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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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obra en la tierra, y la última cena; a Cristo ascendido, y el llamamiento de los gentiles. En otro aspecto tenemos: (1.) El<br />

anhelo en el alma individual de la manifestación a ella del Señor Jesús, [PAG. 531] y las varias alteraciones en la<br />

experiencia (caps. 1:2, 4; 2:8; 3:1, 4, 6, 7)) de su manifestación; (2.) El goce abundante de sus consuelos sensibles, que<br />

pronto son retirados a causa del descuido de la novia (cap. 5:1–3, etc.), sus anhelos de su retorno y la reconciliación<br />

(caps. 5:8–16; 6:3, etc., 7:1, etc.); (3.) Los efectos en el creyente de la manifestación de Cristo, a saber, la seguridad,<br />

obras de amor, pasión por las almas perdidas, celo por la vuelta segunda del Señor (caps. 7:10, 12; 8:8–10, 14).<br />

CAPITULO 1<br />

CANTICO I.—<strong>LA</strong> NOVIA BUSCA Y HAL<strong>LA</strong> AL REY (caps. 1:1–2:7). 1. Canción de canciones—La más excelente<br />

de todas las canciones, idiotismo hebraico (Exodo 29:37; Deuteronomio 10:14). Las primicias en la tierra de la “canción<br />

nueva” para ser entonada en la gloria (Apocalipsis 5:9; 14:3; 15:2–4). de Salomón—“Rey de Israel,” o de “Jerusalén,”<br />

no se agrega aquí, como en Proverbios 1:1 y Ecclesiastés 1:1, no porque Salomón no hubiese ya ascendido al trono<br />

(Moody Stuart), síno porque su personalidad está escondida tras la de Cristo, el verdadero Salomón (equivalente a<br />

Príncipe de Paz) El Salomón terrenal no se presenta, lo que hubiera interrumpido la consecuencia de la alegoría.<br />

Aunque la novia lleva el papel principal en todo, la Canción no es suya, sino la de su “Salomón.” Es él quien la anima.<br />

El y ella, la Cabeza y los miembros, forman uno solo en Cristo. (Adelaide Newton.) Aarón lo prefiguró como<br />

sacerdote; Moisés como profeta; David, como rey sufrido; Salomón, como triunfante príncipe de paz. El campamento<br />

en el desierto representa a la Iglesia en el mundo; el pacífico reinado de Salomón, sojuzgados todos sus enemigos,<br />

representa a la Iglesia en el cielo, de cuyo gozo la Canción es primicias. 2. él—abruptamente. No lo nombra, como es<br />

natural a uno cuyo corazón está lleno de algún amigo muy deseado; así María Magdalena ante el sepulcro no nombró<br />

a Cristo (Juan 20:15), como si todo el mundo debiera saber a quién se refería, el único objeto principal de su deseo<br />

(Salmo 73:25; Mateo 13:44–46; Filipenses 3:7, 8). ósculos—la señal de paz de parte del Príncipe de Paz (Lucas 15:20);<br />

“nuestra Paz” (Salmo 85:10; Colosenses 1:21; Efesios 2:14). de su boca—en señal del tiernísimo afecto. Que un rey<br />

permitiera que se le besara la mano, o su ropa siquiera, se tenía por grande honra; pero que él mismo besara a otro con<br />

su boca era honra la más grande. Dios en tiempos pasados ha hablado por la boca de sus profetas, los que habían<br />

declarado el casamiento de la Iglesia; la novia ahora anhela el contacto con la boca del Novio mismo (Job 23:12; Lucas<br />

