nuevamente con el pueblo; otro número de cocinas en<br />

los ángulos del atrio exterior, para cocinar la carne de las ofrendas pacíficas, de las cuales participaba el pueblo junto<br />

con los sacerdotes. Todo esto da a entender que nunca más ha de confundirse lo común e impuro con lo sagrado y<br />

divino, sino que aun en las cosas menores, como el comer y beber, la gloria de Dios debe ser el motivo (1 Corintios<br />

10:31). 22. patios juntos—Fairbairn traduce “techados” o “abovedados”. Pero parece que estos departamentos para<br />

cocinar estaban sin techo, para permitir que se escapasen más fácilmente el humo y el olor de la carne. Estaban<br />

“unidos” a las paredes del patio en los ángulos del mismo. a los rincones—al pie de las hileras, es decir, en la parte<br />

más baja de los muros, donde estaban los lugares para cocinar la carne.<br />

CAPITULO 47<br />

Vv. 1–23. UNA VISION <strong>DE</strong> <strong>LA</strong>S AGUAS <strong>DE</strong>L TEMPLO. LIMITES Y DIVISIONES <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> TIERRA. El fruto feliz<br />

para el mundo en general de la morada de Dios con Israel en compañerismo santo es, que la bendición ya no está más<br />

limitada a un solo pueblo y lugar, sino que ha de ser difundida por toda la tierra. La planta, pues, del cedro de Líbano<br />

está representada como juntando bajo su sombra “todas las aves” (cap. 17:23). Aun los lugares desiertos de la tierra<br />

serán hechos fructíferos por las aguas saludables del evangelio (Isaías 35:1). 1. aguas—Así Apocalipsis 22:1, representa<br />

el “agua de vida … que salía del trono de Dios y del Cordero”. Su trono fué erigido en el templo de Jerusalén (cap.<br />

43:7). De allí ha de correr sobre toda la tierra (Joel 3:18; Zacarías 13:1, 14:18). El Mesías es el templo y es la puerta; de<br />

su costado herido fluyen las aguas de vida, siempre en aumento, tanto en el creyente individual como en el corazón.<br />

Las fuentes en las cercanías del Monte Moria sugirieron aquí la metáfora. Las aguas fluyen hacia el oriente, es decir,<br />

hacia el Cedrón, y desde allí hacia el Jordán, y así a lo largo del Ghor hasta el Mar Muerto. El punto principal en el<br />

cuadro es el crecimiento rápido desde un arroyo pequeño hasta un río inmenso, no por medio de la desembocadura<br />

de corrientes auxiliares, sino por su propia provisión desde el manantial milagroso y sagrado en el templo.<br />

[Henderson.] (Véase Salmo 36:8, 9; 46:4; Isaías 11:9; Habacuc 2:14). Buscando en las cosas de Dios, hallamas algunas<br />

fáciles de entender, [PAG. 813] como las aguas hasta el tobillo; otras más difíciles, como las aguas hasta la rodilla o los<br />

lomos; aun otras fuera de nuestro alcance, de las cuales sólo podemos adorar la profundidad (Romanos 11:33). La<br />

sanidad de las aguas del Mar Muerto aquí corresponde a: “No habrá más maldición” (Apocalipsis 22:3; véase Zacarías<br />

14:11). 7. árboles—no solamente un árbol de vida como en el Paraíso (Génesis 2:2), sino muchos; para proveer

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