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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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voluntariamente incrédulos, quedarían de este modo en una ceguedad judicial (Isaías 6:10; Mateo 13:11–13, etc.),<br />

mientras que los que tenían mejor disposición acerca de la verdad serían conducidos y estimulados a hacer una<br />

investigación más profunda en cuanto a las cosas de Dios, debido a la misma obscuridad de los símbolos. El descuido<br />

practicado respecto a este propósito divino ha llevado a los judíos de hoy a magnificar esta obscuridad a tal grado que<br />

se ha ordenado que ninguno lea este libro mientras no haya cumplido los treinta años de edad.<br />

[PAG. 743] Se dice que el Rabí Hananías llegó a resolver satisfactoriamente las dificultades (Mischna) que se<br />

alegaron en contra de la canonicidad del libro de Ezequiel. Eclesiástico 49:8 se refiere a este libro, como también lo<br />

hace Josefo en “Antigüedades, 10:5, sección 1. Además, como parte del canon, se menciona en el catálogo de MELITO<br />

(Historia Eclesiástica de Eusebio, 4:26) y también en Origenes, Jerónimo, y en el Talmud. La unidad de tono a través del<br />

libro y la repetición de algunas expresiones favoritas del autor excluyen la sospecha de que ciertas porciones aisladas<br />

no sean genuinas. La primera parte, caps. 1–32, que trata mayormente del pecado y el juicio, es la clave para<br />

interpretar la segunda que contiene más esperanza y alegría, pero más remotas en cuanto a fecha. De esta manera se<br />

imparte una unidad y un carácter ordenado y progresivo al libro entero. La destrucción de Jerusalén es el punto<br />

céntrico en todo el libro. Antes de que esto ocurriese el profeta llama al pueblo al arrepentimiento, y le advierte el<br />

peligro de poner una confianza ciega en Egipto (cap. 17:15–17; Véase Jeremías 37:7) o en cualquier otro apoyo<br />

humano. Después consuela a los cautivos prometiéndoles una liberación y restauración futuras. Sus profecías contra<br />

las naciones extranjeras se colocan entre estas dos grandes divisiones, y fueron pronunciadas en el intervalo<br />

comprendido entre la intimación de que Nabucodonosor estaba sitiando a Jerusalén y la llegada de las noticias de que<br />

había tomado la ciudad (cap. 33:21).<br />

Havernick divide el libro en nueve secciones: 1. El llamamiento de Ezequiel para profetizar (caps. 1:1–3:15); 2.<br />

Predicciones simbólicas sobre la destrucción de Jerusalén (caps. 3:16 a cap. 7); 3. Un año y dos meses más tarde la<br />

visión del templo profanado por el culto a Tammuz o Adonis; el consiguiente derramamiento de fuego que Dios envía<br />

sobre la ciudad y el abandono del templo para mostrarse a un pueblo que lo busca en el destierro. Después vendrán<br />

tiempos mejores y más puros. (caps. 8–11); 4. Exposición de los pecados peculiares prevalecientes entre las diversas<br />

clases: sacerdotes, profetas y príncipes (caps. 12–19); 5. Un año más tarde la amonestación de que sobrevendrá el juicio<br />

a causa de la culpabilidad nacional, se repite con mayor claridad al acercarse el tiempo de su cumplimiento (caps. 20–<br />

23); 6. Dos años cinco meses más tarde, el mismo día en que habla Ezequiel, es anunciado como el día en que<br />

comienza el sitio de Jerusalén; la ciudad será derribada (cap. 24); 7. Predicciones contra las naciones extranjeras<br />

durante el intervalo de su silencio divino acerca de su propio pueblo. Si el juicio comienza por la casa de Dios con<br />

mucha más razón visitará al impío, (caps. 25–32). Algunas de estas predicciones fueron pronunciadas mucho más<br />

tarde que otras, todas comenzaron a ser divulgadas después de la caída de Jerusalén. 8. En el año duodécimo de la<br />

cautividad, cuando los fugitivos de Jerusalén (cap. 33:21) habían aparecido en Caldea, el profeta predice mejores<br />

tiempos, el restablecimiento de Israel, y el triunfo del reino de Dios en la tierra sobre sus enemigos: Seir, los paganos y<br />

Gog (caps. 33–39); 9. Después de un intervalo de trece años llega la división final del orden y la hermosura del reino<br />

restaurado (caps. 40–48). La particularidad de los detalles en cuanto al templo y sus ofrendas tiende más bien a<br />

desfavorecer la idea de que esta visión fuera sólo simbólica y de ninguna manera literal. El acontecimiento mismo<br />

puede aclarar esto. En todo caso no se ha cumplido aún; su cumplimiento pertenece al futuro. Ezequiel fué el único<br />

profeta (en el sentido estricto de la palabra) entre los judíos de Babilonia. Daniel fué más bien un vidente que profeta,<br />

porque el espíritu de profeta le fué dado no para capacitarlo en el ejercicio de un oficío de carácter espiritual, sino para<br />

revelar acontecimientos futuros. Su posición en el palacio de un rey pagano le facilitó la ocasión de hacer públicas las<br />

revelaciones concernientes a las relaciones externas del reino de Dios con los reinos del mundo, por lo cual su libro<br />

está clasificado por los judíos entre los “Hagiógrafa”, o “Escritos Sagrados”, y no entre las escrituras proféticas. Por<br />

otro lado, Ezequiel fué distintamente un profeta, y uno que tuvo que ver con los asuntos internos del reino divino.<br />

Como sacerdote, al ser desterrado, su ministerio solamente fué transferido del templo visible de Jerusalén al templo<br />

espiritual de Caldea.<br />

CAPITULO 1<br />

Vers. 1–28. <strong>LA</strong> VISION <strong>DE</strong> EZEQUIEL JUNTO AL RIO QUEBAR. CUATRO QUERUBINES Y RUEDAS. 1. Y<br />

fué—más bien, “y aconteció, etc.” Así como en Josué 1:1, esta expresión se refiere a la historia escrita en el pasado,<br />

también aquí; y en Rut 1:1, y Ester 1:1. se refiere a la historia no escrita que había estado en la mente del escritor. Por<br />

medio de esta fórmula, por decirlo así, el profeta continúa la historia de tiempos anteriores. En el cuarto año del rey<br />

Sedequías (Jeremías 51:59), Jeremías envió por medio de Seraías un mensaje a los cautivos (Jeremías cap. 29) en el cual

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