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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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47<br />

Vers. 1–15. TRAS<strong>LA</strong>DO A BETH‐EL. 1. Dijo Dios a Jacob: Levántate, etc.—Este mandamiento fué dado en<br />

tiempo oportuno, y en lenguaje cariñoso. Los acontecimientos ignominiosos y peligrosos que acababan de suceder en<br />

la familia del patriarca, deben haber producido en él un fuerte deseo de alejarse sin demora de las cercanías de<br />

Siquem. Oprimido por el abrumador sentimiento de criminalidad de sus dos hijos, por la ofensa que ellos habían<br />

hecho a Dios y el deshonor traído sobre la verdadera fe; angustiado también por el temor de las consecuencias que<br />

este ultraje podría traer sobre él y su familia, si el pueblo cananeo se unía para extirpar semejante banda de robadores<br />

y homicidas; debe haber considerado este llamamiento como un gran alivio a sus afligidos sentimientos. Al mismo<br />

tiempo el mandato traía una suave reprensión. sube a Beth‐el—Beth‐el estaba como a 40 kilómetros al sur de Siquem;<br />

y ei viaje era una subida desde un paraje bajo a una región montañosa. Allí no sólo estaría apartado de las<br />

impresiones dolorosas del lugar anterior, sino también estaría establecido en un lugar que avivaría los recuerdos más<br />

deleitosos y sublimes. El placer de volver a visitarlo, sin embargo no era del todo completo. haz allí un altar al Dios<br />

que te apareció—Como sucede con harta frecuencia, las impresiones de los años juveniles se borran por el paso del<br />

tiempo; las promesas, hechas en tiempos de aflicción, son olvidadas; o, si son recordadas al retorno de la salud y<br />

prosperidad, no hay el mismo ardor y sentido de obligación en cumplirlas. Jacob estaba bajo esta acusación. Había<br />

caído en una indolencia espiritual. Hacía ocho o diez años que había regresado a Canaán. Ya había establecido<br />

domicilio cómodo; también había reconocido las misericordias divinas, por medio de las cuales su regreso y<br />

establecimiento habían sido claramente dirigidos. (comp. cap. 33:19). Pero por alguna razón no mencionaba, su voto<br />

anterior en Bethel, en una grande crisis de su vida habia quedado sin cumplimiento. Jehová ahora aparece para<br />

recordarle su deber descuidado, en términos, sin embargo, tan suaves, que trajeron a su memoria más que el recuerdo<br />

de su falta, la bondad de su Guardián celestial; y lo mucho que a Jacob le impresionó la naturaleza afectuosa del<br />

llamamiento a aquella escena memorable en Beth‐el, aparece en los preparativos inmediatos que hizo para ir allá<br />

(Salmo 66:13). 2. Entonces Jacob dijo a su familia … Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros—Hebreo,<br />

“dioses de los extraños”, de naciones extranjeras. Jacob había traído, entre su servidumbre, algunos criados<br />

mesopotámicos, que eran adictos a prácticas supersticiosas; y hay algún motivo para temer que él no hubiera podido<br />

dar el mismo testimonio noble en cuanto a la dirección religiosa de su familia, como el de Abraham (cap. 18:19). Puede<br />

haber sido demasiado negligente hasta ahora, tolerando estos males entre sus criados; o, tal vea, sucedió que hasta su<br />

llegada a Canaán, él supo que la persona más cercana y más querida para él secretamente estaba contagiada con la<br />

misma corrupción (cap. 31:34). Pero sea como sea, él se resolvió a la reforma inmediata y completa en su casa; y al<br />

ordenar que quitaran los dioses extraños, agregó: “limpiaos, y mudad vuestros vestidos”; como si alguna<br />

contaminación, por contacto con la idolatría, quedara entre ellos. En la ley de Moisés, fueron mandadas muchas<br />

purificaciones ceremoniales, y eran practicadas por personas que habían contraído alguna contaminación, y sin la<br />

observancia de ellas, dichas personas se consideraban impuras e ineptas [PAG. 47] para tomar parte con los demás en<br />

el culto social a Dios. Estas purificaciones corporales eran puramente figurativas; y como se ofrecían sacrificios antes<br />

de la ley, así también había estas purificaciones externas, como aparece en las palabras de Jacob; y así parecería que<br />

desde la caída del hombre eran usados tipos y símbolos que representaban y enseñaban dos grandes doctrinas de la<br />

verdad revelada—la expiación por Cristo y la santificación de nuestra naturaleza. 4. dieron a Jacob todos los dioses<br />

ajenos … y los zarzillos—Dioses extraños, los serafim (cap. 31:30), como también probablemente otros ídolos tomados<br />

entre los despojos de Siquem; zarzillos de varias formas, tamaños y materiales, que son usados por todos en Oriente, y<br />

entonces como ahora, relacionados con las artes mágicas y la idolatría (comp. Oseas 2:13). El tono decidido que ahora<br />

asume Jacob, fué la causa probable de la presteza con que estos objetos favoritos de la superstición fueron entregados.<br />

Jacob los escondió debajo de una encina—o terebinto, árbol alto, que como otros de la misma clase, eran objetos<br />

atrayentes en el paisaje de Palestina; y bajo el cual el patriarca había puesto su tienda. El escondió las imágenes y<br />

amuletos, que le entregaron sus subordinados, junto a las raíces de este árbol. Como el encino se consideraba un árbol<br />

sagrado, el acto de sepultar estas cosas entre sus raíces era depositarlas en un lugar donde ninguna mano atrevida<br />

removería la tierra: y de ahí que por esta circunstancia era llamado “la campiña de Meonenim”, o sea, “encino de<br />

encantamiento” (Jueces 9:37); por la gran piedra que alzó Josué, “el encino del pilar” (Jueces 9:6). 5. el terror de Dios<br />

fué sobre las ciudades—Había muchos motivos para temer que una tormenta de ira estallara desde todas partes<br />

contra la familia de Jacob, y que las tribus cananeas hubieran formado un plan unido de venganza. Pero un terror<br />

sobrenatural se posesionó de ellos; y así, por amor del “heredero de la promesa”, el escudo protector de la<br />

Providencia estaba extendido sobre su familia. 6. Y llegó Jacob a Luz.… ésta es Beth‐el—Es probable que este lugar<br />

fuera tierra desocupada cuando Jacob fué allá la primera vez; y después de aquel período (Calvino), los cananeos<br />

edificaron una ciudad a la cual dieron el nombre de Luz, por la profusión de almendros que crecían allí. El nombre de<br />

Beth‐el, que naturalmente sería usado sólo por Jacob y su familia, no reemplazó al nombre original sino mucho más<br />

tarde. Ahora se identifica con la aldea moderna de Beitin, y está en el declive occidental de la montaña donde<br />

Abraham edificó un altar (Génesis 12:8). murió Débora, ama de Rebeca—Este acontecimiento parece haber sucedido

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