11.05.2013 Views

COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

887<br />

deprimidos. Todos los imperios del mundo, alguna vez florecientes (“verdes”), serán abatidos delante del abatido una<br />

vez (“seco”), y luego exaltado, el reino del Mesías y su pueblo, la cabeza del cual será Israel (Daniel 2:44).<br />

CAPITULO 18<br />

Vv. 1–32. <strong>LA</strong> PARABO<strong>LA</strong> <strong>DE</strong> <strong>LA</strong>S UVAS AGRACES <strong>DE</strong>SAPROBADA. Una vindicación del gobierno moral de<br />

Dios en cuanto a su justicia retributiva, de la imputación judaica, como si ellos estuviesen sufriendo, no por sus<br />

pecados propios, sino por los de sus padres. Así como en el cap. 17 él predijo el reinado feliz del Mesías en Jerusalén,<br />

así ahora les advierte que las bendiciones del reinado pueden ser suyas sólo cuando ellos individualmente se<br />

conviertan a la justicia. 2. Los padres comieron el agraz, y los dientes de los hijos tienen la dentera—Sus calumnias<br />

incrédulas contra la justicia de Dios habían llegado a ser tan comunes como para tomar la forma de un proverbio. El<br />

pecado de Adán en comer la fruta prohibida, visitado sobre sus descendientes, parece haber sugerido la forma<br />

peculiar; notada también por Jeremías 31:29; y explicada en Lamentaciones 5:7, “Nuestros padres pecaron, y son<br />

muertos; nosotros llevamos sus castigos.” Ellos quieren decir por “los hijos” ellos mismos, como si fuesen inocentes,<br />

mientras que estaban lejos de serlo. La reforma parcial efectuada después del reinado malvado de Manasés,<br />

especialmente entre los desterrados en Quebar, fué su motivo para pensar así; pero su mejoramiento fué sólo<br />

superficial, y sólo alentó su espíritu de pretensión de justicia propia, el cual buscaba en cualquier lugar menos que en<br />

sí mismos la causa de sus calamidades; así como los judíos modernos atribuyen su actual dispersión, no a sus propios<br />

pecados, sino a los de sus antepasados. Es una señal universal de la naturaleza corrupta de la humanidad pecadora, la<br />

de echar la culpa sobre otros, la cual nos pertenece a nosotros, y la de acusar la justicia de Dios. Véase 3:12, donde<br />

Adán transfiere a Eva la culpa de su pecado, y aun a Dios: “La mujer que tú me diste por compañera me dió del árbol<br />

y comí”. 3. nunca más tendréis por qué usar este refrán—Porque yo lo haré ver a todo el mundo por el mismo hecho<br />

de que no sois justos, así como os creéis, sino malvados, y que sufrís solamente la justa pena de vuestra culpa;<br />

mientras que sólo el justo remanente escapará. 4. todas las almas son mías—por lo tanto puedo tratar con todas, por<br />

ser mi creación, como me plazca (Jeremías 18:6). Como el Creador de todos por igual, no puedo tener ningún motivo,<br />

excepto el principio de imparcialidad, según las obras de los hombres, para hacer [PAG. 773] diferencias, como para<br />

castigar a algunos y salvar a otros (Génesis 18:25). “El alma que pecare, ésa morirá”. La maldición que desciende del<br />

padre al hijo, presupone una culpa participada también por el hijo; hay una tendencia natural en el hijo de seguir en el<br />

pecado de su padre, y así él participa en el castigo del padre; de ahí los principios del gobierno divino anunciados en<br />

Exodo 20:5; Jeremías 15:4, se justifican. Los hijos, pues, (como los judíos en el presente caso), no deben quejarse de ser<br />

injustamente afligidos por Dios (Lamentaciones 5:7); porque ellos hinchieron la medida de la culpa de sus padres<br />

(Mateo 23:32, 34–36). El mismo Dios que “vuelve la maldad de los padres en el seno de sus hijos”, inmediatamente<br />

después se presenta como “dando a cada uno según sus caminos” (Jeremías 32:18, 19). En la misma ley (Exodo 20:5)<br />

que “visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación” (donde se agrega la<br />

explicación, “a los que me aborrecen”, es decir, los hijos que aborrecen a Dios, como también sus padres: estando<br />

aquéllos muy dispuestos a seguir a sus padres, transmitiéndose el pecado con fuerza cumulativa de padre a hijo),<br />

hallamos (Deuteronomio 24:16), “los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres: cada uno morirá por<br />

su pecado”. La culpa heredada del pecado en las criaturas (Romanos 5:14) es un hecho terrible, pero un hecho<br />

contrarrestado por la expiación de Cristo; pero aquí se habla de los adultos. Dondequiera que caigan penalidades<br />

sobre la sociedad colectiva por los pecados de los padres, se escaparán los adultos individuales que se arrepientan (2<br />

Reyes 23:25, 26). Esta no es cosa nueva, como algunos interpretan erróneamente aquí; siempre ha sido un principio de<br />

Dios el de castigar sólo a los culpables, no también a los inocentes, por los pecados de los padres. Dios no cambia aquí<br />

el principio fundamental de su administración, sino que meramente está por manifestarlo tan personalmente a cada<br />

uno que los judíos no echarán más sobre Dios o sobre sus padres, la culpa que era suya propia. el alma que pecare,<br />

ésa morirá—y es “esa alma” sola (Romanos 6:23), y no los inocentes también. 5. Aquí empieza la ilustración de la<br />

imparcialidad de Dios en una serie de casos supuestos: (1). de vv. 5–9, el hombre justo; se eligen las excelencias con<br />

referencia a los pecados prevalecientes en la edad, de entre los cuales tal persona quedaba apartada; de ahí surge la<br />

omisión de algunos rasgos de la justicia, los cuales, en circunstancias diferentes, se habría deseado mencionar. Cada<br />

edad tiene sus propias tentaciones dominantes, y el hombre justo sería distinguido por guardarse de las<br />

contaminaciones peculiares, interiores y exteriores, de su edad. justo … juicio … justicia—los deberes de la segunda<br />

tabla de la ley, los cuales provienen del temor de Dios. La piedad es la raíz de la caridad; el rendir a cada uno lo suyo<br />

propio, tanto a nuestro vecino como a Dios. 6. que no comiere sobre los montes—los altos donde se levantaban los<br />

altares. Un pecado doble: el sacrificar en un lugar que no sea el templo, donde Dios solamente sancionaba el sacrificio<br />

(Deuteronomio 12:13, 14); y esto a ídolos en vez de a Jehová. “Comiere” se refiere a las fiestas que acompañaban los<br />

sacrificios (véase Exodo 32:6; Deuteronomio 32:38; Jueces 9:27; 1 Corintios 8:4, 10; 10:7). ni alzare sus ojos—es decir,

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!