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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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85<br />

cuando toda la multitud de Israel estaba en pie a la base de la montaña, fué calculada en el grado más alto, para<br />

solemnizar y asombrar todo corazón.<br />

CAPITULO 20<br />

Vers. 1–26. LOS DIEZ MANDAMIENTOS. 1. Habló Dios todas estas palabras—El Ser Supremo mismo fué el<br />

orador (Deuteronomio 5:12, 32, 33), en tono tan alto para ser oído, tan distinto para ser inteligible a toda la multitud<br />

de pie en los valles abajo, en medio de los fenómenos aterradores de la naturaleza agitada. Si hubiera estado hablando<br />

a criaturas racionales e inteligentes, les habría hablado en la voz suave y tranquila de la persuación y amor. Pero<br />

estaba hablando a criaturas al mismo tiempo caídas y pecadoras, y se requería un cambio correspondiente en la<br />

manera de proceder de Dios, para dar una impresión conveniente del carácter y las sanciones de la ley revelada desde<br />

el cielo. 2. Yo soy Jehová tu Dios—Este es un prefacio a los diez mandamientos, siendo la última cláusula aplicable<br />

especialmente al caso de los israelitas, mientras que la anterior lo es a toda la humanidad; demostrando que la<br />

naturaleza racional de la ley está fundada en su relación eterna de las criaturas con su Creador, y sus relaciones<br />

mutuas del uno con el otro. 3. No tendrás dioses ajenos delante de mí—en mi presencia, al lado de mí, con excepción<br />

de mí. 4, 5. No te harás imagen … no te inclinarás a ellas—o sea, “Hacer a fin de inclinarte”. Bajo los auspicios de<br />

Moisés mismo fueron hechas figuras de querubines, serpientes de bronce, bueyes y de muchas otras cosas “abajo en la<br />

tierra”, y nunca fueron condenadas. El mero hecho de hacerlos no era pecado, sino el hacerlos con la intención de<br />

darles culto idolátrico. 8. Acordarte has del día de reposo—dando a entender que ya era conocido y reconocido como<br />

día de descanso sagrado. Los cuatro primeros mandamientos contienen nuestros deberes para con Dios; los otros seis,<br />

nuestros deberes para con nuestros semejantes; e interpretados por Cristo, llegan hasta el dominio del corazón tanto<br />

como al de los labios (Mateo 5:17). “Si el hombre los hace, vivirás en ellos”. Pero, ¡ah, qué “si” para el hombre frágil y<br />

caído! Quien ponga su esperanza en la ley, es deudor a toda ella; y en vista de esto, todos estaríamos sin esperanza, si<br />

no fuera “EL SEÑOR NUESTRA JUSTICIA” (Juan 1:17). 18–21. Todo el pueblo consideraba las voces, y las llamas—<br />

Ellos eran testigos oculares y de oído de todos los emblemas terribles del descenso de la Deidad. Pero no veían a la<br />

Deidad misma. 19. no hable Dios con nosotros, porque no muramos, etc.—Los fenómenos de los truenos y los<br />

relámpagos habían sido una de las plagas más fatales para Egipto, y como oían a Dios hablándoles ahora, estaban<br />

temerosos también de una muerte instantánea. Aun Moisés mismo, el mediador de antiguo pacto, dijo: “Estoy<br />

asombrado y temblando.” (Hebreos 12:21). Pero sin duda Dios habló lo que le dió alivio; lo restauró a un estado de<br />

mente apto para el ministerio a él encomendado; y por lo tanto inmediatamente después fué capacitado para aliviar y<br />

consolar al pueblo con el alivio y consuelo que él mismo había recibido de Dios (2 Corintios 1:4) 22, 23. Jehová dijo a<br />

Moisés—Aparece por Deuteronomio 4:14–16, que este mandato fué una conclusión sacada de la escena sobre el Sinaí:<br />

que así como ninguna semejanza de Dios fué manifestada en aquel entonces, ellos no deberían tratar de hacer ninguna<br />

figura ni forma de él. 24. Altar de tierra harás para mí,—reglamento aplicable a ocasiones especiales o temporeles. 25.<br />

si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería, etc.—o sea, esculpidas con figuras o adornos que pudieran<br />

conducir a superstición. 26. por gradas—precaución tomada por causa de la decencia, en consecuencia de las ropas<br />

sueltas, anchas, de los sacerdotes.<br />

[PAG. 80] CAPITULO 21<br />

Vers. 1–6. LEYES PARA SIERVOS VARONES. 1. derechos—reglas para regular el proceder de jueces y<br />

magistrados en la decisión de causas y el juicio de criminales. Como el gobierno de los israelitas era una teocracia,<br />

aquellas autoridades públicas eran los servidores del Soberano divino, y estaban sujetos a su dirección. Las más de<br />

estas leyes aquí mencionadas eran costumbres primitivas, basadas en principios de equidad natural, e incorporadas,<br />

con modificaciones y mejoras, en el código mosaico. 2–6. Si comprares siervo hebreo—Todo israelita era libre de<br />

nacimiento; pero la esclavitud se permitía bajo ciertas restricciones. Un hebreo podría llegar a ser esclavo por pobreza,<br />

deuda, o crimen; pero al cabo de seis años, tenía derecho a la libertad; y su esposa, si ella había voluntariamente<br />

compartido con él su estado de servidumbre, también conseguía su liberación. Si él se había casado con una esclava,<br />

ella y sus hijos, después de la liberación del esposo, quedaban como propiedad del amo; y si, por cariño a su familia,<br />

el hebreo escogía perder su privilegio, y quedarse como era, se llevaba a cabo un proceso formal ante un tribunal<br />

público, y una señal de servidumbre se imprimía en su oreja (Salmo 40:6) por toda su vida, o por lo menos hasta el<br />

año del jubileo (Deuteronomio 15:17).<br />

7–36. LEYES PARA SIERVAS. 7. cuando alguno vendiere a su hija—Las doncellas hebreas podían ser rescatadas<br />

por una suma razonable. Pero en caso de que sus padres o amigos no pudieran pagar el precio del rescate, su dueño

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