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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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el valle de Megiddo, donde se peleó la batalla estaba cerca del pueblo de Hadadrimmón; y por este motivo la<br />

lamentación por la muerte de Josías se llamaba “la lamentación de Hadad‐rimmón en el valle de Megiddo,” la cual era<br />

grande y tan usada, que la lamentación de Hadad‐rimmón, más tarde llegó a ser una frase proverbial para [PAG. 361]<br />

expresar cualquier grande y extraordinaria tristeza (Zacarías 12:11).<br />

CAPITULO 36<br />

Vers. 1–4. JOACAZ, EL SUCESOR, ES <strong>DE</strong>PUESTO POR FARAON. 1. el pueblo de la tierra tomó a Joachaz—<br />

Inmediatamente después de la derrota y muerte de Josías, el pueblo elevó al trono a Sallum (1 Crónicas 3:15), después<br />

llamado Joacaz, en preferencia a su hermano mayor Eliacim, de quien los ciudadanos no esperaban gran cosa. Se dice<br />

que Joacaz (2 Reyes 23:30) recibió en Jerusalem la real unción, ceremonia ésta que no se creía necesaria en<br />

circunstancias de la regular sucesión indisputada. Pero en el caso de Joacaz, se valió de ella para dar más validez al<br />

acto de la elección popular, y tal vez hacer menos probable que el acto fuese molestado por Necao, quien como todos<br />

los egipcios, asociaba la idea de santidad con el ungimiento real. Joacaz era el hijo menor de Josías, pero el favorito<br />

popular, debido probablemente a su espíritu marcial (Ezequiel 19:3) y su oposición firme a los propósitos agresivos de<br />

Egipto. A su accesión al trono la tierra estaba libre de la idolatría; pero este príncipe, en vez de seguir en las pisadas de<br />

su excelente padre, adoptó la política criminal de sus predecesores apóstatas, y por su influencia, usada directa o<br />

indirectamente, creció la idolatría (véase 2 Reyes 23:32). 2. y tres meses reinó en Jerusalem—Su posesión del poder<br />

soberano fué de una duración muy corta; porque Necao resolvió aprovechar la ventaja ya ganada en Judá, y, creyendo<br />

conveniente tener un rey nombrado por él sobre el trono de aquel país, depuso al monarca elegido por el pueblo, y<br />

elevó al trono a su hermano Eliacim o Joacim, quien creía sería un vasallo muy obsequioso. El curso de los<br />

acontecimientos parece haber sido así: al recibir informes, después de la batalla, de la accesión de Joacaz al trono, y tal<br />

vez también como consecuencia de alguna queja que Eliacim llevara ante él respecto a este asunto, Necao salió con<br />

parte de sus tropas para Jerusalem, mientras las demás tropas suyas marchaban pausadamente hacia Ribla; puso<br />

tributo sobre el país, elevó a Eliacim (Joacim) al trono como vasallo suyo, y al irse llevó consigo cautivo a Joacaz a<br />

Ribla. Los antiguos expositores generalmente suponían que Necao, después de la batalla de Megiddo, marchó<br />

directamente contra Carquemis, y luego a su regreso vino a Jerusalem. La improbabilidad, o más bien la<br />

imposibilidad, de que hubiera hecho así, se ve de esto: Que Carquemis distaba setecientos u ochocientos kilometros<br />

de Megiddo, de modo que en “tres meses” un ejército no habría podido hacer este camino, vencer la ciudad cercada<br />

de Carquemis, y después, marchar hacia atrás una distancia todavía mayor hasta Jerusalem, y tomar aquella ciudad.<br />

(Keil). cien talentos de plata—3418 libras esterlinas, y uno de oro—5475 libras; total del tributo, 8893 libras, y llevólo<br />

(Joacaz) a Egipto—Allí murió (Jeremías 22:10–12).<br />

5–8. JOACIM, REINANDO MAL, ES LLEVADO A BABILONIA. 5. Joacim … hizo lo malo en ojos de Jehová—es<br />

decir, siguió el curso de sus antepasados idólatras, y el pueblo, en gran parte indispuesto a la política reformadora de<br />

su padre, ardientemente se valía del libertinaje vicioso que su negligente administración restablecía. Su carácter es<br />

retratado por mano maestra en la profecía de Jeremías (cap. 22:13–19). Como agente del rey de Egipto, se alejó más<br />

que su predecesor de los principios de gobierno de Josías; y tratando de satisfacer la codicia insaciable de su amo, por<br />

su excesiva exigencia a sus súbditos, Joacim temerariamente se metió en toda suerte de mal. 6. Y subió contra él<br />

Nabucodonosor rey de Babilonia—Esto se refiere a la primera expedición de Nabucodonosor contra la Palestina, en<br />

vida de su padre Nabopolasar, quien, siendo viejo y enfermo, tomó a su hijo como ayudante, y le despachó, con el<br />

mando de su ejército, contra los egipcios que invadían su imperio en Carquemis, y echándolos fuera de Asia, redujo<br />

todas las provincias al oeste del Eufrates a obediencia, y entre los demás el reino de Joacim, quien vino a ser vasallo<br />

del imperio asirio (2 Reyes 24:1). Joacim al fin de tres años rechazó el yugo, instigado probablemente a rebelarse por<br />

consejo del rey de Egipto, quien proyectaba una nueva expedición contra Carquemis. Pero fué completamente<br />

vencido por el rey babilonio, quien le quitó todas sus posesiones entre el Eufrates y el Nilo (2 Reyes 24:7). Entonces<br />

marchando contra el aliado de Egipto en Judá, tomó Jerusalem, se llevó una porción de los vasos sagrados del templo,<br />

tal vez en lugar del tributo que no le había sido pagado, y los depositó en el templo de su dios, Bel, en Babilonia<br />

(Daniel 1:2; 5:2). Aunque Joacim había sido tomado prisionero, y se pensaba primeramente transportarlo en cadenas a<br />

Babilonia, se le permitió quedar en su trono tributario. Pero habiendo hecho un poco después alguna nueva ofensa,<br />

Jerusalem fué sitiada por un ejército de subalternos, en una salida contra los cuales Joacim fué muerto (vease 2 Reyes<br />

24:2–7; también Jeremías 22:18, 19; 36:30) 9. De ocho años era Joachín—llamado también Jeconías, o Conías (Jeremías<br />

22:24). “Ocho”, debería haber sido “dieciocho”, como aparece en 2 Reyes 24:8, como también se ve en el completo<br />

desarrollo de sus principios y hábitos irreligiosos (véase Ezequiel 19:5–7). Siendo de tan corta duración su reinado, no<br />

puede considerarse en desacuerdo con la denunciación profética contra su padre (Jeremías 36:30). Pero su

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