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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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144<br />

tabernáculo muchos días, ellos guardaban la ordenanza de Jehová, y no partían”. ¡Felices de ellos, si hubieran<br />

mostrado siempre este [PAG. 130] espíritu de obediencia! Y ¡felices de nosotros todos, si, por el desierto de este<br />

mundo, siguiésemos implícitamente la inspiración de la divina Providencia y las direcciones de la palabra de Dios!<br />

CAPITULO 10<br />

Vers. 1–36. EL USO <strong>DE</strong> <strong>LA</strong>S TROMPETAS <strong>DE</strong> P<strong>LA</strong>TA. 2. Hazte dos trompetas de plata—Estas trompetas eran de<br />

una forma larga, en contraste con la de las trompetas egipcias, con las cuales se llamaba a la gente para el culto de<br />

Osiris, y que eran corvas como los cuernos de carnero. Las que hizo Moisés, descritas por Josefo y representadas en el<br />

arco de Tito en Roma, eran derechas, de largo de un codo o más, y los tubos de un espesor de una flauta, y ambas<br />

extremidades llevaban una semejanza cercana a las trompetas en uso entre nosotros, en Inglaterra. Porque eran de<br />

plata maciza, así como, por la pureza del metal, daban un sonido agudo y precioso; y había dos de ellas,<br />

probablemente porque eran ya sólo dos hijos de Aarón; pero en período posterior el número fué grandemente<br />

aumentado. (Josué 6:8; 2 Crónicas 5:12). Aunque el campamento contenía 2.500.000 personas, dos trompetas eran bien<br />

suficientes, porque el sonido era llevado fácilmente por la atmósfera pura, y repercutía entre los valles de los montes<br />

sinaíticos. 3. cuando las tocaren—Parece que había habido señales, marcadas para diferenciar en el volumen y la<br />

variedad de las notas, adecuadas a las diferentes ocasiones, y que la experiencia permitía a los israelitas, distinguir.<br />

Un sonido simple, uniforme, por las dos trompetas llamaba al pueblo para asamblea general; un sonido corto de una<br />

trompeta, convocaba a los príncipes para consulta sobre asuntos públicos; notas de otra clase eran producidas para<br />

tocar alarma, fuera para marchar, o fuera para la guerra. Una alarma era la señal convenida para la división oriental<br />

de campamento—es decir, para que las tribus de Judá, Issachar y Zabulón marcharan—; dos alarmas daban la señal<br />

para que la división sobre el sur, marchase; y, aunque no está en nuestro actual texto hebreo, la Septuaginta tiene, que<br />

al sonarse tres alarmas, las tribus sobre el oeste; y con cuatro, las del norte, salían del campamento. Así estaban<br />

establecidos el mayor orden y la disciplina en el campamento israelita; no podría esta regulada major una marcha<br />

militar. 8. los hijos de Aarón, los secerdotes, tocarán las trompetas, etc.—Ni los levitas ni nadie en las filas ordinaries<br />

del pueblo, podían ser empleados en esta función de sonar las señales. Con el fin de atraer mayor atención y una<br />

observancia más fiel, estaba reservada para los sacerdotes solos, como los ministros de Jehová; y como antiguamente<br />

en Persia y otros países orientales, las trompetas de alarma eran tocadas desde la tienda del soberano, así eran tocadas<br />

desde el tabernáculo, la residencia visible del Rey de Israel. 9. cuando viniereis a la guerra—En la tierra de Canaán, o<br />

cuando fuesen atacados por invasores extranjeros, o cuando saliesen a tomer posesión según la promesa divina,<br />

“tocaréis”—vosotros los sacerdotes—alarma”. Se obraba de acuerdo con este consejo (cap. 31:6; 2 Crónicas 13:12); y en<br />

las circunstancias era un acto de confianza devota en Dios. Un solemne acto religioso en vísperas de una batalla,<br />

muchas veces ha animado el corazón de aquellos que se sentían ocupados en una causa buena y justa; y de esta<br />

manera tocar las trompetas, siendo una orden de Dios, producía aquel efecto en la mente de los israelitas. Aun más,<br />

querían decir las palabras—i. e., que, como si fuera, sería animado Dios por la trompeta, para bendecirlos con su<br />

presencia y ayuda. 10. Y en el día de vuestra alegría, y en vuestras solemnidades—i. e., días de festividad y acciones<br />

de gracias habían de ser empezados con el son de las trompetas, como en efecto se hacía en todas las fiestas más tarde<br />

(Salmo 81:3; 2 Crónicas 29:27), para dar a entender los sentimientos gozosos y deleitosos con que ellos tomaban parte<br />

en el sevicio de Dios. 11. Y fué en el año segundo, a los veinte del mes, etc.—Los israelitas habían quedado<br />

acampados en el Wady‐er‐Rahah y los valles vecinos de las montañas sinaíticas, por espacio de once meses y<br />

veintinueve días. (Comp. Exodo 19:1). Además de los propósitos religioso de la más alta importancia para los cuales<br />

era útil su prolongada estada en Sinaí, los israelitas, después de sus penuries y opresión de la esclavitud egipcia,<br />

necesitaban un intervalo de reposo y refrigerio. No estaban ni física ni moralmente en condiciones de entrar en<br />

conflicto con los pueblos belicosos que ellos tendrían que encontrar antes de posesionarse de Canaán. Pero las<br />

transacciones maravillosas en Sinaí—el brazo de Jehová tan visiblemente extendido en favor suvo, el pacto formado, y<br />

las bendiciones especiales garantizadas—dieron principio a un curso de educación moral y religiosa, que amoldaba el<br />

carácter de este pueblo; les hicieron conocer su noble destino, y los inspiraron con aquellos principios dignos de la<br />

verdad y justicia divinas, que solas hacen grande una nación. 12. desierto de Parán—Este se extendía desde la base<br />

del grupo sinaítico, o desde El‐Tyh, sobre aquella llanura alta que se extendía hasta las fronteras de Palestina. 13–27.<br />

movieron la primera vez al dicho de Jehová por mano de Moisés—Es probable que Moisés, al levantarse el<br />

campamento, se pusiera sobre alguna altura para ver pasar las filas israelitas en todo orden, por las embocaduras de<br />

la montaña. El orden de marcha está descrito (cap. 2); pero, como se representa aquí la vasta horda en emigración<br />

efectiva, conviene notar el cuidado extraordinario que se tomó, para asegurar el transporte seguro de las cosas santas.<br />

En pos de Judá, que con las tribus de Issachar y Zabulón, constituía la vanguardia, seguían los gersonitas y meraritas<br />

con los materiales pesados y más bastos del tabernáculo. Después en orden empezaron a marchar las divisions

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