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COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO I ...

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de sus acompañantes, la corta distancia de su campamento a Endor, y la proposición de que se evocara al gran profeta<br />

y primer magistrado de Israel—proposición que no se atrevería a hacer ningún individuo en particular—hubieran<br />

despertado en ella sospechas en cuanto a la verdadera posición y carácter de su visitante. Esta historia ha producido<br />

muchas discusiones en cuanto a que si hubo una aparición verdadera de Samuel o no. Por una parte, la profesión de la<br />

mujer, profesión que estaba prohibida por la ley divina; la falta de voluntad de Dios para responder a Saúl por los<br />

medios divinamente establecidos; la edad bien conocida de Samuel, su figura y su vestimenta, las cuales la pitonisa<br />

misma podría representar o hacer representar por un cómplice; la aparición que evidentemente estaba a alguna<br />

distancia, envuelta y sin ser vista realmente por Saúl, ya que éste ha de haber estado postrado en actitud de homenaje,<br />

ha de haber impedido que Saúl distinguiera a la persona aunque hayan estado cerca mutuamente y aunque la voz,<br />

que aparentemente salía de la tierra, haya llegado hasta Saúl; lo vago de la información, por la cual se le comunicó a<br />

Saúl mucho de lo que pudo haberse sabido mediante conjeturas naturales en cuanto al probable resultado del<br />

conflicto que se acercaba; todo eso, y la representación que produjo la mujer, ha producido en mucha gente la creencia<br />

de que esto fué un mero engaño. Por otra parte, muchos escritores eminentes (teniendo en cuenta que la aparición<br />

vino antes que las artes de la mujer fuesen puestas en práctica; que ella misma fué sorprendida y alarmada; y que la<br />

predicción de la muerte de Saúl y de la derrota de sus fuerzas fué hecha con claridad y firmeza), opinan que Samuel<br />

realmente apareció. 24. aquella mujer tenía un ternero grueso, el cual mató luego, etc.—(véase Génesis 18:1–8). 25. se<br />

levantaron, y partieron aquella noche—Rendido por la larga abstinencia, y abrumado por el sufrimiento mental, y<br />

ahora llevado a la desesperación, brotó en su frente un sudor frío, y cayó inerte a tierra. Pero las atenciones<br />

bondadosas de la mujer y sus propios criados lo restauraron, y volvió a su campamento para esperar su destino.<br />

[PAG. 245] CAPITULO 29<br />

Ver. 1–5. DAVID MARCHANDO CON LOS FILISTEOS A PELEAR CON ISRAEL. 1. Aphec—(Josué 12:8), en la<br />

tribu de Isacar, y en la llanura de Esdraelón. Quien compare el relato bíblico de la última batalla de Saúl con los<br />

filisteos, con la región cerca de Gilboa, tiene la misma evidencia de que el relato cuenta lo que es verdadero, como la<br />

tiene uno de que la batalla de Waterloo tuvo lugar. Gilboa, Jezreel, Sunem, Endor, todos se hallan con los mismos<br />

nombres de antes. Todos se hallan a la vista uno de otro. Afec es el único hasta ahora sin identificar. Jezreel está en el<br />

declive septentrional de Gilboa, y a una distancia de veinte minutos al este está una gran fuente, y una más chica está<br />

más cerca; es exactamente la posición que elegiría un jefe, tanto por causa de la altura como por la abundancia de<br />

agua necesaria para su tropa. (Hackett’s Scripture Illustrated). 2. David y los suyos iban en los postreros con Achís—<br />

Como jefe de la guardia iba Aquís, general de este ejército invasor de los filisteos. 3. algunos días o algunos años—<br />

Hacía ya un año completo y cuatro meses (cap. 27:7), y además algunos años antes. Se ha pensado que David<br />

mantenía una correspondencia privada con este príncipe filisteo por su natural generosidad, o previendo que un asilo<br />

en su territorio, tarde o temprano sería necesario. 4. los príncipes de los Filisteos se enojaron contra él—Esto debe<br />

considerarse como una circunstancia feliz, motivada por la providencia que todo lo dirige, para rescatar a David del<br />

peligroso dilema en que estaba. Pero David no está libre de crítica por haberle dicho a Aquís (v. 8), que estaba<br />

dispuesto a hacer lo que es probable que no tenía el más mínimo propósito de hacer; es decir, de pelear con Aquís<br />

contra Israel. Es sólo un caso de las consecuencias infelices en que un paso falso—un desvío de la senda recta del<br />

deber—traiciona a todo aquel que lo comete. 9. mas los príncipes de los Filisteos han dicho—El gobierno filisteo<br />

tenía sus restricciones constitucionales. O por lo menos el rey no era soberano absoluto. Su autoridad estaba limitada;<br />

sus transacciones estaban sujetas a ser refrenadas por los “poderosos barones de aquel período rudo y primitivo, así<br />

como los reyes de Europa en la Edad Media eran refrenados por la aristocracia orgullosa y desordenada que los<br />

rodeaba”. (Chalmers).<br />

CAPITULO 30<br />

Vers. 1–5. LOS AMALECITAS SAQUEAN SIC<strong>LA</strong>G. 1. los de Amalec habían invadido el mediodía y a Siclag—<br />

Mientras lo mejor de las fuerzas filisteas salía de su país a la llanura de Esdraelón, los saqueadores amalecitas<br />

aprovecharon la oportunidad del estado indefenso de Filistea, para invadir el territorio meridional. Naturalmente la<br />

ciudad de David sufrió los abusos de estos saqueadores, en venganza por su reciente incursión en su territorio. 2. mas<br />

a nadie habían muerto, sino llevado—La conducta de ellos parece estar en favorable contraste con la de David (cap.<br />

27:11). Pero su aparente clemencia no resultó de consideraciones humanitarias. Según las antigues costumbres de<br />

guerra en el Oriente, a los guerreros de una ciudad conquistada, les daban muerte sin piedad, paro como no había<br />

guerreros en Siclag en aquel momento, y las mujeres y los niños fueron reservados como esclavos, y los ancianos<br />

perdonados por respeto a sus años. 3. Vino David con los suyos a la ciudad, y he aquí que estaba quemada—El

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