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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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milagrosa intervención sin motivo justificado. Pero aquí estaba la garantía del profeta de Dios; el pedir una señal,<br />

cuando ésta le era ofrecida, no habría sido tentar a Dios. La verdadera razón de que Acaz declinase pedir la señal fué<br />

porque estaba resuelto a no hacer la voluntad de Dios, sino negociar con Asiria y perseverar en la idolatría (2 Reyes<br />

16:7, 8, 3, 4, 10). Hombres hay que a menudo excusan su desconfianza en Dios y confían en sus propias invenciones, so<br />

protexto de profesada reverencia para con Dios. Acaz pudo haber imaginado que aunque Jehová era el Dios de Judea y<br />

podía realizar una señal allí, eso no era prueba de que el dios local de Siria no pudiera ser más poderoso. Tal era la<br />

noción pagana común (caps. 10:10, 11; 36:18–20). ¿Os es poco …?—¿No os es bastante? (Números 16:9). La alusión a<br />

“David” es para contrastar su confianza en Dios con la desconfianza de su degenerado descendiente Acaz. molestos—<br />

al poner a prueba la paciencia de los hombres; o sea, de los profetas. Isaías hasta ahora no ha presentado ninguna<br />

señal externa de que era el enviado de Dios; pero ahora Dios le ha ofrecido una señal que Acaz ha desechado<br />

públicamente. De consiguiente, el pecado ahora no es meramente contra “los hombres”, sino abiertamente “contra<br />

Dios”. Por esa razón, Isaías cambia sus dulces maneras en un atrevido reproche. 14. el mismo Señor—Ya que tú no<br />

quieres pedir una señal; es más, rechazaste el ofrecimiento de una. os dará señal—por amor a la casa del creyente<br />

“David” (Dios recuerda su pacto eterno, hecho con ese rey); no a causa del incrédulo Acaz. He aquí—llama la<br />

atención a lo extraordinario de la profecía. virgen—de una raíz que significa mantenerse oculta; las vírgenes en el<br />

Oriente eran guardadas cuidadosamente de la vista de los hombres, bajo la custodia de sus padres. En el hebreo y en<br />

la Versión de los Setenta, el artículo precede al nombre, otro tanto ocurre en el original griego de Mateo 1:23, donde se<br />

lee: la virgen, una mujer determinada, conocida del profeta y de sus oyentes; señala en primer término la mujer,<br />

todavía virgen, que pronto llegaría a ser la segunda esposa y daría a luz un hijo, cuya llegada a la edad del<br />

discernimiento (unos tres años) estaría precedida por la liberación de Judá de sus dos invasores. Pero su más pleno<br />

significado se cumple en “la mujer” (Génesis 3:15), cuyo linaje aplastaría la cabeza de la serpiente y libraría al hombre<br />

de la cautividad (Jeremías 31:22; Miqueas 5:3). Está escogido un lenguaje tal que mientras que es aplicable en parte al<br />

suceso inmediato, con todo, recibe su más pleno, apropiado y final cumplimiento en los acontecimientos mesiánicos. La<br />

apropiación que de tales profecías hace el Nuevo Testamento no es una forzada “acomodación”; que más bien, el<br />

cumplimiento temporal, y la adaptación de una trascendental profecía, al presente y transitorio suceso que anuncia<br />

típicamente el gran fin central de la profecía: Jesucristo (Apocalipsis 19:10). Evidentemente, la fraseología es de tal<br />

naturaleza que es más aplicable a Jesucristo que al hijo del profeta; “virgen” se aplica en el sentido más puro a la<br />

Virgen María, más bien que a la profetisa, que había dejado de ser virgen cuando “concibió”. “Emmanuel”, Dios con<br />

nosotros (Juan 1:14; Apocalipsis 21:3), no puede aplicarse en sentido estricto al hijo de Isaías, sino sólo al que inmediata<br />

y explícitamente se llama (cap. 9:6) “el Niño, el Hijo, el Admirable (cf. 8:18), el Dios fuerte”. Rasgos locales y<br />

temporales (como en los vv. 15 y 16) se añaden a cada tipo; de otra manera ya no sería un tipo, sino la cosa misma.<br />

Hay suficientes semejanzas al gran prototipo, como para que las puedan reconocer los que las buscan, y bastantes<br />

desemejanzas como para confundir a los que no desean descubrirlas. llamará—ella, o como reza una lección marginal:<br />

tú, oh Virgen, llamarás. Era frecuente el que las madres pusieran las nombres a sus hijos (Génesis 4:1, 25; 19:37; 29:32).<br />

En Mateo 1:23 el griego reza “llamarán.” Cuando se cumplió la profecía de una manera plenaria, el nombre Emmanuel<br />

ya no estuvo limitado a la noción que tenía la profetisa en cuanto al carácter del Mesías y al parcial cumplimiento de<br />

la profecía en su hijo, sino que entonces todos le llamaron por ese nombre (no literalmente), o más bien consideraron<br />

que el nombre descriptivo de Emmanuel era el que lo caracterizaba de la manera más peculiar y adecuada. (1 Timoteo<br />

3:16; Colosenses 2:9). nombre—no un mero apelativo, el cual ni el hijo de Isaías ni Jesucristo llevaron de modo literal,<br />

sino el que describe sus revelados atributos; esto es, su Carácter (así el cap. 9:6). El nombre, si se considera el objeto<br />

para el cual fué destinado, no fué arbitrario, sino característico del individuo. El pecado destruyó la facultad de<br />

percibir el ser interior; ésta es la causa de la separación que ahora existe entre el nombre y la persona. En el caso de<br />

Jesucristo y de muchos que registra la Escritura, el Espíritu Santo ha suplido esta falta [Olshausen]. 15. Manteca—<br />

Mejor, requesón, cuyo ácido es muy apreciado en el Oriente (Job 20:17). miel—Esta abunda en Palestina (Jueces 14:8; 1<br />

Samuel 14:25; Mateo 3:4). Los médicos decían que el primer alimento que debía dársele a un niño era miel, el<br />

siguiente, leche (Epístola de Bernabé). Horsley cree que esto sugiere la humanidad real de Jesucristo, por haber sido<br />

alimentado como los otros infantes (Lucas 2:52). El v. 22, además de aludir a la propiedad de la leche y la miel para la<br />

alimentación de los niños, también da a entender el estado de angustia en que se hallarán habitantes cuando, a causa<br />

de las invasiones, la leche y la miel, alimentos que se producen espontáneamente, serán los únicos artículos alimenticios<br />

de los cuales habrá abundancia [Maurer]. para que sepa—mejor: hasta que sepa. lo malo … escoger lo bueno—a los<br />

tres años aproximadamente comienza a despertarse la conciencia moral (cf. cap. 8:4; Deuteronomio 1:39; Jonás 4:11).<br />

16. Porque—la liberación que está implícita en el nombre “Emmanuel”, y el cese de la angustia por falta de alimentos<br />

(vv. 14, 15), durará solamente hasta que el niño crezca lo suficientemente para conocer el bien y el mal. la tierra que tú<br />

aborreces será dejada de sus dos reyes—mejor, desolada será la tierra delante de cuyos reyes tú estás alarmado<br />

[Hengstenberg y Gesenius). la tierra—a saber, Siria y Samaria, consideradas como una sola (2 Reyes 16:9; 15:30); esta

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