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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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demuestra lo extensa que sería la calamidad nacional; y al mismo tiempo cuán desesperante cuando él, que debería<br />

haber sido su protector, compartiría con sus súbditos la misma suerte en el cautiverio. allá servirás a dioses ajenos, al<br />

palo y a la piedra—Los desterrados hebreos, con algunas excepciones notables, fueron seducidos u obligados a la<br />

idolatría en los cautiverios asirio y babilónico (Jeremías 44:17–19). De este modo, el pecado al cual ellos demasiado a<br />

menudo habían mostrado un cariño vil, una propensidad bien arraigada, vino a ser su castigo y su miseria. 37. serás<br />

por pasmo, por ejemplo y por fábula, a todas los pueblos a los cuales te llevará Jehová, etc.—Los anales de casi<br />

todas las naciones, durante mil ochocientos años, proporcionan pruebas abundantes de que éste ha sido, y todavía es,<br />

el caso: que el mismo nombre de judío es un término universalmente reconocido como sinónimo de extrema<br />

degradación e infelicidad. 49. Jehová traerá sobre ti gente de lejos—La invasión de los romanos‐“ellos vinieron de<br />

lejos”. Los soldados del ejército invasor eran traídos de Francia, España y Bretaña, en aquel entonces considerados “el<br />

cabo de la tierra”. Julio Severo, el comandante, más tarde Vespasiano y Adriano, salieron de Bretaña para la escena de<br />

la conquista. Además, la enseña en los estandartes del ejército romano era “una águila”; y los dialectos hablados por<br />

los soldados de las diferentes naciones que componían aquel ejército, eran desconocidos a los judíos. 50. Gente fiera<br />

de rostro—Una descrípción de los romanos, que no sólo eran atrevidos e inflexibles, sino crueles e implacables. 51.<br />

comerá el fruto de tu bestia, etc.—Según el historiador judío, todo distrito por donde pasaban, quedaba sembrado de<br />

los destrozos de su devastación. 52. te pondrá cerco … hasta que caigan tus muros altos y encastillados—Todos los<br />

lugares fortificados a los cuales el pueblo huyó por seguridad, fueron quemados o demolidos, y los muros de<br />

Jerusalem misma, echados por tierra. 53–57. comerás el fruto de tu vientre—(Véase 2 Reyes 6:29; Lamentaciones 4:10).<br />

Eran tales los terribles extremos a que estaban reducidos los habitantes durante el sitio, que muchas mujeres<br />

mantenían una existencia terrible comiendo la carne de sus propios hijos. Se extinguió el cariño paternal, y los<br />

parientes más cercanos eran evitados, por temor de que ellos descubrieran y exigiesen una porción de tales viandas.<br />

62. quedaréis en poca gente—Desde la destrucción de Jerusalem hasta ahora, hay sólo un remanente insignificante de<br />

judíos residentes en aquel país, extranjeros en la tierra de sus padres; y de todas las clases de habitantes ellos son los<br />

seres más degradados y miserables, dependientes para su sostén de las contribuciones que llegan de Europa. 63.<br />

seréis arrancados de sobre la tierra—Adriano publicó un decreto que prohibía a los judíos habitar en Judea o aun<br />

acercarse a sus fronteras. 64. Jehová te esparcirá per todos los pueblos—Tal vez no hay país en todo el mundo donde<br />

no haya de haber judíos. ¿Quién mirando esta condición de los hebreos no se llena de espanto, cuando considera el<br />

cumplimiento de esta profecía? 68. Jehová te hará tornar a Egipto en navíos—El cumplimiento de esta predicción<br />

sucedió bajo Tito, cuando, según Josefo, multitudes de judios fueron transportados a la tierra del Nilo, y vendidos<br />

como esclavos. “Aquí, pues, hay casos de profecías pronunciadas hace más de tres mil años; y todavía, como vemos,<br />

se están cumpliendo en el mundo en estos mismos tiempos. ¿Qué pruebas más convincentes deseamos, de la divina<br />

legislación de Moisés? ¿Cómo estos casos afectan a otros? Yo no sé; pero en cuanto a mí tengo que reconocer que no<br />

sólo me convencen, sino que me sorprenden y me asombran desmesuradamente; son, tan realmente, como Moisés<br />

predijo (vv. 45, 46) que serían, “señal y maravilla para siempre”. (Bishop Newton).<br />

CAPITULO 29<br />

Vers. 1–29. UNA EXHORTACION A <strong>LA</strong> OBEDIENCIA. 1. Estas son las palabras del pacto—Continúa el<br />

discurso de Moisés; el tema de aquel discurso era el pacto de Israel con Dios, los privilegios que el pacto confería y las<br />

obligaciones que imponía. además del pacto que concertó con ellos en Horeb—Substancialmente era el mismo; pero<br />

ahora fué renovado, en circunstancias diferentes. Ellos habían violado sus condiciones. Moisés repite éstas, para que<br />

tuviesen un conocimiento mejor de sus condiciones, y estuvieran más dispuestos a cumplirlas. 2. Moisés pues llamó a<br />

todo Israel, y díjoles: Vosotros habéis visto todo lo que Jehová ha hecho, etc.—Esta apelación a la experiencia del<br />

pueblo, aunque fué hecha en términos generales, era aplicable sólo a aquella porción de ellos que había tenido muy<br />

poca edad en el tiempo del Exodo, y que se acordaban de las transacciones maravillosas que antecedieron y siguieron<br />

a aquella época. Pero, por desgracia, aquellos acontecimientos maravillosos no hicieron en ellos ninguna impresión<br />

buena (v. 4). Ellos eran extraños a aquella gracia de sabiduría que es dada liberalmente a todos los que la piden: y su<br />

insensibilidad era tanto más inexcusable ya que habían sido obrados tantos milagros que habrían podido conducir a<br />

una convicción segura de la presencia y el poder de Dios con ellos. La conservación de su ropa y sus zapatos, la<br />

provisión de alimento y agua diarios; estos benificios continuados sin interrupción o disminución durante tantos años<br />

de peregrinación en el desierto, fueron milagros que proclamaban la mano inmediata de Dios, y que eran obrados con<br />

el propósito expreso de disciplinarlos en el conocimiento práctico de él y de una confianza habitual en él. Su<br />

experiencia en esta bondad y en el cuidado extraordinario, junto con su recuerdo de los acontecimientos brillantes por<br />

medio de los cuales, con poco esfuerzo o pérdida de parte de ellos, Dios permitió que adquiriesen el territorio valioso<br />

sobre el cual estaban, se menciona nuevamente para obligarlos a un fiel cumplimiento del pacto, como medios

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