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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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255<br />

agradecimiento por la bondad divina en contestar su petición. Mi cuerno es ensalzado en Jehová—Esto se refiere a<br />

una peculiaridad del vestido de las mujeres orientales de cerca del Líbano, la cual parece haber existido antiguamente<br />

entre las mujeres israelitas, la de llevar una pequeña trompeta de estaño o de plata en la frente, de la cual se suspendía<br />

el velo. Las esposas sin hijos la llevaban sobresaliente a un ángulo oblicuo, mientras que aquellas que habían llegado a<br />

ser madres, en seguida la levantaban unos centímetros más hacia la línea perpendicular, y por este cambio ligero pero<br />

notorio en su tocado, hacían saber, dondequiera que iban, el carácter maternal que ahora poseían. 5. cesaron los<br />

hambrientos—cesaron de sentir hambre. hasta parir siete la estéril—es decir, muchos hijos. 6. él hace descender al<br />

sepulcro, y hace subir—él reduce al estado más bajo de degradación y miseria; y restaura a prosperidad. 8. hace que<br />

tengan por heredad asiento de honra—que posean lugares de honor. levanta del polvo al pobre, y al menesteroso<br />

ensalza del estiércol—El muladar, montón de excrementos de caballos, vacas o camellos, puesto al sol a secarse, para<br />

ser usado como combustible, que era, y todavía es, uno de los lugares más comunes donde se congregaban los<br />

limosneros más pobres; y el cambio hecho en la posición social de Anna, parecía a su agradecido corazón tan<br />

favorable y tan grande, como la elevación del pobre mendigo despreciado al puesto más alto y digno. 10. Jehová<br />

juzgará los términos de la tierra, y ensalzará el cuerno de su Mesías—Este es el primer lugar en las Escrituras, donde<br />

aparece la palabra “ungido”, o Mesías, y como no había rey en Israel en aquel entonces, parece que la mejor<br />

interpretación es que se refería a Cristo. Hay de veras una notable semejanza entre el cántico de Anna y el de María<br />

(Lucas 1:46). 11. el niño ministraba a Jehová delante del sacerdote Eli—Estaba entregado a alguna ocupación<br />

adecuada a su tierna edad, tal como tocar los címbalos u otros instrumentos de música; en prender las luces, y<br />

semejantes servicios fáciles e interesantes.<br />

12–17. EL PECADO <strong>DE</strong> LOS HIJOS <strong>DE</strong> ELI. 12. los hijos de Eli eran hombres impíos—Hebreo, “hijos de Belial”.<br />

No sólo descuidados e irreligiosos, sino hombres disolutos en sus acciones, viciosos y escandalosos en sus costumbres.<br />

Aunque profesionalmente ocupados en los deberes sagrados, no sólo eran extraños al poder de la religión en el<br />

corazón, sino que habían arrojado de sí el freno de la religión, y aun, como sucede en algunos [PAG. 223] casos con los<br />

hijos de ministros, llegaban al extremo de la corrupción desvergonzada. 13. la costumbre de los sacerdotes con el<br />

pueblo era—Cuando alguien quería presentar un sacrificio de ofrenda pacífica, la ofrenda era traída en primera<br />

instancia al sacerdote, la parte para el Señor era quemada, y las partes asignadas a los sacerdotes y a los ofrendantes<br />

habían de ser hervidas. Pero los hijos de Leví, insatisfechos con el pecho y la espaldilla, los emolumentos señalados a<br />

ellos por la ley divina (Exodo 29:27; Levítico 7:31, 32), no sólo exigían parte de la porción del ofrendante, sino con<br />

rapacidad se apoderaban de ella antes de la ceremonia de levantarla o agitarla (véase Levítico 7:34); y además<br />

cometían la injusticia de levantar con su tenedor aquellas partes que ellos preferían, todavía crudas, para que fuesen<br />

luego asadas. La gente piadosa estaba indignada por sus intrusiones tan rapaces y profanas en los derechos del altar,<br />

como también en lo que había de constituir la fiesta familiar y social del ofrendante. La verdad es que habiendo<br />

llegado a ser orgullosos, y no queriendo en muchos casos aceptar invitaciones a estas fiestas, exigían que les fuesen<br />

enviados obsequios de carne; y esto, siendo hecho primero como una cortesía, en el correr del tiempo, se estableció<br />

como un derecho, y dió origen a toda la agudeza rapaz de los hijos de Eli.<br />

18–26. EL MINISTERIO <strong>DE</strong> SAMUEL. 18. el joven Samuel ministraba delante de Jehová—Esta mención de sus<br />

primeros servicios en los patios exteriores del tabernáculo, fué hecha para preparar el camino para la interesante<br />

profecía tocante a la familia del sumo sacerdote. vestido de un ephod de lino—Especie de vestido o delantal usado en<br />

los servicios sagrados por los sacerdotes inferiores y levitas, y también algunas veces por los jueces y otras personas<br />

eminentes; su uso fué permitido a Samuel, quien fué dedicado a Dios desde su nacimiento. 19. hacíale su madre una<br />

túnica pequeña, y traíasela cada año—Sabiendo que no podía él todavía rendir algún servicio útil al tabernáculo, ella<br />

se encargaba de proveerle su ropa. Tejer y hacer telas y trajes, antiguamente eran trabajos de las mujeres. 20. Eli<br />

bendijo a Elcana y a su mujer—Esta bendición, como la que pronunció anteriormente, tenía virtud profética, la cual<br />

apareció al poco tiempo en el aumento de la familia de Anna (v. 21), y la creciente capacidad de Samuel para el<br />

servicio del santuario. 22. las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo—Esta era una institución de mujeres<br />

santas de una orden estrictamente ascética, quienes renunciaban a todos los cuidados terrenales y se dedicaban al<br />

Señor, institución que perduró hasta el tiempo de Cristo (Lucas 2:37). Eli era, en general, hombre bueno, pero no tuvo<br />

éxito en la educación moral y religiosa de su familia. Erró por su indulgencia paternal, y aunque los reprendía (véase<br />

Deuteronomio 21:18–21), sin embargo, por temor o indolencia, se sustraía de aplicarles restricciones o de someterlos a<br />

la disciplina que sus grandes delitos merecían. En su capacidad judicial, pasaba por alto sus actos públicos de mala<br />

administración, y permitía que ellos hiciesen intrusiones atrevidas en la constitución, por las cuales los daños más<br />

serios eran infligidos tanto a los derechos del pueblo como a las leyes de Dios. 25. no oyeron la voz de su padre,

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