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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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276<br />

divinas y del pacto mutuo de ellos. ¡Qué victoria sobre los sentimientos naturales y las consideraciones indignas<br />

obtuvo la fe de Jonatán, antes que él pudiera buscar tal entrevista y diera expresión a tales sentimientos! Hablar con<br />

calma y segura confianza del hecho de que él mismo y su familia fueron superados por un amigo por los vínculos de<br />

un pacto santo y solemne, sólo sería posible para uno que, superior a todas las consideraciones de política mundanal,<br />

miraba el curso de las cosas con el espíritu y por medio de los principios de aquella teocracia que reconocía a Dios<br />

como el único y supremo Soberano de Israel. Ni la historia ni la novela relatan el desarrollo de una amistad más pura,<br />

más noble ni más abnegada que la de Jonatán.<br />

19–29. SAUL LE PERSIGUE. 19. subieron los de Ziph a decir a Saúl en Gabaa: ¿No está David escondido su<br />

nuestra tierra?—Desde el Tell‐Zif se contempla un panorama de todo el distrito circundante. No es de sorprender,<br />

pues, que los zifitas viesen a David y sus hombres que pasaban de una parte a otra en las montañas del desierto, y lo<br />

espiaran a la distancia, cuando osaba mostrarse en la colina de Haquila, “a la mano derecha del desierto”, es decir, al<br />

sur de Zif, enviasen prestamente informes a Saúl del escondite de su enemigo. (Van de Velde). 25. David, y descendió<br />

a la peña, y quedóse en el desierto—Tell Main. la colina sobre la cual estaba situada Maón (Josué 15:55), y de la cual<br />

el desierto contiguo tomó su nombre, está a 1.609 metros al norte, y 16 kilómetros al este del Carmelo. La mesa parece<br />

terminar aquí. Es verdad que la sierra más alta de las montañas meridionales se extiende más hacia el sudoeste; pero<br />

hacia el sudoeste el terreno se inclina más y más a una mesa de nivel más bajo, que se llama “la llanura a la mano<br />

derecha (es decir, al sur) del desierto”. (Van de Velde).<br />

CAPITULO 24<br />

Vers. 1–7. DAVID EN UNA CUEVA EN ENGADDI, CORTA EL MANTO <strong>DE</strong> SAUL, PERO LE PERDONA <strong>LA</strong><br />

VIDA. 1. David subió de allí, y habitó en los parajes fuertes de Engaddi—es decir, “manantial de las cabras<br />

monteses”—nombre dado por el gran número de íbices o gamuzas sirias que habitaban estos peñascos en la ribera<br />

occidental del Mar Muerto (Josué 15:62). Hoy es llamado Ain Jiddy. De todos lados el paraje está lleno de cavernas,<br />

que bien pudieron servir de escondrijo a David y sus hombres, como sirve hoy día a los bandidos. (Robinson). 3. Saúl<br />

… fué en busca de David … por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses—Sólo la ciega infatuación de su<br />

ira diabólica pudo haber llevado al rey a perseguir a su yerno fugitivo por estos precipicios ásperos y escarpados,<br />

donde había escondites inaccesibles. Pero la providencia que todo lo dirige, frustó toda su vigilancia. 4. llegó a una<br />

majada de ovejas—Más probablemente en la serranía superior del Wady Chareitun. Hay una cueva grande—estoy<br />

dispuesto a decir la cueva—situada apenas a cinco minutos al este de las ruinas de la aldea, al lado sur del wady. Está<br />

alta sobre el lado de la piedra calcárea, y ha cambiado muy poco desde los días de David. La misma angosta bóveda<br />

natural a la entrada; la misma enorme cámara natural en la roca, probablemente el lugar donde Saúl se acostaba a<br />

descansar del calor del día; las mismas paredes laterales, también, donde David y sus hombres se escondían cuando,<br />

acostumbrados ya a la obscuridad del interior de la caverna, veían entrar a Saúl, mientras él, todavía cegado por la<br />

fuerte luz exterior, no veía a quien perseguía tan fieramente. 5–8. los de David le dijeron: He aquí el día de que to ha<br />

dicho Jehová: He aquí entrego tu enemigo en tus manos—Dios nunca había hecho ninguna promesa de entregar a<br />

Saúl en las manos de David; pero, por las [PAG. 241] promesas generales y repetidas de que el reino sería de él, ellos<br />

inferían que la muerte del rey se efectuaría mediante alguna oportunidad como la actual. David firmemente rechazó<br />

las urgentes instigaciones de sus seguidores a que pusiera fin a las dificultades de él y de ellos, por medio de la<br />

muerte de su perseguidor (un corazón vengativo hubiera seguido el consejo de ellos, pero David quiso vencer el mal<br />

con el bien, y amontonar ascuas de fuego sobre la cabeza de su enemigo). Sin embargo, cortó un pedazo del manto<br />

real. Es fácil imaginarse cómo pudo desarrollarse este diálogo, y cómo pudo David llegar al rey sin despertar<br />

sospechas. El alboroto y ruido de los soldados y bestias de Saúl, el número de celdas o divisiones en estas cavernas era<br />

inmenso, y algunas de ellas estaban muy adentro, envueltas de obscuridad, mientras que en la boca de la cueva eran<br />

visibles todos los movimientos, la probabilidad de que la prenda de la cual David cortó un pedazo pudiera haber sido<br />

su manto exterior echado en el suelo, y que posiblemente Saúl estaría durmiendo—todos estos hechos y conjeturas<br />

son suficientes para explicar los incidentes detallados en la historia.<br />

9–15. DAVID POR ESTO MANIFIESTA SU INOCENCIA. 9. También David se levantó después, y saliendo de la<br />

cueva dió voces a las espaldas de Saúl—Lo cercano de los peñascos escarpados, aunque separados por profundos<br />

wadys, y la pureza del aire permiten que se oiga claramente la voz de una persona de una roca a otra. (Jueces 9:7). La<br />

reconvención de David, seguida por las señales visibles que él mostraba, de que no abrigaba designios malos contra la<br />

persona ni el gobierno del rey, aun cuando lo tenía en su poder, tocó el corazón de Saúl en ese momento, y lo despojó<br />

de su triste propósito de venganza. Reconoció la justicia de lo que dijo David, confesó su propia culpa, y pidió la

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