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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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en el cuerpo humano; mientras que otros lo han declarado una eflorescencia mural, o especie de moho en el muro,<br />

propenso a ser producido en situaciones muy húmedas, y que era seguido por efectos tan perjudiciales a la salud<br />

como a la estabilidad de la casa, especialmente en países cálidos, por tanto demandaba la atención de un legislador.<br />

Moisés mandó a los sacerdotes que siguiesen el mismo procedimiento y durante el mismo período de tiempo para<br />

averiguar el verdadero carácter de la enfermedad como en la lepra humana; en caso de hallarla leprosa, que sacaran la<br />

parte infectada, o si después aparecía el peligro de que el contagio se extendiera, que destruyesen la casa<br />

completamente y llevasen los materiales a una gran distancia. Las piedras eran tal vez toscas, sin labrar, edificadas sin<br />

cemento de la manera ahora frecuentemente usada en cercos, y revocadas y asentadas en mezcla. Los ejemplares más<br />

viejos de arquitectura son de este carácter. El mismo proceder tiene que seguirse todavía con casas infectadas con sal<br />

mural. Las piedras cubiertas de encostraduras nitrosas tienen que ser sacadas, y si la pared infectada puede quedarse,<br />

tiene que ser revocada de nuevo y completamente. 48–57. el sacerdote dará la casa por limpia, porque la plaga ha<br />

sanado—Las precauciones aquí detalladas muestran que había gran peligro de la lepra casera en países cálidos, la<br />

cual propendía a aumentarse debido a la pequeñez y a la ruda arquitectura de las casas en las épocas tempranas de la<br />

historia israelita. Como una casa no podía contraer impureza ante los ojos de Dios, la “expiación” que había de hacer<br />

el sacerdote por ella, tiene que referirse a los pecados de sus moradores, o al proceso ceremonial establecido para su<br />

purificación, el mismo que el observado para una persona leprosa. Esta declaración solemne de que era “limpia”,<br />

como también la ofrenda hecha en la ocasión, estaban admirablemente calculadas para hacer reconocer el hecho, para<br />

quitar toda aprehensión de la mente popular, como también librar al dueño de la sospecha dolorosa de morar en una<br />

casa infectada.<br />

[PAG. 107] CAPITULO 15<br />

Vers. 1–18. <strong>LA</strong> IMPUREZA <strong>DE</strong> LOS HOMBRES. 2. cualquier varón, cuando su simiente manare de su carne—<br />

Este capítulo describe otras formas de impureza, cuya naturaleza es suficientemente inteligible en el texto sin<br />

comentario explicativo. Siendo efectos de la disolución, con justicia caen dentro del conocimiento del legislador, y las<br />

reglas muy restringentes aquí prescritas tanto para la separación de la persona enferma como para quitar la<br />

contaminación de toda cosa asociada con él, estaban bien calculadas no sólo para evitar el contagio, sino para prevenir<br />

los excesos de la indulgencia licenciosa. 9. todo aparejo sobre que cabalgare … será inmundo—(Véase Génesis 31:34).<br />

12. la vasija de barro en que tocare el que tiene flujo, será quebrada—Se cree que la vajilla de barro de los israelitas,<br />

como aquélla en que los egipcios guardaban el agua, estaba sin vidriar, y por lo tanto era porosa, y que era su<br />

porosidad lo que, haciéndola muy propensa a embeber pequeñas partículas de materia impura, era el motivo de que<br />

fuese rota la vasija tocada por persona inmunda. 13, 14. se ha de contar siete días desde su purificación—Como<br />

persona leprosa, éste pasaba una semana de prueba, mientras quedaba completamente sanado, y luego con los<br />

sacrificios prescritos, el sacerdote hacía una expiación por él, o sea, ofrecía las necesarias oblaciones para quitar su<br />

contaminación ceremonial, como también por el perdón típico de sus pecados.<br />

19–33. <strong>LA</strong> IMPUREZA <strong>DE</strong> <strong>LA</strong>S MUJERES. 19. cuando la mujer tuviere flujo—Aunque éste, como la lepra, podría<br />

ser una dolencia natural, antiguamente era considerado contagioso, y ocasionaba contaminación ceremonial, que<br />

tipificaba una impureza moral. Esta contaminación ceremonial tenía que ser quitada por un método establecido de<br />

expiación ceremonial, y el descuido del mismo exponía a la persona a la culpa de contaminar el tabernáculo, y a la<br />

muerte como el castigo de su profana temeridad. 31–33. Así apartaréis los hijos de Israel de sus inmundicias—La<br />

sabiduría divina fué manifestada al inspirar a los israelitas con una reverencia profunda por las cosas sagradas; y<br />

nada era más adecuado para este propósito que excluir del tabernáculo a todos los que estaban manchados de<br />

cualquier clase de contaminación, la ceremonial como la natural, la mental como la física. Para señalar mejor a aquel<br />

pueblo como familia suya, a sus siervos y sacerdotes, que moraban en el campamento como en lugar santo,<br />

consagrado por su presencia y su tabernáculo, les exigía una pureza completa, y no permitía que ellos se acercaran a<br />

él, cuando estaban contaminados aun por impurezas involuntarias o secretas, como una falta de respeto debido a su<br />

majestad. Y cuando tenemos en cuenta que Dios estaba disciplinando a un pueblo para que viviera en su presencia en<br />

cierta medida como sacerdotes dedicados a su servicio, no consideraremos demasiado estrictas ni demasiado<br />

minuciosas estas reglas para el mantenimiento de la pureza personal (1 Tesalonicenses 4:4).<br />

CAPITULO 16<br />

Vers. 1–34. COMO <strong>DE</strong>BE ENTRAR AL LUGAR SANTO EL SUMO SACERDOTE. 1. después que murieron los<br />

dos hijos de Aarón, cuando se llegaron delante de Jehová, y murieron—Algunos piensan que este capítulo ha sido

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