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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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aprietos, teme oponerse a sus príncipes. El disimula el disgusto que le causa su arrogante poder, con lisonjeros<br />

discursos. Esa prepotencia le impedía proteger a Jeremías, cosa que le agradaría hacer. “No es justo que el rey niegue<br />

nada a tan fieles y sabios estadistas”; el rey no es persona que se niegue a vuestros deseos, les diría [Jerónimo]. 6. en la<br />

mazmorra—liter., la cisterna. Esta no era una cárcel subterránea, como la de la casa de Jonatán (cap. 37:15), sino un foso<br />

o cisterna, que había estado lleno de agua, pero que se había agotado durante el sitio, de suerte que ya sólo contenía<br />

“lodo”. Esas cisternas vacías se empleaban frecuetemente como cárceles (Zacarías 9:11); su profundidad no dejaba<br />

ninguna esperanza de escape. Amelech—(Cap. 36:26). Su hijo había seguido las huellas de su padre siendo un fácil y<br />

maligno instrumento. hundióse.. en el cieno—Jeremías aquí fué tipo del Mesías (Salmo 69:2, 14). “Estoy hundido en<br />

cieno profundo”. 7. Ebed‐melech—El nombre hebreo dado a este etíope, significa siervo del rey. Ya desde muy al<br />

principio Dios quiso mostrar cuán justas razones había para llamar a los gentiles a la salvación. Un extranjero, etíope,<br />

salva al profeta, a quien sus mismos paisanos, los judíos, procuraban eliminar. Así los gentiles creyeron en Cristo, a<br />

quien los judíos crucificaron, mientras que los etíopes figuraron entre los primeros conversos (Hechos 2:10, 41; 8:27–<br />

39). Ebed‐melec era probablemente guarda del harén real, y así tenía acceso privado al rey. Al presente, los eunucos<br />

de los harenes proceden en su mayoría de la Nubia o de Abisinia. 8. salió de la casa … y habló—no en privado sino<br />

en público, prueba de intrépida magnanimidad. allí se morirá de hambre … no hay más pan en la ciudad—(Véase<br />

cap. 37:21). Hasta entonces había disfrutado de un pedazo de pan. “Es tan absoluta la carencia de pan en la ciudad que,<br />

aun cuando hubiese abundancia de él, ya no se le podría proveer normalmente al profeta de él, y mucho menos ahora<br />

que está en un lugar donde nadie se acuerda o compadece [PAG. 713] de él, de manera que es probable que se muera<br />

de hambre”. “No hay más pan”, esto es, no ha quedado más en los depósitos públicos de la ciudad (cap. 37:21); o casi no<br />

ha quedado pan en ninguna parte. [Maurer]. 10. en tu poder—hebreo, “en tu mano”, esto es, a “tu disposición” (1<br />

Samuel 16:2). “De aquí”, es decir, de la puerta de Benjamín, donde el rey estaba sentado (v. 7). treinta hombres—no<br />

para sacar meramente a Jeremías, sino también para proteger a Ebed‐melec contra cualquier oposición de parte de los<br />

príncipes (vv. 1–4), al ejecutar la orden del rey. Ebedmelec fué recompensado por su fe, su amor e intrepidez,<br />

mostrados en momentos cuando él podría temer la ira de los príncipes, a la cual aun el rey tuvo que ceder (cap. 39:16–<br />

