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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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principal de su fertilidad antigua. 8. Tierra de trigo y cebada—Estos cereales fueron prometidos a los israelitas en<br />

caso de su fiel obediencia al pacto de Dios (Salmo 81:16; 147:14). El trigo y la cebada eran tan abundantes que<br />

producían a sesenta y a veces a cien tantos (Génesis 26:12; Mateo 13:8). de vides e higueras, y granados—Las piedras<br />

de cal y los valles escarpados estaban enteramente cubiertos, pues hay huellas de ello, con plantaciones de higueras,<br />

vides y olivos. Aunque en latitudes meridionales, las formaciones montañosas templaban el calor excesivo, de suerte<br />

que se producían higos, granadas, olivos, etc., en Palestina, se producían junto con el trigo y la cebada, que son<br />

productos de regiones septentrionales. miel—La palabra miel se usa frecuentemente en un sentido amplio,<br />

indeterminado; frecuentemente para significar un jarabe de dátiles o de uvas el cual bajo el nombre de “dibs” se usa<br />

en grandes cantidades donde hay viñas, por todas las clases sociales, como condimento de su alimento. Se parece a<br />

una melaza clara, pero es más agradable al gusto. (Robinson). Se considera como una cosa muy delicada en Oriente, y<br />

se producía en abundancia en Palestina. 9. tierra que sus piedras son hierro—La abundancia de este metal en<br />

Palestina, especialmente entre las montañas del Líbano, las de Kesraún y en otras partes, está atestiguada por Josefo,<br />

como también por Volney, Buckingham y otros viajeros. metal—bronce, aunque no la aleación; sino el mineral de<br />

cobre. Aunque ahora las minas puedan estar agotadas o abandonadas, antiguamente producían una abundancia de<br />

aquellos metales (1 Crónicas 22:3; 29:2–7; Isaías 60:17). 11–20. Guárdate, que no te olvides de Jehová tu Dios—<br />

Después de mencionar aquellos casos de la bondad divina, Moisés fundó en ellos un argumento a favor de la<br />

obediencia futura del pueblo. 15. Que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, de serpientes ardientes y<br />

de escorpiones—Reptiles grandes y venenosos se hallan allí todavía en gran número, especialmente en otoño. Los<br />

viajeros necesitan usar de grandes precauciones para arreglar sus camas y carpas de noche; aun de día las piernas no<br />

sólo de los hombres sino de los animales que ellos montan, corren peligro de ser picadas. y él te sacó agua de la roca<br />

de pedernal—(Véase cap. 9:21).<br />

CAPITULO 9<br />

Vers. 1–25. MOISES LOS DISUA<strong>DE</strong> <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> [PAG. 162] OPINION <strong>DE</strong> SU PROPIA JUSTICIA. 1. hoy—quiere decir<br />

“en este tiempo”. Los israelitas habían llegado a los confines de la tierra prometida, pero fueron obligados, para su<br />

gran humillación, a volver. Pero ahora estaban seguros de entrar en ella. Ningún obstáculo podría evitar que la<br />

poseyeran: ni las defensas fuertes de las ciudades, ni la resistencia de los habitantes gigantescos acerca de quienes<br />

habían recibido por los espías, descripción tan formidable. ciudades grandes y encastilladas hasta el cielo—Las<br />

ciudades orientales generalmente cubren un espacio mucho más grande que las de Europa; porque las casas a<br />

menudo están separadas entre sí con jardines y campitos en medio. Casi siempre están rodeadas por muros de ladrillo<br />

quemado o de adobes, como de 12 metros y medio de altura. Todas las clases en Oriente, pero especialmente las tribus<br />

nómadas, en su ignorancia de la ingeniería y artillería, abandonarían con desesperación la idea de asaltar una ciudad<br />

fortificada, la cual demolerían los soldados europeos en pocas horas. 4. No discurras en tu corazón … diciendo: Por<br />

mi justicia me ha metido Jehová a poseer esta tierra—Moisés se toma un cuidado especial para advertir a sus<br />

compatriotas contra la vanidad de suponer que por sus propios méritos hubieran conseguido este gran privilegio. Los<br />

cananeos eran una raza irremediablemente corrompida; pero la historia relata muchos casos notables en los que Dios<br />

castigaba a naciones corrompidas y culpables por la instrumentalidad de otros pueblos tan malos como aquéllas. No<br />

fué por amor a los israelitas, sino por causa de sí mismo, por la promesa hecha a sus antepasados piadosos, y en<br />

apoyo a sus elevados propósitos y comprensivos del bien para el mundo entero, por lo que Dios estaba por darles una<br />

concesión de Canaán. 7. Acuérdate, no te olvides que has provocado a ira a Jehová—Para desalojar de sus mentes<br />

alguna idea presuntuosa de su justicia propia, Moisés repite sus actos de desobediencia y rebelión, cometidos tan<br />

frecuentemente, y en circunstancias de la solemnidad más tremenda e impresionante, que ellos habían perdido el<br />

derecho a toda pretensión al favor de Dios. La franqueza y valentía con que él hizo este relato de cargos tan<br />

ignominiosos para su carácter nacional, y la sumisión paciente con la cual la nación lo soportó, muchas veces se ha<br />

presentado como una de las muchas evidencias de la verdad de esta historia. 8. Y en Horeb—más bien aun en Horeb,<br />

donde se habría podido esperar que ellos se hubieran portado de otra manera. 12. Levántate, desciende presto de<br />

aquí; que tu pueblo … se ha corrompido—Con miras de humillarlos, efectivamente, Moisés llega a particularizar<br />

algunos casos de los más atroces de su infidelidad y empieza mencionando la impiedad que cometieron al adorar el<br />

becerro de oro, una impiedad que cometieron cuando todavía estaba fresca en la memoria su emancipación milagrosa<br />

de Egipto la cual se había mostrado con manifestaciones estupendas de la majestad divina, exhibidas en el monte<br />

cercano, y la reciente ratificación del pacto por el cual se comprometían a comportarse como el pueblo de Dios, lo cual<br />

indica un grado de inconstancia o envilecimiento casi increíbles. 17. tomé las dos tablas … y quebrélas delante de<br />

vuestros ojos—no al calor de una pasión destemplada, sino en indignación justa, por un celo de vindicar el honor<br />

inmaculado de Dios, y por la sugestión del Espíritu de Dios para insinuar que el pacto había sido roto y el pueblo

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