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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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se menciona expresamente, es sumamente probable que Josué fuera el general que dirigió la guerra. La presencia del<br />

sacerdote, quien siempre estaba con el ejército (Deuteronomio 20:2), era necesaria para presidir a los levitas, que<br />

acompañaron a la expedición, y para animar a los combatientes por sus servicios sagrados y sus consejos. los santos<br />

instrumentos—Como ni el arca ni el Urim y Tummim eran llevados al campo de batalla, sino en un período posterior<br />

de la historia de Israel, los “santos instrumentos” han de haber sido las “trompetas” (cap. 10:9). Y esta opinión está de<br />

acuerdo con el texto, si se cambia “y” en “aun”, como se traduce frecuentemente el participio hebreo. (Nuestra<br />

traducción dice “con” los santos instrumentos. Nota del Trad.). 7. mataron a todo varón—Esto estaba de acuerdo con<br />

un mandato divino en todos los casos semejantes (Deuteronomio 20:13). Pero la destrucción parece haber sido sólo<br />

parcial, limitada a los que estaban en la vecindad del campamento hebreo, y que habían sido cómplices en el malvado<br />

complot de Baal‐peor, mientras una buena porción de los madianitas estaban ausentes en sus viajes pastoriles, o se<br />

habían salvado huyendo. (Comp. Jueces 6:1). 8. los reyes de Madián—así llamados, porque cada uno poseía poder<br />

absoluto en su propia ciudad o distrito, llamados también duques o príncipes de Sehón (Josué 13:21), habiendo estado<br />

sujetos a aquel gobernante amorreo, como no es raro en Oriente hallar un número de gobernadores o bajáes<br />

tributarios de un rey grande. Zur—padre de Cozbi. (Cap. 25:15). a Balaam también, hijo de Beor, mataron a<br />

cuchillo—Este hombre sin principios morales, al ser despachado por Balac, salió para su casa en Mesopotamia. (Cap.<br />

24:25). Pero, desviándose de su camino para entremeterse con los madianitas, se quedó entre ellos, sin seguir su viaje,<br />

para incitarlos contra Israel, y para mirar los efectos de su malvado consejo; o, sabiendo en su propio país que los<br />

israelitas habían caído en la trampa que él había preparado, y que no dudaba los llevaría a la ruina, bajo el impulso de<br />

su avaricia insaciable, había regresado para exigir su recompensa de los madianitas. El fué objeto de una venganza<br />

merecida. En la inmensa matanza del pueblo madianita, en la captura de sus mujeres, niños y propiedades, en la<br />

destrucción de todos sus lugares de refugio, cayó pesadamente sobre aquella raza baja y corrupta la severidad de un<br />

Dios justo. Pero más que nadie, Balaam mereció y recibió la justa recompensa de sus obras. Su conducta había sido<br />

atrozmente pecaminosa, puesto que poseía un conocimientos de la voluntad de Dios y había recibido revelaciones de<br />

él. Que alguno en las circunstancias de él tratara de frustrar las profecías de las cuales él había sido el órgano en<br />

pronunciar, y conspirase para privar al pueblo escogido del favor desesperada maldad, que ningún lenguaje puede<br />

expresar adecuadamente. 13. salieron Moisés y Eleazar el sacerdote … a recibirlos fuera del campo—en parte como<br />

señal de respeto y felicitación por su victoria; en parte, para ver cómo habían ejecutado el mandato de Jehová; y en<br />

parte, para evitar la contaminación del campamento por la entrada de guerreros manchados de sangre. 14–18. enojóse<br />

Moisés contra los capitanes del ejército—El desagrado del gran dirigente, aunque parece una explosión de un genio<br />

fiero y sanguinario, resultó en realidad de una consideración piadosa e inteligente en cuanto a los mejores intereses de<br />

Israel. No se había dado ninguna orden para la matanza de las mujeres, y en las guerras antiguas ellas eran<br />

comúnmente reservadas como esclavas. Pero por su conducta anterior, sin embargo, las mujeres madianitas habían<br />

perdido todo título a un tratamineto indulgente y misericordioso; y el carácter sagrado y el objeto expreso de la<br />

guerrra (vv. 2, 3), hizo necesaria su matanza sin una orden especial. Pero ¿por qué matar a “todos los varones entre los<br />

niños”? Esta guerra fué proyectada como guerra de exterminio, tal como Dios había mandado con el pueblo de<br />

Canaán, al cual igualaban los madianitas en la enormidad de su maldad. 19–24. quedaos fuera del campo siete días<br />

… os purificareis … vosotros y vuestros cautivos—Aunque los israelitas habían emprendido la campaña en<br />

obediencia al mandato de Dios, se habían contaminado por el contacto con los muertos. Había de efectuarse un<br />

proceso de purificación, como la exigía la ley (Levítico 15:13; cap. 19:9–12), y esta purificación se extendía hasta incluir<br />

vestidos, casas, tiendas, y todo aquello sobre lo que había estado un cadáver, y lo que había sido tocado por las manos<br />

manchadas de sangre de los guerreros israelitas, o que había sido propiedad de idólatras. Esta vino a ser una<br />

ordenanza permanente para siempre. (Levítico 6:28; 11:33; 15:12). 25–39. Tomo la cuenta de la presa que se ha<br />

hecho—i. e., de los hombres cautivos y del ganado, los que, habiendo sido capturados, según usanza antigua (Exodo<br />

15:9; Jueces 5:30), fueron divididos en dos partes iguales: una parte para el pueblo en general, el cual había sufrido un<br />

daño común de parte de los madianitas, de ese pueblo todos estaban sujetos al servicio militar; y la otra parte para los<br />

combatientes, quienes habiendo afrontado las penas y los peligros de guerra, con justicia recibieron la mayor parte. De<br />

ambas partes, sin embargo, fué tomada cierta cantidad para el santuario como ofrenda de gratitud a Dios por la<br />

preservación y por la victoria. Los soldados llevaron la gran ventaja en el reparto; porque una quingentésima parte de<br />

la mitad de ellos fué destinada a los sacerdotes, mientras que una quincuagésima parte de la mitad correspondiente a<br />

la congregación fué dada a los levitas. 32. fué la presa, el resto de la presa que tomaron los hombres de guerra—<br />

Como algunos de los cautivos habían muerto (v. 17), y una parte del ganado tomada para la manutención del ejército,<br />

la suma total de la presa restante fué como en la proporción siguiente: Ovejas, 675.000—la mitad a los soldados,<br />

337.500, deducidas para Dios, 675; la mitad a la congregación—337.500 deducidas para los levitas 6.750. Vacunos,<br />

72.000—la mitad [PAG. 149] a los soldados, 36.000; deducidos para Dios, 72; la mitad a la congregación, 36.000;<br />

deducidos para loa levitas, 720. Asnos, 61.000—la mitad a los soldados, 30.500; deducidos para Dios, 61; la mitad para

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