18). 11. trapos viejos—“trapos desgarrados” [Henderson]. andrajosos—“vestidos raídos”. Dios puede convertir las<br />

cosas más viles en instrumentos de su bondad para con su pueblo (1 Corintios 1:27–29). 12. bajo los sobacos—“bajo<br />

las coyunturas de las manos”, esto es, en la parte donde los dedos se unen con la mano. Los trapos eran para impedir<br />

que las manos se lastimaran con las cuerdas [Maurer]. 13. en el patio de la cárcel—Ebed‐melec fué prudente en<br />

ponerlo allí fuera del alcance de sus enemigos. 14. la tercera entrada—Los hebreos, al determinar la posición de los<br />

lugares, miran al este, al que califican “de lo que está enfrente”; de ahí que llamasen al sur “lo que está a la derecha”; y<br />

al norte, “lo que está a la izquierda”; y al oeste, “lo que está detrás”. Así comenzando con el este, podían designarla<br />

como la primera o principal entrada; el sur, como la segunda; el norte, la “tercera” entrada del atrio exterior o interior<br />

[Maurer]. La tercera puerta del templo quedaba enfrento del palacio. Por ésta se pasaba del palacio al templo (1 Reyes<br />

10:5, 12). Esta quedaba hacia el oeste (1 Crónicas 26:16, 18; 2 Crónicas 9:11). [Grocio]. Mas en el futuro templo quedará<br />

hacia el este (Ezequiel 46:1, 2, 8). 15. no has de escucharme—Sedequías no responde a esta última pregunta. A la<br />

primera le responde en el v. 16. Tradúzcase más bien así: “Tú no quieres escucharme”. Jeremías forma ese juicio<br />

acerca del rey a causa de su pasada conducta. Véase el v. 17 con el 19. 16. Jehová … hizo esta alma—(Isaías 57:16).<br />

Como queriendo decir: “que mi vida (mi alma) se pierda si yo te engañare” [Calvino]. 17. a los príncipes—(Cap. 39:3).<br />

El no se lo dice “al propio rey”, porque éste estaba en Ribla, en Hamat (cap. 39:5; 2 Reyes 25:6). “Si salieres” (quiere<br />

decir, si te entregares, 2 Reyes 24:12; Isaías 36:16), Dios prevé las contingencias condicionales del futuro, y ordena no<br />

sólo los fines, sino también los medios para el logro de los fines. 19. Témome a causa de los judíos—más que a Dios<br />

(Proverbios 29:25; Juan 9:22; 12:43). me escarnezcan—me traten injuriosamente (1 Samuel 31:4). 22. las mujeres—El<br />

mismo mal que Sedequías quería evitar desobedeciendo la orden de salir, le sobrevendría, agravado, por eso mismo.<br />

No serán meramente los judíos que desertaron los que le escarnecerían (v. 19), sino que también las mismas “mujeres”<br />

de su palacio y harén, para gratificar a sus nuevos señores, le vilipendiarían ¡que un rey en verdad tan noble permita<br />

que así lo engañen! tus amigos—Hebreo, los hombres de tu paz (véase cap. 20:10; Salmo 41:9, margen de la Versión<br />

Inglesa). Son sus ministros y los falsos profetas que lo extraviaron. atollaron en el cieno—dicho proverbial por: “te ves<br />

envuelto en inextricables dificultades por los consejos de tus amigos”. La frase puede que aluda al v. 6; una justa<br />

retribución por el trato dado a Jeremías, el cual se “hundió literalmente en el cieno”. se volvieron atrás—habiéndote<br />

enredado en la calamidad, se buscarán su propia seguridad, pasándose a los caldeos (v. 19). tus hijos—(Cap. 39:6;<br />

41:10). “Mujeres … hijos tú”, clímax ascendente. 24. nadie sepa—Si no dijeres nada de esto al pueblo, yo respondo por<br />

tu seguridad. 25. A menudo los reyes lo son sólo en cuanto al título, ya que en realidad se hallan sometidos a sus<br />

súbditos. 26. supliqué—liter., hice que mi súplica cayese; lo que quiere decir una súplica con humilde postración (Nota,<br />

cap. 36:7). a casa de Jonathán—(Cap. 31:15), diferente del calabozo de Malquías (v. 6). Esta declaración era verdadera,<br />

aunque no era toda la verdad; los príncipes no tenían derecho a la información; la Escritura no nos da aquí ninguna

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