4:22; Hebreos 1:1, 2). Asimismo la Iglesia antes del primer advenimiento anhelaba “la esperanza de Israel.” “el<br />

deseado de las naciones;” también el alma despertada anhela el beso de reconciliación; y además, aquel beso que es la<br />

señal del contrato matrimonial (Oseas 2:19, 20), y de amistad (1 Samuel 20:41; Juan 14:21; 15:15). tus amores—pruebas<br />

del amor, las caricias. vino—que alegra “el corazón apesadumbrado” del que está por perecer, de modo que “de su<br />

miseria no más se acuerda” (Proverbios 31:6, 7). Así en sentido mejor, el amor de Cristo (Habacuc 3:17, 18). El da la<br />

misma alabanza al amor de la novia, con la añadidura enfática de “cuán hermosos” (cap. 4:10). Jesús creó vino en su<br />

primer milagro (Juan 2), J dió vino por prenda de su amor en la última cena. El vino simbólico es su sangre, el<br />

espíritual, su Espíritu, el “nuevo” y mejor vino del reino (Mateo 26:29), que nunca podremos beber en exceso (Efesios<br />

5:18; cf. el Salmo 23:5; Isaías 55:1). 3. Más bien, “Cuanto al sabio de tus ungüentos, es bueno.” (Maurer.) En el cap. 4:10,<br />

11, el Esposo retribuye la alabanza de la novia en los mismos términos. tu nombre—el carácter y oficio de Cristo como<br />

el “Ungido” (Isaías 9:6; 61:1), como el “olor de ungüento” son las gracias que rodean a su persona (Salmo 45:7, 8).<br />

Ecclesiastés 7:1, en su sentido más pleno, se aplica a él. El santo aceite de la unción del sumo sacerdote, que era muerte<br />

para cualquier otro que lo fabricara (cf. Hechos 4:12). envuelve la exclusiva preciosidad del nombre del Mesías (Exodo<br />

30:23–28, 31–38; así María quebró el alabastro de ungüento precioso sobre el Señor, con toda propiedad, Marcos 14:5,<br />

tipificando el alabastro roto a su cuerpo, que, roto, difundió toda gracia): compuesto de varias especias, etc.<br />

(Colosenses 1:19; 2:9); de suave olor (Efesios 5:2). derramado—(Isaías 53:12; Romanos 5:5.) por eso—a causa de la<br />

manifestación del carácter en Cristo (1 Juan 4:9, 19). Asimismo la penitente (Lucas 7:37, 38, 47). doncellas—vírgenes,<br />

los puros de corazón (2 Corintios 11:2; Apocalipsis 14:4). El mismo hebreo se traduce “tus escondidos” (Salmo 83:3). El<br />

“ungüento del Espíritu “derramado” produce el “amor de Cristo” (Romanos 5:5). 4. (1.) El clamor del antiguo Israel<br />

por el Mesías, por eje., Simeón, Ana etc. (2.) El clamor del alma despertada por la atracción del Espíritu, al ver la<br />

hermosura de Cristo y su propia impotencia. Llévame—acércame a ti. El Padre atrae (Juan 6:44). El Hijo atrae<br />

(Jeremías 31:3; Oseas 11:4; Juan 12:32). “Atraer” y “hazme saber” (v. 7) califica reverentemente a la palabra “besar” (v.<br />

2) correremos—ningún creyente desea irse solo al cielo. Nos convertimos como individuos; seguimos a Cristo como<br />

unidos en una comunión de santos (Juan 1:41, 45). “La individualidad y la comunidad se reúnen en la novia. correr—su<br />

celo se inflama mientras ora (Isaías 40:31; Salmo 119:32, 60). Léase: “Correremos en pos de ti”; no delante de ti (Juan<br />

10:4). Metióme el rey—(Salmo 45:14, 15; Juan 10:16). El es el Sacerdote ungido (v. 3); Rey (v. 4). cámaras—se concede<br />

su petición aun más allá de sus deseos. No sólo se le permite correr en pos de él, sino que se la introduce en el pabellón<br />

más íntimo, a donde los reyes orientales admitían solamente a sus amigos más íntimos (Esther 4:11; 5:2; Salmo 27:5).

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